Recibir llamadas molestas ya es cosa de todos los días. Te llaman los bancos para ofrecerte tarjetas de crédito que no has pedido, te llaman para hacerte encuestas; para ofrecerte canales adicionales de televisión que nunca tendrás tiempo de ver, y hasta a los políticos se les ha dado por hacer campaña vía telefónica. Ni hablar si te atrasas en el pago de alguna factura, el teléfono empezará a sonar a las horas más impensadas y una profesional y dulce voz te recordará que eres un moroso. Pero lo que ya me parece la gota que rebosó el vaso es la nueva modalidad de Metrotel: a inicios de mes, estando yo completamente al día con el pago del servicio, timbra el teléfono –no solo el fijo, también el celular– y una grabación me dice más o menos así: “Señor usuario, le informamos que hemos emitido su factura, la cual estará recibiendo en los próximos días”, ¡qué abuso!, o más bien debería decir ¡qué acoso! Si no se ha cumplido la fecha límite de pago, y aún no he recibido la factura en mi casa, ¿por qué Metrotel se siente con el derecho de molestar a sus usuarios con este cobro velado? Este caso sería perfecto para una de esas famosas series gringas de abogados. Los demandaría por acoso telefónico y alegaría que estas llamadas mensuales me causan mal humor, preocupación, estrés, desequilibrio, en fin, seguro que uno de esos guapos abogados de la televisión les sacaría un montón de dólares. Pero como no estoy en la televisión sino en la triste realidad, y no vivo en Estados Unidos sino en Barranquilla, no me queda más que desahogarme con esta nota.
Patricia Lemus Guzmán