El sonido de la maquinaria fabricando salud y bienestar, mientras que con una concentración infranqueable los operarios dejan cada medicamento en su empaque, listo para salir al ruedo y brindarle alivio a quien lo pudiera necesitar, es el cuadro viviente que se puede admirar en las principales fábricas de medicamentos del país.
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El solo pensar que de esas líneas de producción salen miles de pastillas al día, y que cada una de esas –a las cuales los laboratorios llaman moléculas– puede aumentar la esperanza de vida o generar confort a una persona asolada por los tentáculos de una enfermedad invita a reflexionar.
La fabricación de medicamentos conlleva una profunda responsabilidad. En Colombia, las principales fábricas de medicinas tienen como principal fin ejecutar, a la perfección, las fórmulas ya desarrolladas por investigadores científicos por más de 10 años.
EL HERALDO tuvo la oportunidad de ingresar a dos de las principales plantas de producción de medicamentos en Colombia. Estas se ubican en las ciudades de Bogotá y Cali, siendo operadas por los laboratorios Eurofarma y Genfar, respectivamente.
El equipo de trabajo de estas empresas describió el largo proceso para lograr que una pastilla termine en un hogar, atravesando el océano, montañas y exigentes ensayos de calidad.
“Los insumos los adquirimos desde el mercado asiático, que es el mayor productor de estas bases. En Latinoamérica la mayoría de estos productos vienen de allá, salvo en Argentina que tiene una política muy fuerte de producir sus insumos”, explicó la barranquillera Rosalba Pantoja Ramos, directora ejecutiva de operaciones de Eurofarma.
Las bases para la fabricación de las moléculas, ya de por sí, viven un largo viaje desde la otra punta del mundo antes de llegar a las plantas.
Estos suben desde el puerto de Buenaventura y luego, en mulas, llegan hasta Bogotá y Cali para empezar el proceso de esta ‘alquimia’ del bienestar.
Las puertas abiertas
Desde su entrada al mercado colombiano, hace más de diez años, desde dicha empresa se han redoblado los esfuerzos para que desde su adquisición la actual planta en Bogotá, que pertenecía a un laboratorio colombiano, se haya sometido a múltiples procesos de actualización.
Desde la distribución y almacenamiento de los insumos, así como el pesaje en las dosis adecuadas se lleva con extenso control en diferentes fases.
Así pues, los encargados de la bodega clasifican con cuidado cada material, otro grupo se encarga de despacharlo al área de pesaje, donde un experto controla el peso al menor cuidado, casi con los átomos precisos. Se mezclan las unidades y, en función de la presentación –pastillas recubiertas o no, jarabe, polvo, etc.– se van a la máquina del caso.
Pero tener el medicamento finalizado no basta. Para que pueda llegar a las manos de los pacientes estos deben ser empaquetados, mediante maquinarias que los embasan en diferentes presentaciones, según sea el caso.
Los diferentes componentes reciben un tratamiento particular en función de los cuidados que deben tener. En las fábricas hay varias líneas de empacado para los llamados blisters, empaques de plástico perforado y sellado, ya sean transparentes u oscuros, esto con el fin de conservarlos, porque si bien están aislados de la humedad del aire y el medio ambiente al estar sellados al vacío, esto a veces no basta y es necesario que permanezcan incluso aisladas de la luz del exterior, por lo cual vienen selladas en materiales opacos.
Las mismas medidas son tomadas con medicamentos acuosos o líquidos, con sus presentaciones, dejando abierta la pregunta: ¿Por qué tanta cantidad de pastillas en cada empaque o por qué tantos mililitros en cada frasco? Las respuestas de ambas plantas fue la misma: “Lo que buscamos es lograr un punto de equilibrio entre el costo de producción, la preservación de la calidad de producto y el acceso a las personas”.
Las pruebas no se detienen

Curiosamente, durante el recorrido original por la planta se empezó por el final. Esta casa periodística accedió al laboratorio de control de calidad donde, desde una muestra estadística que les permite establecer en cada caso cuántas unidades probar de cada medicina, escogen al azar un lote para confirmar la composición y las reacciones que deben tener estos químicos una vez elaborados.
“Estos medicamentos llevan muchos años en elaboración. Algunos, incluso décadas, nosotros no buscamos saber cuáles son los resultados que se obtendrían, puesto que estos ya son obtenidos durante los estudios. Nosotros ya sabemos cómo serían y lo que hacemos es confirmar que esos resultados se den al tiempo de la letra. Si no se llegan a confirmar, debemos proceder a desechar todo el lote y revisar dónde estuvo la falla, en qué punto del proceso”.
Una maquina fascinante en ese punto de la revisión es donde se recrean las condiciones dentro del estómago humano: calor, grado de alcalinidad de los ácidos gástricos y otras variables, donde se aseguran de que se diluyan en el tiempo esperado, sin generar afectaciones como la llamada acidez, una forma de confirmar sus principios activos.
¿Y la distribución?
La actual coyuntura del sistema de salud colombiano lleva a preguntarse: ¿si miles de estas moléculas se hacen a diario, por qué no llegan al país?
La respuesta es llamativa, pero se corresponde a la realidad: la empresa se dedica a la fabricación y la distribuyen a las grandes marcas mayoristas, que son sus clientes, y desde ahí poder llegar a los pacientes. Más allá de ese punto, no hay claridad del porqué la medicina no llega a las manos de las personas que lo necesitan.
“Nosotros movemos toda la operación logística para entregarlos en los tiempos que se requieren, porque ahí necesitan oportunidades y servicios. Nuestra estrategia comercial está alineada con ir a los pequeños mercados donde no todo el mundo quiere ir a entregar. También va al lado como de la visión nuestra de darle acceso, promover el acceso a la salud”, señaló el gerente de Eurofarma, Guillermo Moreno.
Rosalba Pantoja Ramos, la barranquillera que manda la parada en Brasil

Con el acento caribeño mezclado con el portugués, la barranquillera Rosalba Pantoja Ramos demuestra todos los días no solo su voz de mando, sino la sapiencia que la llevado a ocupar el cargo de Directora Ejecutiva de operaciones Internacionales Eurofarma, desde la sede central de la compañía en San Pablo, Brasil. Contó a EL HERALDO cómo llegó a una posición alta dentro de la estructura empresarial de la multinacional.
“Yo trabajé toda la vida aquí en Colombia y fui transferida a Brasil por la multinacional con la que trabajaba en ese entonces, Merck Sharp and Dome. Fui llamada por Eurofarma a ocupar la posición de directora de calidad. Entonces ahí fue que di mi salto de expatriada a trabajar y entonces fue entrar en una cultura brasilera, diferente”.
Llegó sin saber mucho portugués, pero ahora domina fluidamente el idioma, y sus decisiones han contribuido al crecimiento de la compañía, en la cual ella colabora con más de 17 mil personas, teniendo casi en un 50 % paridad de género en los puestos de trabajo.
“Cuando yo llegué creo que era la única extranjera en Brasil. La cultura de Eurofarma es de mucha apertura. Entonces fue fácil entrar en esa cultura y crecer. Es una empresa que me ha dado no solo a mí, sino a muchos profesionales, la oportunidad profesional de ocupar esas posiciones”.