El 1° de mayo de 2023, el país despertó con la noticia del accidente de una avioneta en lo profundo de la selva amazónica. A bordo viajaban siete personas; entre ellas, cuatro niños de la comunidad uitoto. Lo que parecía un episodio más de la larga lista de tragedias aéreas en el sur del país pronto se convirtió en una epopeya que cautivó al mundo: los menores sobrevivieron y pasaron 40 días entre la espesura, guiados por los conocimientos ancestrales de la mayor, Lesly, de apenas 13 años.
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Ese relato, que en su momento fue reseñado por medios de todos los continentes, llega ahora convertido en un documental de 96 minutos titulado Perdidos en el Amazonas. La producción, que estrena este 13 de septiembre en Disney+, fue codirigida por los ganadores del Óscar Chai Vasarhelyi y Jimmy Chin, y por el colombiano Juan Camilo Cruz, ganador del Emmy y del BAFTA.
Una historia única
Juan Camilo recuerda con nitidez dónde estaba cuando se enteró de la desaparición de los niños: “Me cogió en Bogotá y creo que viví la misma experiencia de la mayoría de colombianos que seguimos las noticias y que empezamos a ver cómo se empezaba a desarrollar toda esta historia. Me cogió acá, en mi casa”, contó en entrevista con EL HERALDO.

Una vez entendió la magnitud del hecho, su instinto documental lo llevó a conectar con rescatistas, indígenas y militares que participaron en la búsqueda. Luego, a través de su agencia WME, llegó el contacto con Little Monster Films, la productora de Vasarhelyi y Chin, que venían de realizar The Rescue, sobre los niños atrapados en una cueva en Tailandia. “Ellos estaban interesados en temas similares… hicimos una simbiosis juntos y empezamos a trabajar en el equipo y eventualmente se sumó National Geographic”, explicó Cruz.
Voces, imágenes y animación
El documental no solo reconstruye la operación de búsqueda que unió a indígenas y militares –dos mundos históricamente distantes y desconfiados entre sí–, sino que también se atreve a contar lo que nunca había sido narrado: la experiencia de los propios niños.
Para lograrlo, el equipo recurrió a una mezcla de recursos narrativos. “Las decisiones que uno toma siempre vienen de los retos… sabíamos que los testimonios iban a ser una parte muy importante, de los rescatistas, de los militares, de la familia. Pero para nosotros la pieza fundamental de todo este documental era tener el testimonio de los niños”, explicó el director colombiano.
La dificultad estaba en cómo plasmar esos relatos sin revictimizar ni exponerlos, siendo la primera vez que hablarían al respecto. “Para nosotros era importante proteger la imagen de los niños al máximo, que su cara no fuera revelada todo el tiempo en la película, y por otro lado mantener el misterio de su relato. Entonces tomamos la decisión de utilizar animaciones para poder reconstruir su testimonio dentro de la selva y visualizar lo que ellos estaban viviendo a través de ese relato”, detalló.
El cuidado de la voz infantil
Hablar con los niños fue quizá el reto más grande. “En las conversaciones con ellos solamente hablamos del rescate, no hablamos de nada, ni de antes ni de después, sino solamente de los 40 días que estuvieron en la selva”, explicó el director.
El proceso requirió meses de preparación, aprobaciones del ICBF y acompañamiento constante de psicólogos y psiquiatras, tanto en Colombia como en Nueva York. “Presentamos una propuesta de cómo queríamos hacer el tratamiento para acercarnos a los niños… de cómo generar la confianza suficiente para poder hablar con ellos. Fue un proceso de meses en el cual hicimos toda una estrategia de la mano del ICBF y de los psicólogos”, contó.
El equipo fue seleccionado con rigor: “A todo el que iba a trabajar con ellos se le hicieron chequeos. Nos tocó sacar a un tipo del rodaje porque se había saltado un Transmilenio. La gran mayoría del equipo, y solo el equipo que vio a los niños, eran mujeres, excepto yo. Desde la persona que les posicionaba el micrófono hasta quienes estaban en la entrevista”.
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El acercamiento se dio a través del juego y ejercicios con cámaras, para generar un ambiente de confianza. “Fue el proceso de grabación de mínimo impacto, con el mínimo posible de gente y solo personas con las que ellos ya habían entablado confianza… Ese privilegio que nadie más en toda Colombia tuvo de haber podido hablar con ellos es lo que hace que esta película sea tan especial: que es la voz de ellos la que de alguna manera reluce en esta historia”, concluyó.