Compartir:

No hay margen de error. Manipular el virus que tiene en jaque al mundo significa ignorar los talles que hace en la piel los elásticos de las máscaras, sobreponerse a los dolorosos entumecimientos y hormigueos en los nervios de la muñeca producto de las horas de esfuerzo en posiciones incómodas y el obviar la intensa fatiga que causa en el cuerpo el trabajar largas jornadas con cientos de tubitos que podrían contener al ‘bicho’ que ha matado más de un millón de personas en el mundo. Toda una labor titánica, desgastante, hermética y que implica demasiada responsabilidad. De lo contrario, es permitirle una grieta a la muerte.

El trabajo en mención, un oficio perfeccionado prácticamente sobre la marcha y de descubrimientos constantes, es algo que aterra y llena de dudas a cualquier persona ajena al mundo científico y molecular debido a que el solo hecho de estar ad portas de ingresar a un laboratorio de biología molecular nivel III –un recinto de contención donde se manipulan agentes biológicos potencialmente peligrosos como el caso del nuevo coronavirus– hace que florezcan todo tipo de temores.

Los carteles advierten del riesgo biológico, pero ellos están convencidos de lo importante de continuar su valiente misión.

'La vida en un laboratorio de detección de SARS-COV- 2 es igual que en cualquier laboratorio donde se manejen agentes infecciosos. Implica disciplina, responsabilidad y todo el rigor que se requiere para evitar accidentes. Para quien ha estado trabajando en esta área y tiene la experiencia es parte de su rutina; para quien llegó a trabajar en diagnóstico, con el ritmo que se maneja, es todo un proceso de entrenamiento y aprendizaje permanente. Más que miedo, lo que se siente es la responsabilidad de la prevención. Sin eso no hay cuidado posible. Y ese temor no por la vida propia, sino por la familia y lo que podría llegar hasta ellos desde el laboratorio', explica la coordinadora y analista del área de Extracción de ARN viral Karina Castellanos Romero, quien hace parte del equipo de siete científicos de la Universidad del Atlántico que trabajan en el laboratorio.