Amigos y familiares le dieron el último adiós a Héctor Hernández Ayazo, uno de los más leídos editorialistas de la ciudad; exdirector del diario El Universal; catedrático universitario; y reconocido abogado y asesor de importantes empresas.
Ayazo, quien falleció el domingo pasado a las cinco de la tarde, a los 71 años, fue por siete años, entre 1993 y 2000, director de El Universal.
Se caracterizó por su defensa férrea de los intereses ciudadanos. Atacó las malas prácticas políticas que desangraban el erario y dirigió trabajos de investigación periodística que pusieron al descubierto manejos irregulares de los recursos públicos.
Dueño de una pluma amena, erudita y vertical en sus posiciones. En la calle se decía que no tenía pelos en la lengua para decir lo que muchos no se atrevían. Se ganó el respeto de la clase dirigente y la admiración de los lectores y los ciudadanos de bien.
Fue igual un catedrático de gran reputación. Sus alumnos lo apreciaban por su rigidez, pero igual por su sabiduría y humildad. La capacidad de enseñar y su gran cultura. Era un lector voraz y estudioso imparable. Por veinte años fue profesor de la Universidad de Cartagena; también catedrático de las facultades de Derecho de la San Buenaventura; la Libre y la del Sinú.
Fue miembro del Colegio de Abogados Comercialistas de Colombia y fue Conjuez del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Cartagena. Asesor de importantes empresas de la ciudad y la Costa Caribe.
Un gran humanista, de una generosidad incomparable, humilde y ajeno a homenajes públicos; fue un profesional siempre preocupado por el devenir de la ciudad y dueño de una capacidad intelectual privilegiada.
Sus amigos lo recuerdan por ser un gran conversador; organizaba tertulias informales para debatir la realidad de Cartagena, analizar el futuro y poner los dedos sobre la llaga, cuando se hacía necesario.
La columna que escribía los domingos en El Universal se convertía en tema de conversación en los corrillos políticos y en distintos sectores ciudadanos. Ayer a las cuatro de la tarde se celebró una eucaristía en la iglesia de Pie de La Popa y posteriormente se procedió a la cremación de su cuerpo.