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Al nivel personal, las memorias inolvidables de mi padre, Antonio José Maury San Juan, son innumerables. Papi expresaba su dedicación y tenacidad por la celebración de las festividades construyendo y elaborando con mucha pasión y perseverancia las carrozas. Él también demostraba su talento artístico escribiendo poemas carnavalescos y rústicamente tocando su tambor.

Estas celebraciones se transformaron en tareas anuales para mi familia. Mis padres nos disfrazaban con mucha atención y entusiasmo, definitivamente personalmente, me siento muy confidente en categorizar estas inolvidables memorias y experiencias de mi niñez como algo espectacular. En mi familia, los carnavales se convirtieron en una tradición ritual.

Las parrandas y las danzas carnavalescas no son las únicas representaciones de nuestro pueblo barranquillero, sino algunos de los principales factores que contribuyen a la demostración de su cultura, sus creencias y fundamentalmente de sus tradiciones. Según da el poeta Ezra Pound: “Tradición no significa ataduras que nos liguen al pasado: es algo bello que nosotros conservamos”.

Es la alegría innata y sincera lo que identifica a nuestra gente costeña, y es también el placer y la satisfacción de cada persona de acuerdo a sus recursos personales por participar en Los carnavales de Barranquilla.

Elizabeth M. Vilaire Maury-Guerra
sunset1344@bellsouth.net v