El Heraldo
Bolívar

Cronología del asesinato del superfiscal al que la mafia silenció

El agente del Ministerio Público recibió tres disparos de bala cuando se encontraba de luna de miel junto a Claudia Aguilera, su esposa, en el hotel Decameron, en la isla de Barú.

Marcelo Daniel Pecci tenía 10 días de casado cuando recibió tres impactos de bala, uno en el rostro y dos en la espalda, en las paradisíacas playas del hotel Decameron, ubicado en la isla de Barú.

Era su sexto y último día de luna de miel en Cartagena. Ya había conocido el barrio Getsemaní, el centro histórico, el cordón amurallado y otros sitios de interés de la capital de Bolívar.

Todo marchaba en orden y nunca hubo una advertencia de la tragedia que se avecinaba.

 Por las fotos conocidas en su recorrido turístico queda claro que el agente del Ministerio Público guaraní –que llegó a la ciudad el 5 mayo– estaba feliz y dichoso de tener un espacio a solas, en otro país y lejos de las rutinas complejas de su labor, al lado de la periodista Claudia Aguilera, la mujer con la que contrajo matrimonio en una boda de ensueño el pasado 30 de abril en Asunción. 

Aquella noche, Pecci –embriagado por la felicidad que le generaba su presente– contaba con mucho orgullo a su círculo más cercano que iba a ser padre por primera vez.

Sandra Quiñónez, la fiscal general de Paraguay y su gran amiga, fue una de las más emocionadas con la noticia.

El hombre, de 45 años, le comunicó a su jefa que quería que fuera la madrina de su retoño y hasta la invitó a conocer los encantos de las islas del Caribe, pero ella no aceptó.

Pecci nunca comunicó a sus superiores o a su familia que su vida estuviera en riesgo. Nunca recibió una amenaza o sufrió un atentado.

Estaba tranquilo y seguro de que su labor, enfocada en combatir el narcotráfico, lavado de dinero y la lucha contra el crimen organizado, no le pasaría factura, pero –según las distintas autoridades paraguayas y colombianas– el crimen se ejecutó a raíz de las delicadas investigaciones que el fiscal adelantaba.

Por eso su padre, un hombre de 85 años, en medio de lágrimas, comentó en medio de su resignación que el mal siempre se impone al bien.

“Y, ¿cómo combatimos eso?”, atizó.

La muerte sorprendió a Pecci cuando su tiempo en Cartagena estaba a punto de extinguirse. Se encontraba a pocas horas de partir del resort, las maletas ya estaban listas en su alcoba y solo restaba diligenciar el checkout correspondiente en la recepción del hotel. 

Claudia Aguilera, su esposa, se encontraba recostada en una de las sillas playeras del complejo turístico y a menos de dos metros de distancia de su pareja.

Pecci, por su parte, ya había abandonado el mar y se limpiaba las piernas con una toalla. En ese momento, dos hombres a bordo de un jet ski de color rojo, lo abordaron y le dispararon en varias ocasiones con una pistola nueve milímetros a quemaropa.

El sicario, según la reconocida periodista paraguaya, es el mismo hombre que la Policía Nacional busca identificar a través de un cartel con un boceto.

Ese mismo hombre que –de acuerdo al general Jorge Luis Vargas, director de la institución– mide 1.74 metros de estatura, es de tez trigueña y acento caribeño.

Por su captura se ofrece una recompensa de dos mil millones de pesos.

Tras los disparos, el superfiscal antimafia paraguayo se desplomó en las arenas blancas de la playa privada del resort.

Ahí murió de manera instantánea y el caos se adueñó del, a priori, punto más seguro y exclusivo de la isla de Barú.

Sin embargo, decenas de turistas indignados por lo sucedido, intentaron atrapar a los criminales, pero estos concretaron una huida limpia repeliendo a bala a cualquiera que alertó de su presencia, incluyendo a un guardia de seguridad del Decameron, que resultó ileso.

Tras el crimen, Aguilera se quedó junto al cuerpo de su esposo atónita. Luego le suministraron una sábana para ocultarlo mientras ella lo acariciaba sumida en llanto. 

“A mí no me miraron, fueron directo por él”, contó Aguilera a Óscar Lovera, su compañero de trabajo en Unicanal.

Por su parte Francisco Pecci, padre del fiscal, aseguró que “Lo mataron porque le molestaba a la gente bandida y mala. Es difícil cuando la narcopolítica se mete”.

