Desde muy temprano, la Parroquia Nuestra Señora del Carmen abrió sus puertas para recibir a decenas de feligreses y conductores que llegaron con fe, como cada 16 de julio, para celebrar el Día de la Virgen del Carmen, patrona de los transportadores en Colombia.
En la entrada del templo, se veían taxis, buses, motos. Uno a uno, los vehículos pasaban para ser bendecidos por el padre Juan David Rendón, mientras los conductores bajaban la cabeza, hacían la señal de la cruz y mostraban sus escapularios.
“La Virgencita siempre va conmigo en el taxi. Ella me ha protegido en la calle, sobre todo cuando me toca trabajar de noche. Una vez me salvé de un choque y desde ese día no salgo sin pedirle su bendición”, contó Orlando Vargas, taxista desde hace 25 años.
La devoción por la Virgen del Carmen es muy fuerte entre los transportadores del país. En muchas carreteras es común ver pequeños altares con su imagen rodeada de velas. Algunos conductores detienen sus vehículos, bajan del carro y oran con fe. También acostumbran a llevar imágenes colgadas en los espejos o pegadas en el tablero, como símbolo de protección.

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“Este escapulario me lo dio mi mamá cuando empecé a manejar bus. Para mí, es como un escudo contra el peligro”, dijo Álvaro Torregroza, quien maneja una ruta intermunicipal.
La tradición viene desde la Región Caribe. En lugares como Mompox y Guamal, cada año se hace una gran procesión por el río Magdalena con la imagen de la Virgen en chalupas. Después, los vehículos hacen una caravana por las calles mientras hacen sonar sus bocinas como homenaje. En el centro del país, en el autódromo de Tocancipá, los camioneros se reúnen con sus tractomulas para una misa especial y una jornada de carreras, todo en honor a la Virgen.

Pero no solo los transportadores se encomiendan a ella. La Virgen del Carmen también es la patrona de la Policía Nacional, el Ejército, la Armada, la Fuerza Aérea y los Bomberos.
En el altar, la imagen de la Virgen, rodeada de flores y velas. A su alrededor, decenas de personas oraban en silencio, agradeciendo favores y pidiendo protección para los suyos. Entre ellos estaba doña Carmen Leal, una mujer de 68 años que cada año asiste con su nieta a esta celebración.

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“Vengo desde que era joven. La Virgen me ha ayudado mucho, me ha sanado, me ha protegido y me ha dado fuerza. Hoy traje a mi nieta para que también reciba su bendición”.
