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Antes de cruzar la puerta, las leyendas sobre telas de colores hacen disminuir el paso por los leves movimientos de hombros que aparecen como impulso, mientras las canciones comienzan su melodía en la mente. 'Voy a la ciudad, voy a trabajar…', 'Tamarindo seco se le caen las hojas…', 'No le pegue a la negra…'. Entrar a la Intendencia Fluvial, desde ayer y hasta el 30 de julio, será como regresar a las verbenas que inmortalizaron el sabor del Joe Arroyo en los ambientes más festivos de Barranquilla.

Colgados del techo brillan con el esplendor de siempre las excéntricas vestimentas que el cantante cartagenero llevaba a sus tarimas. Los encajes, pedrería y bordados de los originales turbantes al estilo africano recuerdan el pasito en una baldosa que mantenía la cabeza firme frente al micrófono. Hasta las graderías a reventar detrás de las vallas de metal en sus conciertos fueron recreadas en la exposición ‘Joe vive’.

La muestra refleja la esencia de lo que fue artista: 'una persona que vivía en un mundo paralelo, para la que sólo existían dos cosas: la música y la familia. Esta es una bonita forma de preservar todos sus recuerdos, un agradecimiento a todos los que estuvimos a su lado, de diferentes formas', manifiesta el cantautor Chelito De Castro, amigo personal y musical de Joe, y quien lo ayudaría en varias de sus composiciones, entre ellas En Barranquilla me quedo, grabada -el próximo 24 de julio- hace 28 años.

En 600 piezas quedó resumida la vida de Joe, que se exhibe de forma permanente en el Museo que lleva su nombre, ubicado en una de sus residencias –en la carrera 38 con calle 80B-, proyecto que lideran sus hijas Eikol y Nayalibe. Composiciones a puño y letra, carátulas de los discos y miles de fotografías familiares son algunos de esos recuerdos, parte de los cuales decoran hoy las paredes de la Intendencia Fluvial.

'Es hermoso ver todo. Nosotras esperamos que esta sea la iniciativa para materializar la casa de Joe aquí en Barranquilla. Este es sólo un abre boca de la historia detrás de mi papá', expresa Nayalibe, una de sus seis hijos, a quien tuvo con Mary Alonso, la musa de la famosa canción Mary.

A cinco años de su muerte –que se cumplirán el próximo 26 de julio-, la Secretaría Distrital de Cultura, Patrimonio y Turismo rinde honor al recorrido musical y personal del artista con una serie de actividades culturales que van desde conciertos hasta conversatorios.

Por el momento, están abiertas las puertas -de lunes a sábados, de 9 a.m. a 5 p.m.- de esa especie de ‘palacio terrenal’ del Joe que ya partió, no sin dejar una huella imborrable en la música Caribe colombiana.

Música. Una simple palabra que engloba a todo un Joe; sus sones de clave, el rechiflido particular de su garganta, su sangre Caribe, su ingenio en cada composición, su afinado registro, en fin… su vida, la artística que lo llevo a la cima de la fama, y la personal en la intimidad de su hogar. La misma palabra con la que se podría describir la exposición que hoy le rinde honor: música.

Recuerdos

Trajes: Los vestuarios eran coloridos y brillantes, y un poco excéntricos.

Accesorios: Algo característico del Joe eran estos ornamentos.

Clave: En tarima tocaba ese instrumento. Detrás están sus composiciones a mano.