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Los gravámenes, impuestos y tasas que recaen sobre los colombianos y usuarios de los servicios deben cumplir con sus objetivos para los cuales fueron creados, en lo que deben ser operativos en su acción sobre las obras y beneficios que necesita la comunidad. Refiérome en este caso a los impuestos que ha creado el Gobierno Nacional por motivo de invierno.

Para nadie es un secreto que la corrupción ha hecho su agosto sobre los impuestos administrados por el ejecutivo, citando en este acápite a los escándalos en la Dian, el de Cajanal, Seguro Social, Corporaciones Autónomas, Foncolpuertos, Invías, alcaldías regionales, el Instituto de Estupefacientes y otros entes que la ciudadanía conoce.

Los organismos de control han sido de bolsillo (Contralorías, Fiscalía, Procuraduría). En este momento que el pueblo ya no cree en nadie y todos sabemos quiénes son los responsables del manejo fiscal y presupuestal en que los gobernadores, alcaldes, diputados y concejales saben que los dineros que han ingresado a las arcas del Estado han sido dilapidados por corruptos, no es posible que en el sur del Atlántico los municipios estén desprovistos de obras de canalización, barreras de contención para las inundaciones del invierno, las calles de las ciudades estén repletas de huecos, y estas obras no han sido fiscalizados por ningún ente de control.

Siempre recuerdo los escándalos de corrupción en Barranquilla, de los años 70 en adelante, el caso de Calixto Leiva, las antiguas Empresas Municipales de la Telefónica, etc.

Señores manejadores de la cosa pública, el pueblo no soporta más desastres como los que están sucediendo con las arremetidas del invierno, nuestro pueblo siempre paga los platos rotos, hay que detener la corrupción y pillaje a los fondos del erario público.

Justiniano de Moya