Pese a que todos los indicadores ratifican que la crisis de la salud se agudiza, el Gobierno persiste en su sectarismo para presionar la imposición de su modelo.
Para muchas naciones las tasas representarían un golpe económico fuerte, por lo que se ha convertido en prioridad en su agenda de país dicha reunión con EE. UU.
El excanciller tendrá que aclarar ante la justicia el supuesto complot, en tanto Petro debería ser más responsable al vincular a otros en su relato victimista.
A juzgar por el pulso que mantienen, cada uno en la defensa de su trinchera argumentativa, este no parece ser el camino elegido. Antes bien, las posibilidades de acercarse o de establecer puntos de encuentro lucen distantes, porque ninguno de los aludidos tiene prisa ni interés de llegar a ellos. Deberían revisar sus actitudes. Es evidente que si no deponen sus antagonismos ideológicos, controlan su tensión emotiva e incontinencia verbal y entierran el hacha de guerra no será posible retomar el diálogo, justo cuando más se requiere, debido a que las aguas que reventaron Cara ’e gato, en dos ocasiones distintas, seguirán al alza por un tiempo.
Sin reivindicar colores políticos ni diferencias ideológicas, los colombianos marcharon en paz en defensa de la vida para demostrar que es posible entendernos.