‘Titi’: la guía para los niños de Siete de Abril
Carmen Silvera lleva más de 26 años dedicada a la docencia. Hoy, de manera desinteresada, enseña a los más pequeños a leer y a escribir.
Esa mujer transmite respeto, pero, a la vez, una ternura y una paciencia que se necesitan para ejercer la docencia, más cuando se trata de enseñarle a los más pequeños.
La ‘seño Titi’, como conocen a Carmen Sonia Silvera Muñoz en el barrio Siete de Abril, es licenciada en español y literatura de la Universidad del Atlántico, y tiene en el patio de su casa un improvisado salón de clases en donde le enseña a leer y a escribir, a sumar y a restar, a niños entre los 3 y 6 años de edad.
Carmen Sonia es un referente para los padres del sector que, por trabajar y en la agonía de salir adelante, no pueden ayudarles a sus hijos a hacer las tareas. Por eso decidió abrir en su casa el “Centro de Refuerzo de la Seño Titi”, como cariñosamente le dicen.
Reconoce que hay algunos papás que le pagan por la labor y hay otros que, por falta de recursos, no lo hacen. Sin embargo, asegura que todos los niños “reciben sus clases y la enseñanza por igual”.
“Cuando a uno le gusta lo que hace, lo hace con amor. Y yo sé que hay profesores que hacen su trabajo por plata y no tienen el amor hacia los niños”, apunta.
Expresa que en época de pandemia, en medio del encierro, dieron por terminado su contrato en un plantel educativo del barrio El Ferry, luego de eso decidió echar a rodar su idea.
“En El Ferry trabajé por 17 años continuos en un colegio llamado Escuela Mixta Nuestra Señora del Rosario y luego me contrataron en una fundación privada, donde permanecí otros 9 seguidos. Pero vino la pandemia y se me acabó el contrato, por lo que me tocó venirme para la casa. Esa, digamos, fue mi etapa oficial de docencia. En vista de que me quedé sin trabajo y sin recursos decidí abrir el salón de refuerzos con el que gracias a Dios sigo enseñando”, explica.
“En lo duro de la pandemia, muchos padres me buscaron para que les enseñara a los niños y no perdieran el rumbo”.
Precisamente, en medio de ese confinamiento, muchos padres de familia la buscaron y, a su vez, le dieron su número telefónico a las profesoras de los colegios oficiales donde estudiaban los niños. De esa forma, se abrió un canal comunicativo para que los pequeños no dejaran de aprender.
“Las profesoras me mandaban las guías de estudio y yo les iba enseñando acá en mi casa a los niños. Luego, para que les calificaran, yo misma le mandaba videos por celular a las profesoras para que vieran cómo habían avanzado ellos”, anota.
Hoy Titi tiene siete niños en la jornada de la mañana y otros siete más por la tarde. Aspira a que, a medida que pase el tiempo, ese número vaya creciendo para poner un colegio con su nombre, esa es su idea.
