La tecnología mundial enfrenta un desafío silencioso pero crítico: los días se están acortando de manera imperceptible para los humanos, pero con consecuencias significativas para sistemas que dependen de la precisión temporal. Una investigación conjunta entre la Universidad de Pekín y la Universidad del Sur de Carolina, publicada en Nature Geoscience, documenta cambios estructurales en el núcleo interno de la Tierra que están alterando la duración tradicional del día.
El fenómeno se manifestó de manera notable este verano, cuando varios días resultaron más cortos de lo normal. Contrario a la creencia tradicional de que los días contienen exactamente 86.400 segundos, los geocientíficos han registrado variaciones que, aunque invisibles al ojo humano, generan afectaciones considerables en la infraestructura tecnológica global.
Los datos sismológicos obtenidos a través de eventos como terremotos ‘dobletes’ revelan que el núcleo interno ha experimentado una desaceleración en su rotación desde 2010, acompañada de una deformación superficial que los investigadores describen como la aparición de “colinas y valles” en su límite con el núcleo externo líquido.
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Las teorías científicas actuales atribuyen esta deformación a las turbulencias del núcleo externo, combinadas con tensiones generadas por masas densas del manto terrestre. Este proceso representa un cambio significativo en la dinámica interna del planeta que había permanecido relativamente estable durante décadas.
Aunque la fricción mareal ha causado una disminución gradual en la rotación planetaria desde la formación de la Tierra, aumentando progresivamente la duración del día, 2024 marcó un punto de inflexión al registrar el día más corto desde 1970. El 5 de julio se acortó en 1.66 milisegundos, estableciendo un récord preocupante para los sistemas de medición temporal.
Para el verano de 2025, los científicos anticipan otro ciclo de aceleración con días hasta 1.5 milisegundos más cortos. El 9 de julio ya confirmó esta tendencia, mientras que el 22 de julio y el 5 de agosto están programados como fechas críticas para nuevos registros de acortamiento.
Las fluctuaciones temporales, aunque imperceptibles para el ser humano, representan un desafío importante para tecnologías que requieren sincronización atómica precisa. Los sistemas GPS, redes de comunicación y equipos de navegación dependen de mediciones temporales exactas que podrían verse comprometidas por estas variaciones.
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El Servicio Internacional de Rotación Terrestre y Sistemas de Referencia (IERS) mantiene un monitoreo constante para determinar si será necesario implementar un segundo intercalar negativo, una corrección temporal que revertiría un segundo del tiempo UTC (tiempo universal coordinado). Esta medida, considerada para 2029, no tiene precedentes en la historia de la medición temporal moderna.
La investigación ha generado controversia dentro de la comunidad científica, particularmente en el Instituto de Geociencias (IGEO), cuyos investigadores cuestionan las conclusiones sobre el detenimiento total del núcleo interno. Según IGEO, la interpretación de los datos podría ser errónea, argumentando que el núcleo continúa su rotación, aunque a una velocidad reducida en relación con el manto.
La entidad señala que entre 1995 y 2009, el núcleo giró más rápido que el manto, la capa intermedia situada entre la corteza y el núcleo. Sin embargo, enfatiza que actualmente ambas estructuras rotan a la misma velocidad, lo que contradice la teoría de una “pausa en la rotación diferencial” propuesta por la Universidad de Pekín.