Y es que Pecci participaba por el Ministerio Público en las investigaciones por un tiroteo ocurrido en su país durante el festival Ja’umina, en enero pasado, cuando tocaba el grupo colombiano Binomio de Oro, y en el que murieron dos personas, entre ellas la modelo e “influencer” Cristina ‘Vita’ Aranda, esposa del futbolista Iván Torres.

Algunas hipótesis de esos hechos, que dejaron cuatro heridos, apuntan también a un ataque sicarial por un posible ajuste de cuentas del narcotráfico.

De igual forma, hizo parte del equipo de la Fiscalía que intervino en 2020 en el proceso contra el exfutbolista brasileño Ronaldinho Gaúcho y su hermano Roberto de Assis Moreira por la adulteración de documentos paraguayos al entrar en el país con pasaportes falsos.

También estaba a cargo de las pesquisas por el asesinato de cuatro personas, entre ellas la hija del gobernador del departamento paraguayo de Amambay, Roland Acevedo, ocurrido en octubre del año pasado; entre un largo listado de casos.

Investigación

El crimen de Marcelo Pecci estremeció a todo el continente.

Cientos de voces, incluyendo funcionarios de Estados Unidos, rechazaron lo sucedido y solicitaron celeridad en las investigaciones.

Debido a lo anterior, el general Jorge Luis Vargas, director de la Policía de Colombia, tuvo que trasladarse inmediatamente a Cartagena para reunir el mayor número de pistas, junto a la Fiscalía y autoridades paraguayas, que permitieran dar con  los responsables.

No pasaron muchas horas de haber iniciado las investigaciones cuando las autoridades empezaron a revelar la teoría más sólida: Pecci fue asesinado por un grupo ilegal trasnacional y la orden de matarlo habría sido dictada desde el extranjero.

“Fue un magnicidio contra la Justicia cometido por un sistema de crimen organizado trasnacional con alta planeación e inversión de recursos”, explicó Vargas.

Asimismo, la embajadora de Paraguay en Bogotá, Sophia López Garelli, declaró a medios locales que cuatro paraguayas fueron interrogadas por las autoridades en Colombia dentro de la investigación, aunque admitió que las diligencias incluyeron a ciudadanos de otras nacionalidades.

Según la diplomática, se trató de dos mujeres paraguayas que viajaron a Colombia en el mismo avión del fiscal y otras dos que se hospedaban en el hotel.

PCC, sospechoso

El nombre de la organización Primer Comando Capital (PCC) empezó a sonar en el marco de la investigación.

Fue el jueves cuando el  general Vargas ratificó que la principal teoría que se maneja es que el crimen se ejecutó a raíz de las investigaciones que llevaba a cabo el fiscal antifamafia guaraní en las que el PCC tenía tentáculos.

“Dos de las principales investigaciones adelantadas por el fiscal Pecci en América Latina fueron contra el PCC y la estructura conocida como Punto 50, en el sur del continente”, explicó el alto oficial.
Las autoridades han estado alerta y le han seguido el rastro a estos grupos criminales desde la década de los 90, cuando se conformaron y se fueron extendiendo hasta convertirse en el terror del sur del continente. 

En Brasil el PCC es una de las bandas más conocidas, pues fue en este país donde se originó, específicamente dentro del sistema penitenciario, a manera de grupo paramilitar para la protección entre presos. 
Las autoridades paraguayas centraron su atención en esta organización armada cuando en 2017 sus miembros perpetraron lo que se conoció como el robo del siglo de ese país. Sus tentáculos, sin duda, se habían extendido por varios países de América Latina y habían llegado a territorio paraguayo.

Ciudad del Este, en Paraguay, fue uno de los territorios más afectados por la ola de violencia desatada por la banda criminal.

En su momento, la Policía Nacional de Paraguay informó que entre 50 y 60 individuos equipados con explosivos y armas de grado militar atacaron una empresa de transporte; se trataba de uno de los robos a mano armada más grandes de los últimos tiempos y habría sido cometido por el PCC.  

Según informes de prensa locales, los asaltantes se llevaron unos US$40 millones y aunque la cifra exacta no ha sido revelada, los medios locales describieron la operación como “el robo del siglo”, por lo que se vivió una “situación de guerra”.

En su momento, InsightCrime afirmó que esos episodios de violencia en varias zonas de la frontera entre Brasil y Paraguay plantearon la posibilidad de que el PCC estuviera tratando de establecer control sobre las rutas de tráfico de drogas.

Pecci siguió por varios años el rastro de esta banda criminal y encabezó el caso denominado como ‘Zootopia’, en el que se desmanteló la mayor estructura aérea de la fracción criminal del PCC en Paraguay, y con el que se logró el decomiso de 500 kilos de cocaína.

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