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Salud

No dormir, un problema que afecta a los más pequeños

Alteraciones cognitivas, pérdida de memoria, cambio de apetito y de humor son consecuencias de la falta de sueño, según expertos.  

El estilo de vida moderno, las nuevas tecnologías y la necesidad por la inmediatez trasnocha a muchos ‘centennials’, que pierden el sueño actualizando perfiles en redes sociales, hablando por videollamadas, chateando con amigos y conociendo nuevas personas.  

Otros jóvenes, al inicio de su vida escolar, sufren de insomnio, una enfermedad que dificulta dormir bien generando la sensación de no haber descansado lo suficiente y que a veces los padres confunden con el deseo de los niños de permanecer despiertos hasta altas horas.

Sandra Ortega, pediatra de la Clínica Portoazul, mencionó que el insomnio es una patología que no afecta con frecuencia a los jóvenes y que cuando lo hace se determina porque los pacientes “permanecen despiertos a pesar de que quieren dormir y de los intentos de los padres porque así suceda”.

De esta manera, según la especialista al no poder pernoctar con tranquilidad los jóvenes buscan distracciones como la televisión, un videojuego, etcétera, que compense su falta de sueño, incidiendo de manera decisiva y negativa en su bienestar.

Según el Instituto del Sueño en Madrid, a partir de la adolescencia, el número de horas de sueño es en promedio de 7 a 8 horas, que “podrían ser insuficientes ya que se produce un incremento de la somnolencia diurna, que ha llevado a pensar que las necesidades totales de sueño no disminuyen sino que aumentan durante esta etapa”. 

¿Qué pasa cuando un niño no duerme las horas oportunas?, según el neurólogo clínico adscrito a la clínica Portoazul, Juan Camilo Gutiérrez, la falta de sueño puede producir varios efectos que contrarrestan el desarrollo adecuado de la persona, uno de los más importantes es la alteración a nivel cognitivo.

Para Gutiérrez, estas alteraciones que se presentan a partir de un problema de sueño dependen de qué tan crónico o prolongado sea.

El profesional explica que si la falta de sueño perdura por más de dos semanas se generan problemas cognitivos en el paciente.

 Tiene “mayor lentitud mental” y se dificulta su vida académica por la falta de concentración en los ejercicios de cada asignatura ya que les cuesta trabajo procesar la información de manera adecuada. “Estas personas empiezan a tener problemas de memoria (...) y también suelen sufrir un cambio en el apetito por la falta de sueño”. 

La mayoría, según el médico, llega a tener problemas de obesidad y en cuanto al nivel sistémico. “Algunos estudios demuestran que el dormir menos de 4 o 6 horas pueden disminuir las defensas del organismo y la funcionalidad del sistema inmunológico”. 

Por ultimo, el dormir mal puede volver a las personas irritables y depresivas generando trastornos en el comportamiento y afectando de esta manera las relaciones con la familia, profesores y amigos. 

El Instituto del Sueño indicó que dormir mal, bien por su manejo inadecuado o por las enfermedades a que puede dar lugar, es junto al sedentarismo y la obesidad, uno de los factores que más impacto tiene sobre la salud en las sociedades.

Aunque muchos profesionales indican que un adolescente debe dormir de seis a ocho horas diarias, las horas de sueño dependen en gran medida del “reloj interno” que cada persona crea dependiendo a los hábitos diarios. 

Entre cuatro u ocho horas es el horario promedio de sueño de un ser humano. “Es fundamental que los niños duerman con un horario regular, es decir, dormir y acostarse a la misma hora para que el sistema y su reloj interno de sueño pueda funcionar de mejor manera”, añadió el neurólogo Juan Camilo Gutiérrez.

Dormir demasiado

  Muchas personas piensan que el único problema en el sueño es dormir mal pero, según Gutiérrez, hay diversos estudios que demuestran que las personas que duermen más de ocho horas también  aumentan la posibilidad de enfermarse y de poseer alguna alteración. “Yo recomiendo que el periodo de sueño no pase de ocho horas porque puede aumentar el riesgo de enfermarse y de morbimortalidad (estadística sobre las muertes en una población)”.

Los profesionales recomiendan a los padres enseñarle  a sus hijos un “higiene de sueño” adecuado, es decir,  que cumplan horarios de sueño. Asimismo, los expertos recomiendan evitar que los niños realicen actividades que generen la alteración del sueño antes de ir a la cama como tomar bebidas estimulantes o alcohol, y erradicar en general malos hábitos como lo son comer en altas horas de la madrugada. 

“La última comida debería ser tres horas antes de dormir para hacer una buena digestión y no tener trastornos del sueño”, expresó la pediatra Ortega.

Por otra parte, cuando se acerca la hora de dormir en los niños es importante que los padres los mentalicen apagando los aparatos electrónicos, las luces y cumpliendo con los hábitos nocturnos.

Gutiérrez expresó que estos deben entender que cuando un joven no puede “dormir bien” no siempre es por un capricho de su edad, sino que puede tener problemas de insomnio. En ese caso, “lo primero es analizar si el problema del paciente es frecuente y la severidad que tiene”. 

Si los padres observan que el problema se está volviendo crónico, es indispensable consultar al especialista en sueño, quien intentará modificar los “malos hábitos” del menor y después buscará descartar cualquier compromiso neurológico debido las enfermedades que se asocian a este trastorno. En última instancia, los profesionales tomarán la decisión de medicar a los niños teniendo en cuenta su tratamiento. 

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