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Han transcurrido siete días desde la madrugada del pasado 20 de julio, cuando la tranquilidad en el Edificio Las Flores del Recreo fue abruptamente interrumpida por las llamas y el denso humo que subían desde el sótano y afectaron a las torres A y B, acabando con la vida de tres personas y dejando más de 63 heridas; doce de ellas aún en estado crítico.

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Pese a que la torre A fue la de mayor afectación, en general, todo el conjunto quedó inhabitable por la suspensión de los servicios de agua, electricidad y gas. Por este motivo, los residentes de los 176 apartamentos de las cuatro torres que conforman el multifamiliar tuvieron que buscar temporalmente dónde alojarse.

Ese domingo, del conjunto, ubicado en la calle 61, entre carreras 41 y 43, fueron evacuadas 586 personas y 12 máquinas de bomberos, y 45 unidades fueron necesarias para controlar la conflagración que, de acuerdo con información de las autoridades, comenzó en la subestación eléctrica ubicada en el sótano del complejo habitacional, afectando a 16 vehículos.

Esta situación ha encendido las alarmas sobre el cumplimiento de las normas de seguridad en las edificaciones multifamiliares y si están preparadas para atender este tipo de emergencias.

EL HERALDO consultó a Silvia Padilla, presidenta de la Lonja de Propiedad Horizontal del Atlántico, quien señaló que lo ocurrido esa madrugada no solo es preocupante, es un campanazo de alerta para todas las propiedades horizontales en Barranquilla.

“Es preocupante, porque estamos hablando de las normas de construcción, que definen requisitos técnicos para la conexión de usuarios a redes eléctricas. Las normas técnicas no se cumplen en algunos edificios. Se observa que no existe un sistema de alerta ni detección temprana de incendios. Además, este tipo de edificaciones multifamiliares debe cumplir con esas normas”, advirtió.

La líder gremial afirma que en Colombia y en especial en la costa atlántica, no hay protocolos de evacuación en estos tipos de proyectos familiares. “Son muy pocos los simulacros que se hacen en los edificios”.

Esa ha sido una preocupación de años, y por eso elevó una solicitud tanto al Gobierno nacional como a la Alcaldía Distrital, con el fin de que se realicen simulacros de evacuación en caso de emergencias, ya sea por un fenómeno natural o un incendio en propiedades horizontales.

La respuesta que recibió por parte del Distrito fue que la responsabilidad de adelantar este tipo de actividades recae en cada edificio. En su momento, la Oficina de Gestión del Riesgo señaló que no realiza simulacros directamente: “Nuestra competencia está en brindar apoyo a las entidades para que realicen sus Planes de Gestión de Riesgos basados en la estructura de los tres procesos de la gestión de riesgos (Conocimiento del Riesgo, Reducción del Riesgo y Manejo de Desastres)”, se lee en la carta.

“Sería interesante que se convirtiera en política de Estado”, teniendo en cuenta, explicó que la propiedad horizontal va en aumento.

“Y entre más alto se construya, mayor es el riesgo de muerte, porque la gente no sabe evacuar edificios. Sin embargo, el Estado sí da licencias para construir en altura, pero no se hace responsable de lo que pase allí. Si tú no sabes evacuar, es problema tuyo”, expresó.

Resaltó que desde la lonja vienen realizando un trabajo pedagógico en torno a la convivencia en este tipo de edificaciones. “El ciudadano cotidiano no sabe vivir en este modelo. Cambiamos el concepto del barrio. De la casa pasamos a vivir en edificios de 11 pisos, y la gente no sabe evacuar. Hay quienes, incluso en medio de un incendio, intentan usar el ascensor, sin saber que existe una escalera de evacuación”, indicó Padilla.

A la fecha, en la lonja están agremiados 590 edificios; sin embargo, se calcula que en Barranquilla hay más de cinco mil edificaciones sometidas al régimen de propiedad horizontal.

Y algunos de estos proyectos no cuentan con las condiciones mínimas para enfrentar una emergencia. Puso como ejemplo urbanizaciones que no cuentan con suficientes unidades de parqueo y los residentes dejan sus vehículos en las calles, obstruyendo en muchas ocasiones el paso de una máquina de bomberos en caso de una emergencia.

“Todo esto coloca a la comunidad en estado de indefensión en caso de un siniestro como un incendio o el colapso de una estructura. Ni pueden entrar las máquinas ni pueden ingresar las ambulancias”, reiteró.

