El más grande músico colombiano de todos los tiempos, Lucho Bermúdez (1912-1994), debe estar feliz. Este año ha sido consagrado como el año de su centenario por parte del Ministerio de Cultura, las manifestaciones de cariño, valoración y reconocimiento por parte del pueblo colombiano y de su intelectualidad se han hecho presentes a lo largo y ancho del país desde comienzos del año.
Este fin de semana el turno le correspondió al Hay Festival Cartagena, donde se le rindió tributo el domingo por la noche durante casi dos horas.
En un evento con la estructura de un musical, el cantautor samario Carlos Vives (1961) hizo las veces de anfitrión y presentador. Los invitados: el periodista bogotano Daniel Samper Pizano (1945), el realizador audiovisual Juan Vicente Contreras y, por supuesto, algunos músicos de la legendaria “Orquesta de Lucho Bermúdez”, dirigidos por Rafael Sandoval".
Vives, de chaleco, jean y tenis, lució una camiseta que decía “Desesperadamente buscando a Lucho” y una imagen del maestro nacido en Carmen de Bolívar. “El mapa de Lucho es el del realismo mágico”, afirmó al considerar las ciudades en las que vivió el maestro: El Carmen, Aracataca, Santa Marta, Cartagena y Barranquilla. Samper justificó su participación en el homenaje afirmando: “Pertenezco a la primera generación de bogotanos que adoptó la música de Lucho como música colombiana”. Mucho había corrido el agua de la música, debajo del puente del tiempo.
Porque según contó el periodista, a la llegada de Bermúdez a Bogotá y al hacer sus primeras participaciones en la radio, un columnista del periódico El Tiempo se preguntó: “¿Qué hace sonando esta música de negros acá?”. En el caso de Contreras, su presencia fue justificada por un corto video institucional que recoge imágenes de archivo de presentaciones del maestro carmero.
“Para poder entender a Lucho hay que superar dos complejos: El que dice que todos los conquistadores fueron unos bandidos y el aporte de los indígenas a nuestra cultura. Porque hablar de Lucho es hablar, otra vez, de la cumbia. Somos Europa, África y América unidos en el mestizo sonido de la cumbia”, dijo Vives entusiasmado.
Ante la mención Vives de la influencia recibida por Lucho de la música europea y del jazz de las “big bands”, Samper le preguntó: “¿Te imaginas lo que hubiera mejorado Benny Goodman si hubiera usado la guacharaca?”.
Acto seguido los músicos interpretaron Cumbia en La Bemol. Luego Vives aprovechó para lanzar una teoría sobre el origen del porro. “A lo mejor fue ese contacto que tuvieron nuestros músicos locales con las bandas de jazz que tocaban en los barcos que subían por el Magdalena o por el Sinú”, dijo.
Al retomar el tema central manifestó que Bermúdez fue el primero en llevar la música colombiana por el mundo. “Encontró la manera de ser universal, sin dejar de ser colombiano. Ahí está su grandeza”, aseguró.
Por su parte, Samper confesó que la música de Lucho la oye con los pies. Le da ganas de bailar. “La música del interior es muy aburrida para bailar. Yo no sé cómo no se acabó la raza bogotana con esa música”, afirmó en broma.
Ante la afirmación de Samper, Vives se declaró admirador de los bambucos y los pasillos, géneros musicales que también cultivó Lucho Bermúdez. “Lo bello que tenemos en Colombia es que estamos unidos en la diversidad”, concluyó. A su vez, Samper recordó la ocasión en la que Vives se encontró con Lucho en un club de Bogotá y este, ante las explicaciones del samario al micrófono en torno a los aplausos que le prodigaba el público, simplemente le pidió: “Deja de hablá tanta mierda y ponte a cantá”.
Y eso mismo le repitió Samper a Vives. “Tengo que dar datos, no sólo puedo cantar y bailar, pa que me inviten otra vez al Hay”, respondió Vives entre risas. E invitó al escenario a la cantante Anita Vergara, de la Kalamary Big Band, para que cantara Salsipuedes, Gloría María, Carmen de Bolívar, San Fernando y Burucuca. Todo el teatro se levantó a bailar. “Deberíamos ponerle a nuestros hijos en el tetero más Lucho Bermúdez y menos reguetón. Sin duda tendríamos mejores hijos”, concluyó Vives antes de quitarse el chaleco, ponerse de espaldas al público y mostrar la frase que tenía al revés de su camiseta: “HAY Lucho pa rato”. Al final, y a petición del público, el porro Tolú puso broche de oro al festival.
Por Juan Carlos Ensuncho