El Heraldo
Cortesía Garabato de la Ocho
Sociedad

Garabato de la Ocho, un brillo en el Carnaval de Barranquilla

Los danzantes quieren mantener vivo el legado por el que han venido trabajando por más de 23 años. Esta danza ha ganado 20 Congos de Oro.

Con el coro “buenas noches presidente, buenas noches cómo está, la danza del garabato lo ha venido a saludá”, los danzantes de esta afamada comparsa se congratularán con propios y visitantes en su paso por cada una de las presentaciones que tendrán en las carnestolendas, que irán del 26 al 29 de marzo.

El Garabato de la Ocho confía en exponer todo su potencial, sus integrantes están listos para adornar la Vía 40 con sus camisas amarillas manga larga, el llamativo ‘peto’ azul de lentejuelas y el distintivo pantalón negro con encajes. Mientras tanto las mujeres, con su falda larga de colores que representan la bandera de Barranquilla, una blusa de escote amplio y un adorno en la cabeza, solo esperan que llegue la fecha anhelada para sentir el calor de su gente y el bailar en el sol carnavalero ardiente en pleno desfile.

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Como Garabatico inició esta danza en 1998 y fue una de las primeras en la categoría infantil en desfilar en el Carnaval de Barranquilla. La directora y fundadora, Magaly Salas, en conversación con EL HERALDO señaló que estaba en busca de una danza que representara una lucha entre la vida y la muerte, puesto que ella había sido el claro ejemplo de esta frase en tres ocasiones. La primera cuando tuvo a su hija de cinco meses; la segunda, un infarto hace dos años, y recientemente una operación a corazón abierto.

“En la Ocho no veía nada alusivo al Carnaval. Esta danza se dio luego de terminar un pesebre y conversar con todos los padres de los niños, les expuse mi idea y llegamos a la conclusión de que el garabato es algo que sin duda nos estaba representando. En el 2005 conformamos nuestro Garabato de la Ocho y el Garabatico pasó a ser de mi hermana Martha”, dijo.

El garabato es un constante coqueteo entre la pareja, hasta que aparece la muerte a querer dañarlo, pero le sale el ‘tiro por la culata’ porque el varón con su bastón de mano —el garabato pintado de blanco y adornado con cintas de colores—, le gana la partida, demostrando así la perpetuidad de su orgullo.

Los bailarines en cada movimiento demuestran cómo la alegría vence ante sus pies la tristeza. El sofocante sol se torna escarlata en sus capas y por encima del blanco de sus caras pintadas, sus sonrisas son el reflejo simbólico de la superioridad de la felicidad. La misma destreza de estos bailarines y lo que representan ha llamado la atención de los carnavaleros, que disfrutan de estas fiestas.

Una tradición que une corazones
Miller Medina, caporal del Garabato de la Ocho. Luis Rodríguez

Un caporal se distingue en la danza del Garabato por llevar medias amarillas, los danzantes usan medias blancas, éste es el que lucha con la muerte para ganar la batalla de la felicidad.

Miller Medina, quien tiene 29 años e inició en este Garabato cuando tenía siete, es el actual caporal. Es un gran líder, que impulsa y ayuda a que estos cánticos prevalezcan por muchos años.

En uno de esos “mágicos” ensayos se conoció con quien actualmente es su esposa. La pasión por esta danza hizo que sus corazones estuvieran llenos de felicidad para así poder dar el gran paso. Se casaron y de ese amor carnavalero nació su pequeño bebé el pasado 8 de mayo del 2021, quien desde ahora alista su coche para danzar por las calles de la Vía 40 en una de las fiestas más importantes del país.

“La idea es que nosotros sigamos preservando el legado del Garabato, transmitirle a nuestro hijo este amor por la danza. Quiero que nuestro bebé adquiera el compromiso que nosotros como equipo tenemos al colocarnos este traje para brillar por las calles de ‘curramba’”, puntualizó Medina, quien agregó que en esta danza ha conocido el verdadero significado de la “amistad”.

Edwin Angarita es otro de los grandes caporales del Garabato de la Ocho y lleva más de 12 años luciendo con orgullo los distintos colores de la misma. Gracias al amor y pasión inculcado por su familia desde pequeño, hace parte de esta danza.

Como su compañero de “batallas” Angarita, también conoció al “amor de su vida”, quien le dio el sí para  ser novios un sábado de Carnaval en plena vía cuarenta. Juntos por más de cinco años bailaron bajo ese brillante sol llevando como himno la estrofa de la canción Un collar de versos,  del cantante Beto Zabaleta: “estos amores nacieron en carnavales, una tarde en Barranquilla, en plena Batalla de Flores”.

“Me casé con la mujer que ha bailado incansablemente conmigo y fruto de este amor nació nuestro primogénito Matías Angarita, quien desde la barriga se movía al son de la música carnavalera. Quiero enseñarle el amor por esta tradición, así como lo hizo mi familia y la de mi esposa”.

Edwin Angarita fue por 12 años caporal. Luis Rodríguez.
Un Garabato familiar

En el Garabato de la Ocho también han participado sobrinos, primos, hijos, hermanos y otros miembros de su familia, pues esa pasión carnavalera se lleva en la sangre.

Magaly, cuenta que incluso vecinos se han unido a esta danza que promete ir dejando una huella como la han ido construyendo con el paso de los años.

“Esta tradición empezó por mi papá que recientemente murió a causa de la covid-19, es una danza que va de generación en generación, primero bailaron todos sus hermanos y luego sus sobrinos. Vecinos también se han unido a dar estos cánticos con tanta pasión, quienes a su vez están preparando a sus hijos para que sigan el legado”.

Asimismo, añade que su sueño es ver reunidos a los hijos de los hijos “que son bastantes” para que todos juntos puedan disfrutar de esta cultura garabatera llena de tradición y mucho color.

El futuro del Garabato
Magaly y Martha Salas. Luis Rodríguez

Magaly junto a Martha, su hermana, guardan en su casa “el tesoro” más valioso; los 20 trofeos que se han ganado por más de 23 años de cultura, baile y folclor. ‘El totumazo garabatero de la ocho’, es un restaurante que ha sido testigo de incontables ensayos a vísperas de las carnestolendas. Ese lugar lleno de “magia” se viste de carnaval los 365 días del año, un legado que les dejó su padre y que hoy por hoy es el espacio que Magaly describe como “más garabatero” de la ciudad.

“Estamos a la expectativa y seguros que este año brillaremos con más fuerza en el Carnaval de Barranquilla. En honor a mi padre seguimos esta danza que nos hace felices”, concluyó.

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