
Teyrungumu, el primer físico arahuaco de Colombia
Es tutor de uno de los programas de Mineducación para apoyar procesos formativos en su comunidad.
Teyrungumu Apolinar Torres Zalabata tiene 29 años, pero su voz parece la de alguien mucho menor. Vive con su esposa e hijo en Valledupar, aunque se crió junto a sus padres en Séynimin, una comunidad indígena del Cesar ubicada en la Sierra Nevada de Santa Marta.
Es tutor de uno de los programas del Ministerio de Educación llamado ‘Todos a Aprender’. Ahí apoya a los maestros de su asentamiento y busca metodologías para seguir enseñándoles a los niños la importancia y el cuidado de su entorno y de sus costumbres.
“Buscamos fortalecer la educación propia bilingüe intercultural que desde hace un tiempo se viene desarrollando. Hace varios años en nuestra comunidad se creó un modelo educativo propio para fortalecer los valores y principios culturales que nos identifican como arahuacos, como pueblo”.
Recalca que uno de sus mayores propósitos es que los más pequeños reciban una educación escolarizada y así tengan la oportunidad de ir a la universidad y fortalecer conocimientos propios, tal cual como él lo hizo.

En 2016 se graduó como Físico en la Universidad Nacional, en Bogotá. En la capital de Colombia conoció algunas personas que le ayudaron a realizar a modo de prácticas un viaje a la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN), ubicada en Ginebra (Suiza), y a Italia, donde también tuvo la oportunidad de conocer el Centro Internacional de Física Teórica (ICTP) apoyado por la UNESCO.
“El deseo de estudiar Física y conocer la ciencia nace de un proceso en la comunidad cuando era niño. El lugar donde nací se caracteriza porque tiene conocimientos y valores muy arraigados. Siempre estuve inmerso en los procesos comunitarios con los líderes espirituales o los mamos. De allí nace la curiosidad de conocer cómo se dan las cosas”.
El físico arahuaco hace un flashback y recuerda que fue difícil graduarse del colegio, ya que tuvo que suspender sus estudios durante dos años por el conflicto armado que azotaba a su comunidad en esa época. Sin embargo, sacó fuerzas y se mudó a Valledupar para culminar su bachillerato en la Institución Educativa CASD Simón Bolívar. Antes de graduarse de bachiller, concursó por uno de los cupos que ofrecía la Universidad Nacional para población indígena, y gracias a su puntaje logró entrar.
Resalta que sus padres fueron un gran apoyo en su proceso de cambio de ciudad, y que siempre lo motivaban haciéndole saber que “cualquier persona podía tener la capacidad de entender y la disciplina para conseguir lo que se proponía”.

La llegada de Teyrun a la capital de Colombia fue compleja. Estar sin su familia, arribar a un lugar donde no conocía a muchas personas, aprender desde cero el inglés y adaptarse a una ciudad tan “agitada” – como él mismo lo expresa – le costó mucho: “Mi llegada a Bogotá fue uno de los procesos más exigentes que he tenido. Es una ciudad muy diferente, los ritmos, los tiempos, la educación no es igual. Eso ya hace una gran diferencia”.
En su comunidad la lengua materna es ikūn, por lo que durante su etapa colegial le enseñaban a hablar español mientras aprendía sobre distintas materias. Posteriormente en la universidad el reto fue aprender inglés, una barrera que lo apartaba de los libros imprescindibles para la Física.
“Recuerdo que en la Universidad había una materia llamada ‘Mecánica Newtoniana’, el libro clásico estaba en inglés y debía leerlo. Me tocó hacer un sobreesfuerzo, ya que mientras me adaptaba a la matemática y a la física, debía tener el diccionario en la mano para comprender muchas cosas en inglés”.
Luego de graduarse inició su maestría sobre Física de Partículas Elementales, sin embargo, también se vio afectado por las consecuencias de la pandemia, y tuvo que suspender su postgrado y regresar a la capital del Cesar.

Este arahuaco se considera “sensible ante todos los temas sociales y problemáticas de la comunidad”. A pesar de participar activamente en la defensa de sus costumbres, Teyrun admite que una serie de circunstancias ha provocado que se vulnere la toma de decisiones en el territorio donde nació.
“Lo que tengo y he logrado ha sido el resultado de la lucha que han tenido nuestros mayores por conservar nuestra cultura. Debemos honrar eso si tenemos la oportunidad. Estas situaciones me dan fuerzas y me impulsan para poder retribuir ese gran esfuerzo”.
Por otra parte, también ayuda a visibilizar el trabajo, no solo de las mujeres de su comunidad, sino también de otras partes del país y del mundo. De hecho, a través de su cuenta de Twitter, reconoce y difunde información sobre la defensa de los derechos de las mujeres y los logros que algunas indígenas del mundo han alcanzado.

Una de las metas de Teyrungumu es seguir llevando a cabo la divulgación científica, una metodología que se basa en inculcar la ciencia y los conocimientos sobre temas como la astronomía, electromagnetismo, y demás, a personas o poblaciones no científicas.
Recientemente creó el proyecto ‘Agua Maestra’ junto a su esposa y profesores de la comunidad. La idea tiene como finalidad enseñarles a los más pequeños la importancia de la naturaleza y difundir algunos temas de la ciencia.
“Me pareció interesante poder llevarle mis conocimientos a los niños para así cuidar el territorio y ayudar a sensibilizarlos. Nunca he dejado a un lado el interés por el medioambiente, el cambio climático, las condiciones y el agua”.
Aunque en el programa de Mineducación del cual es tutor solo tiene asignada la población arhuaca, el indígena espera poder seguir originando herramientas pedagógicas a maestros y estudiantes de otras partes de Colombia.

Al preguntarle a Teyrun cómo se ve en un futuro, expresa que se visualiza apoyando a su comunidad en todos los procesos que tengan que ver con la reivindicación de la población, de sus derechos y de su cultura: “Me veo apoyando esos procesos. Todos enfocados en beneficiar a mi familia, a mi comunidad. Me siento orgulloso de mi cultura y de mi gente”.
Respecto a la física dice que le gustaría regresar a Suiza y sumarse en investigaciones que tengan que ver con partículas elementales, física cuántica o astrofísica. También espera poder terminar su maestría pronto para iniciar un doctorado y publicar un artículo.
Finalmente, este hombre confiesa que ser el primer arahuaco físico del país puede servir de inspiración para otros jóvenes que decidan estudiar física u otras áreas de la ciencia.
“Esto demuestra cómo las comunidades indígenas también tienen esa capacidad de entender y de adentrarse en ese conocimiento del mundo que los rodea. Aunque también se trata de ser capaz de entender aspectos no solo desde los científicos, sino también de lo social, cultural y político, eso también es reflejo de nuestras capacidades”.