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Sociedad

Luis Enrique Martínez desafió la muerte en una ‘Pijama ’e palo’

Tocando acordeón y cantando, el homenajeado este año en el Festival de la Leyenda Vallenata posó para la portada del álbum que grabó con su conjunto en 1971.  

A finales de 1971 el juglar Luis Enrique Martínez Argote tuvo la osadía de sentarse, tocar su acordeón y cantar dentro de un féretro, algo nunca visto en la historia de la música vallenata.

Todo eso lo hizo por sugerencia de los creativos de la disquera Codiscos para ilustrar la carátula de su segunda producción musical grabada por Gabriel Álzate,  que llevó el título de ‘La pijama ’e palo’, canción de la autoría de Camilo Namén Rapalino.

El hecho sucedió en Medellín y la sesión fotográfica estuvo a cargo de León Ruiz Flórez, quien se tomó su tiempo para hacerlo desde distintos ángulos, para que la diseñadora Olga Walter pudiera lograr su objetivo.

Sobre esa inusitada sesión fotográfica, el corista Joaquín Pablo Cervantes Osorio, más conocido como ‘Jhonny’ Cervantes, contó una curiosa anécdota. 

“Ya habíamos grabado el disco donde estuve como corista invitado y faltaba la carátula, pero convencer a Luis Enrique para que se montara en ese cajón, tocara su acordeón y cantara, no fue nada fácil. Primero, porque tenía miedo de hacerlo argumentando que eso era como llamar la muerte y segundo, por ser obeso. Entre cuatro personas lograron montarlo y hasta salió asustado en la foto”.

La sorpresa de Camilo

El compositor Camilo Namén Rapalino ha tocado muchas veces en sus canciones el tema de la muerte, caso de la obra dedicada a su padre, Felipe Namén Fraija, titulada Mi gran amigo.

“Tan bueno y tan noble como era mi padre, y la muerte infame me lo arrebató”. 

También en la canción Encuentro con el diablo, dijo: “Me dicen que el 3 de noviembre la radio una noticia dio, y así lo gritaba la gente, un parrandero bueno se murió”.

En esa ocasión direccionó su canción reflexionando directamente con la única realidad de la vida, la muerte, donde “una ‘pijama ’e palo’ es lo único que se lleva a la hora de cerrar los ojos definitivamente”.

Ante tantos recuerdos al lado del juglar Luis Enrique Martínez, a quien denominó como el mejor de todos los tiempos del vallenato, porque supo esculcar a fondo el acordeón dejando una gran escuela, manifestó: “La canción ‘La pijama ’e palo’ se la canté en Fundación, Magdalena, exactamente en el hotel Buenos Aires. En esa parranda de una vez me dijo que me la iba a grabar, y así sucedió. Lo que me sorprendió fue verlo en la carátula del disco dentro de esa ‘pijama ’e palo’. Pobre hombre que le hicieron esa gracia estando vivo”. 

Ese disco salió exactamente el viernes 12 de noviembre de 1971.

Namén continuó con su relato: “Tiempo después nos encontramos, y esa fotografía fue motivo de celebración y comentarios jocosos debido a la manera como él salió en la carátula. La canción llamó la atención a pesar del tema que trata, la muerte, que a nadie le gusta”.

Enseguida, habló en detalle sobre el motivo de la canción: “La hice viendo la manera de ser de algunas personas que humillan, maltratan y son prepotentes. En fin, esa pelea constante del hombre contra el hombre, sabiendo que nuestro destino es una tumba, teniendo que dejar riquezas, familia y demás. La lección de la canción es que en la vida debemos ser buenos, nobles y honestos”.

La gran parranda

Entre las parrandas memorables de Camilo Namén con Luis Enrique Martínez está la que se llevó a cabo en Valledupar. 

“Hace muchos años invité a una parranda en mi casa a Luis Enrique Martínez, Alejo Durán y al compositor José Benito Barros. Allá llegó un rato Consuelo Araujonoguera. Lo que más llamó la atención fue cuando Luis Enrique tocó el acordeón para que José Barros cantara su bella canción La piragua. Esa fue mucha emoción de ‘La Cacica’”. 

Entonces fue cuando a Camilo Namén, ese gigante de la composición vallenata, se le notó su lado más humano porque después de recordar ese episodio su rostro se llenó de lágrimas.

El tiempo ha pasado y la canción nunca ha perdido vigencia, porque trata la gran realidad de la vida, esa de la cual nadie se escapa. Así se inspiró el compositor, diciendo. “En la vida tenemos un cajón, una tumba fría y no sabemos dónde, pero hay una mujer escondida que está viendo todo y se llama la muerte”.

Aquella vez Martínez desafió la muerte, pero ella llegó cuando menos la esperaba con sus manos silenciosas y sin preguntar nada. Él se despidió de la vida en Santa Marta el sábado 25 de marzo de 1995. 

Este año el juglar que nació en Fonseca, La Guajira, el 24 de febrero de 1923, será el gran homenajeado en la edición 56 del Festival Vallenato, para conmemorar el centenario de ‘El Pollo Vallenato’.

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