Actividades de prevención

La emergencia del edificio Las Flores del Recreo dejó al descubierto que muchas propiedades horizontales no cuentan con elementos mínimos ante una eventualidad como una alarma.

Algunos de los afectados señalaron que se dieron cuenta del incendio por el fuerte olor a quemado, el humo y el grito de sus vecinos.

Sonia Molina, una de las residentes afectadas, afirmó que “Ni el conjunto, ni Barranquilla, ni el Atlántico, ni Colombia estamos preparados para un siniestro de cualquier tipo. No estamos preparados”.

Una de sus conclusiones luego de la emergencia es que no existe un protocolo claro, no hay preparación. “Ni siquiera sabíamos a dónde dirigirnos. No hay un punto de encuentro, no había ningún reglamento, nada”, señaló.

Por su parte, Jaime Flórez, uno de los afectados de la torre B, también aseguró que se dio cuenta del incendio por el humo: “No hubo ni una alarma de aviso, no hay sistema de alarma ni señalización de evacuación”, enfatizó.

Otra de las situaciones que han tenido que enfrentar los inquilinos que han visto perjudicados es la incertidumbre de cómo reponer las pérdidas materiales.

Flórez, con voz de alivio, dijo que cuenta con seguro. “Yo tengo seguro, gracias a Dios. El vehículo que estaba en el sótano ya está en el taller. Pero hay muchos que no tienen seguro. El edificio tiene su seguro que cubre todo, pero cada apartamento debería tener su póliza”.

Josefina VillarrealPoco a poco los propietarios de los apartamentos sacan sus enseres y manda a arreglar sus vehículos

Una comunidad resiliente

La pregunta de muchos de los copropietarios es cómo van a reconstruir su apartamento y recuperar los bienes materiales que perdieron. Si bien muchos cuentan con una póliza de seguro, otros no.

Magda Macías, administradora, copropietaria y residente del conjunto lamentó lo sucedido, “es una tragedia que nos golpeó a todos”. Y aunque no ha sido una tarea fácil, desde el primer día viene trabajando para que se puedan habilitar lo más pronto posible los apartamentos de las torres menos afectadas.

“Las afectaciones fueron significativas, hemos iniciado todas las gestiones para poder habilitar las torres que menos daños presentaron y así lograr que por lo menos 88 familias regresen muy pronto a la copropiedad. Dependemos de los tiempos que nos definan los contratistas que ya estamos contactando para estas actividades”, indicó en diálogo con EL HERALDO.

Esta mujer sobre la cual recae la responsabilidad de sacar adelante esta comunidad, contó que algunos copropietarios tienen seguros privados y han hecho uso de los mismos. “Las copropiedades son una persona jurídica conformada por los mismos propietarios, por lo tanto, entre todos debemos determinar cómo se debe realizar el reconocimiento, pensando siempre en quien menos posibilidades tiene”, señaló.

En ese sentido, les pide a las autoridades distritales que aprovechando los censos detallados que realizaron identifiquen las familias que están en mayor vulnerabilidad, “Somos un conjunto residencial de estrato tres, algunas familias con más posibilidades que otras. Hay quienes viven con los recursos del día a día y esto los ha impactado fuertemente”, subrayó.

Ante lo ocurrido sostuvo que esta triste experiencia es una oportunidad de mejorar, “nos hacen resilientes y nos invitan a tomar acciones que minimicen los riesgos. Debemos reforzar lo que tenemos”, puntualizó.

La importancia de un seguro

La Federación de Aseguradores Colombianos, Fasecolda, indicó que, en Colombia, y particularmente en la región Caribe, persiste una baja cultura de aseguramiento. En el caso de Barranquilla, a marzo de 2025, se registraban 919 copropiedades aseguradas por un valor total superior a los $5,4 billones. Aunque no son cifras menores, evidencian la falta de protección suficiente sobre los bienes comunes en la ciudad.

Por otro lado, solo el 15 % de los hogares cuenta con algún tipo de seguro, lo que equivale a 57.958 viviendas protegidas. Esto significa que la mayoría de la población continúa expuesta a riesgos como vientos intensos, huracanes o incendios, como el ocurrido el pasado domingo.

Estos eventos dejan en evidencia que, aunque los riesgos son reales y frecuentes, muchas personas solo toman conciencia de la importancia del seguro cuando ya han sido afectadas. “Esto refleja una falta de prevención y una cultura de aseguramiento aún en desarrollo”, expuso Fasecolda.