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Apenas acaba de cumplir 18 años y ya carga con una de las coronas más codiciadas del folclor vallenato. El joven verseador, oriundo de Barrancabermeja, Julio César Gil Barros, conquistó este año el título de Rey Profesional de la Piqueria en el Festival de la Leyenda Vallenata, siete años después de haberse coronado en la categoría infantil.

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“Fue un trabajo bastante duro”, expresó emocionado tras recibir el reconocimiento. “Desde que fui Rey Infantil no he dejado de prepararme. Ha sido un camino de mucha práctica y disciplina”.

Detrás del triunfo hay un nombre que el joven no deja de mencionar: Andrés Barros, su tío y maestro. Barros fue dos veces Rey de la Piqueria y es recordado con cariño en los círculos del vallenato tras su partida en 2020. “A él le debo todo. Me inculcó este arte tan bonito y hoy le dedico este logro”, dijo con la voz entrecortada.

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Su triunfo no solo resulta grande para su familia, sino también un símbolo para las nuevas generaciones. “Soy la revelación de este año en la Piqueria, y como joven, quiero inspirar a otros jóvenes a amar este folclor que es lo que mueve la cultura”, afirmó, con el mismo ímpetu con el que improvisa sus versos en tarima.

Jeisson Gutierrez

Con la cédula recién sacada y el título de Rey Profesional colgado al cuello, el joven se compromete a seguir impulsando la piqueria desde la base. “Lo importante es traer más niños a este arte. Ellos son los que harán que el folclor siga creciendo”.

Y como si sus palabras no fueran suficientes, cerró con unos versos que resonaron con fuerza en el corazón del público:

Hoy pude imponer mi ley / y mi rima lo festeja,

porque en el Valle el Rey / es de Barrancabermeja.

Y hoy mi alma se quiebra / mi maestro lo celebra, orgulloso de él porque sé que lo celebra desde el cielo.

Sus versos de celebración siguieron de la siguiente manera: “Les canto con desempeño, les canto con desempeño, soy todo un profesional y este año el ganador del festival es de Barrancabermeja”.

“Los llevo en el corazón con este latir profundo, pues soy la revelación de la piqueria del mundo

Formado con disciplina

El nuevo monarca de la improvisación no es un nombre desconocido para quienes siguen de cerca este arte ancestral. Su formación fue forjada desde la infancia bajo la tutela de su tío, el dos veces Rey de la Piqueria, Andrés Barros, a quien recuerda con voz temblorosa, pero orgullosa: “Él fue mi maestro, el que me inculcó este arte tan bonito. Hoy, esta corona es para él. Desde el cielo sé que está celebrando conmigo”.

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Originario de Barrancabermeja, este joven verseador es consciente del valor simbólico que representa su victoria, no solo para su familia y su ciudad, sino para una generación entera que busca renovar las raíces del vallenato sin perder su esencia. “Fueron siete años de práctica constante, de preparación, de aprender a amar la palabra, la rima, la picardía del verso. Llegar hasta aquí no ha sido fácil, pero ha valido cada segundo”.

La emoción le brota sin filtros. Dice que es un “orgullo bastante grande” que su paso a la mayoría de edad se inaugure con una victoria de esta magnitud. “Como dije en la tarima y lo repito aquí, soy la revelación de este año en la Piqueria. Y espero que esto sirva para que muchos jóvenes más se inspiren, para que se animen a entrar a este mundo que no es solo música, es cultura, es identidad, es historia viva”.

Un legado que rima en la sangre

Cuando habla de su tío Andrés Barros, su rostro se ilumina. “Él fue un gran cantante. Le decían el ‘Cacique de Barrancabermeja’. Así como el Cacique Diomedes dejó su huella en el mundo, él también dejó una huella profunda en mí. Esa sangre corre por mis venas y es un folclor que jamás voy a abandonar. Porque me mueve el alma cada día”.

Esa conexión íntima entre lo familiar y lo folclórico no solo se refleja en su discurso, sino en su estilo de piqueria. En cada verso que improvisa hay técnica, pero también hay memoria. En cada golpe de voz hay una evocación de aquellos días de infancia en que escuchaba a su tío cantar, corregir, enseñar.

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Más allá del título, este joven tiene claro su rol como embajador del arte repentista. “Desde este reinado quiero hacer gestión, traer más niños a la piqueria. Nosotros, los que ya estamos concursando, ya somos grandes. Pero el futuro del folclor está en los pequeños, en los que hoy apenas están escuchando su primer verso, en los que pueden seguir este camino si se les da la oportunidad”.

Con ese pensamiento, planea liderar talleres, encuentros culturales y actividades que fortalezcan la formación de jóvenes verseadores, especialmente en regiones donde el vallenato aún vive en las esquinas, en las casas y en las escuelas, pero necesita impulso institucional.