
El patriotismo se vuelca hoy en las hazañas deportivas
Así lo sostienen historiadores consultados por EL HERALDO a propósito de la celebración de la Independencia de Colombia, hoy 20 de julio.
Poner la bandera de Colombia en la fachada de la casa. A eso, en muchos hogares, se ha reducido la celebración del 20 de Julio, fecha que conmemora el grito de Independencia de nuestro país.
En décadas pasadas, esta fiesta patria llenaba las calles de la ciudad con desfiles militares y de las bandas de guerra de los colegios.
“Desfilaban en traje de gala hasta el Paseo Bolívar. Era una celebración pública, las bandas tenían una intensa competencia, hacían piruetas con los bastones de mando”, recuerda el historiador Rodolfo Zambrano, y añade que se hacía un tedeum (oficio religioso) en la Iglesia de San Nicolás, y posteriormente en la Catedral Metropolitana María Reina. “Asistían las autoridades, el alcalde, el gobernador y los altos mandos militares”, sostiene, a diferencia de hoy en día, en la que considera hay una “ausencia de sentimiento patrio”.
Alba Irene Sáchica Bernal, profesora investigadora de la facultad de Filosofía y Ciencias Humanas de la Universidad de la Sabana, explica que para ese momento, esa “era la concepción de la representación de la patria. Las banderas, los ejércitos, eran los símbolos que demuestran que buscamos la libertad”.
Sin embargo, esa idea de libertad “ya no es tan agobiante porque hoy en día todos nacimos en el mundo libre”, sostiene la experta en historia de Colombia.
Coinciden los expertos entonces en que ese patriotismo, ese sentimiento de cohesión, hoy en día no reside en la búsqueda de la libertad ni en el orgullo de haberla obtenido, ni tampoco en la figura del Presidente de la República (como lo estipula la Constitución Política de Colombia), sino que “lo tienen entidades u organizaciones ajenas a la propia institucionalidad del Estado”, según explica Hernán Olano García, director del programa de Humanidades de la Universidad de la Sabana.
Olano, quien cursó un postdoctorado en Historia, sostiene que actualmente, nuestras glorias deportivas, como la Selección Colombia, Nairo Quintana y Caterine Ibargüen, entre otros, que nos representan con altura en el mundo, son quienes despiertan nuestro sentimiento de orgullo patrio.
En palabras más sencillas lo dice Rodolfo Zambrano: “La gente pone más la bandera cuando hay partido de la Selección Colombia que el 20 de Julio. Eso aglutina, aúna”.
Las causas de este fenómeno son numerosas, pero Alba Irene Sáchica resalta sobre todo la carencia de otro tipo de héroes. “Ya no se cree en nadie. Lamentablemente, el tema de la descomposición de las instituciones oficiales, la corrupción, hacen que se pierda la credibilidad”, por eso aparecen otros íconos que “han sido capaces de aglutinar en torno a ellos una simbología. Representan una esperanza y una posibilidad”, sostiene la historiadora.
Pero para Julián Lázaro, historiador de la Universidad del Atlántico y candidato a Doctor de la Universidad Pablo de Olavide, de Sevilla, este tipo de patriotismo no crea nación.
“Tal vez ponerse la camiseta implica la máxima expresión del patriotismo, aunque yo lo pongo en tela de juicio. Me pregunto si somos verdaderamente patriotas cuando no somos capaces ni siquiera de tener un mínimo de tolerancia frente una opinión diferente. Para mí ser patriota es pagar los impuestos, ser una persona crítica, que aporta a la sociedad, que quiere a su país, que cuida los espacios públicos. Para mí, ser nacionalista –en el buen sentido de la palabra– va mucho más allá, es respetar al otro, hacer un voto a conciencia...”.
Sin embargo, Alba Sáchica sí ve algo positivo en este fenómeno.
“Estos son elementos que demuestran que es posible la unidad en torno a un objetivo común, que sería la nación. El sentimiento patrio está, lo que no hemos logrado todavía es que la gente tenga, detrás de ese sentimiento, el conocimiento histórico de lo que han significado estos 200 años de Independencia”.
Historia
El 20 de Julio de 1810 se celebra la expedición del Acta de Independencia por parte del cabildo de Santa Fe. Joaquín Camacho, asesor del cabildo, fue al palacio para solicitar nuevamente ante el virrey Amar y Borbón la formación de la Junta del Gobierno (para permitir al pueblo más poder de decisión sobre sí mismos), pero este se negó. Luego, Luis Rubio, Francisco Morales y sus hijos fueron a la tienda del español José González Llorente a solicitar en préstamo un florero para arreglar la mesa para Antonio Villavicencio. Llorente se negó y respondió “me cago en Villavicencio y en todos los americanos”, provocando la ira del pueblo que tomó ese hecho como excusa para formar una reyerta. “Es un momento de coyuntura donde explotan los hechos que venían de casi los últimos 30 años, de inconformidad con la administración colonial”, explica Alba Sáchica.