Desde que llegó la ‘manguera’ me toca barrer todos los días la terraza y parte de la calle, porque estos palos están muy cargados y los mangos maduros se caen solos como piedras al suelo, y se parten por el golpe. Entonces tengo que estar pilas para no resbalarme un día de estos con un bendito mango', sentencia Juana del Rosario Cabarcas, habitante del barrio Las Palmas, ubicado en el sur oriente de Barranquilla.
La veterana mujer afirma que desde que empezó la temporada de los mangos se le ha convertido en una terrible 'pesadilla'. Sin embargo, al otro lado de la ciudad, en los sectores de Riomar y Centro Norte Histórico, los mangos son recibidos como 'maná del cielo', así lo afirma Lorena Armella Ramírez, habitante del barrio Paraíso.
'Aquí los utilizamos para todo. Hacemos jugo, mermelada, ensaladas, bolis. Incluso extraemos la pulpa y la conservamos congelada, para así tener mango no solo en cosecha, sino para todo el año', dice la mujer.
Por otra parte, José David Consuegra Tapias, habitante del barrio Prado, cuenta que la llegada de la cosecha del mango le evoca un sentimiento de 'amor y odio'. El hombre de 51 años cuenta que 'es fascinante el olor que los árboles de mango del jardín emanan un aroma delicioso, como a dulce. Pero también detesto cuando esos mangos caen en el techo, causando un estruendo enorme, que me espanta el sueño todas las noches'.
Fuera de la ciudad, en Malambo, la cosecha de mango también aflora en cantidades en toda la zona rural de este municipio. En el kilómetro uno de la vía hacia el corregimiento de Caracolí se encuentra ubicada la finca Urumita, en la que hay plantados alrededor de 150 árboles de mango de diversas especies, según su administrador, Roberto Polo, quien además cuenta que diariamente recoge entre 200 y 500 mangos de azúcar, los que utiliza para el consumo de su hogar, los regala a sus vecinos y, la mayoría de ellos, los utiliza para alimentar las vacas que cuida.
'Este año se ha perdido mucho mango, porque no hay mucha variedad', afirma Polo.
La cruel sequía
Freddy Gutiérrez tiene 20 años vendiendo frutas en el mercado La Magola del Centro de Barranquilla. El veterano comerciante cuenta que en otros años, la época del mango era 'excelente' porque había toda una variedad de la fruta.
'Yo vendía mango de hilacha, de azúcar, el filipino, mariquita, pero este año el único que nos llega es el mango de azúcar y a veces el filipino. Eso ha bajado un poco la venta, porque no todo el mundo puede comer esa clase de mango'.
La nutricionista Ana Julia Suárez Ochoa comenta que 'el mango de azúcar es rico en vitamina C, pero no es conveniente para el consumo de personas que padezcan diabetes. Incluso comerlo en exceso puede ocasionar daños estomacales severos'.
Sin embargo, la chef de gastronomía tradicional María del Carmen Gutiérrez dice que 'la cosecha del mango de azúcar y el filipino se puede usar para diversas recetas. Por ejemplo el de azúcar, por ser tan dulce, sirve para preparar postres, flanes, helados, natillas, sorbetes y deliciosos refrescos. Por otra parte, el mango filipino es más carnudo y menos dulce, así que puede ser usado en ensaladas y en chutneys'.
Helado de mango
Ingredientes:
200 gr. de mango fresco, zumo de limón, 15 gr. de miel, 50 gr. de azúcar, 1 pizca de sal y 125 ml. de crema de leche.
Procedimiento:
Se bate la pulpa del mango con el zumo de limón, la miel, el azúcar, la sal y la crema. Luego se tritura hasta tener un puré fino y se refrigera durante unas horas hasta que se congele. Se puede servir con arándanos frescos o un poco de salsa de chocolate.