Contrario a lo que se pueda creer, los trastornos del hígado no afectan únicamente a quienes consumen altos niveles de alcohol. Las personas que no consumen alcohol o lo hacen en muy pocas cantidades también pueden estar propensas a desarrollar la enfermedad por hígado graso no alcohólico (EGHNA), considerada la afección hepática más común a nivel mundial y que está relacionada directamente con los malos hábitos alimenticios e inadecuados estilos de vida. La incidencia de esta enfermedad está creciendo muy rápidamente de la mano de la epidemia global de la obesidad y la vida sedentaria.
Según la doctora Clara Milena Cáez Pérez, especialista en hepatología clínica del Hospital Universidad del Norte, la EGHNA comprende alteraciones caracterizadas por la acumulación de grasa, principalmente triglicéridos, en las células hepáticas. 'Es una patología que no sólo afecta a los adultos: cada vez es mayor el número de niños y adolescentes con obesidad que la padecen', agrega.
Se estima una prevalencia de entre el 25% y el 30% en la población general, hasta del 70% para las personas que padecen diabetes, y del 90% para aquellos con obesidad mórbida.
La EGHNA puede presentarse de forma leve o severa. Esta última implica, además de la acumulación de grasa, explica la doctora Cáez, inflamación y necrosis (muerte de tejido) del hígado, con posibilidad de progresar a grados variables de fibrosis, cirrosis y hasta cáncer hepático.
Esta enfermedad tiene origen multifactorial y no solo tiene impacto sobre el hígado, sino que se ha evidenciado además su correlación con el desarrollo de enfermedades cardiovasculares. En la mayoría de los pacientes se encuentra asociada a factores de riesgo como: obesidad, hipertensión, diabetes mellitus tipo 2, colesterol y triglicéridos altos.
La EGHNA, Sin síntomas específicos
La gran mayoría de los pacientes no presentan síntomas. En algunos casos pueden aparecer síntomas muy inespecíficos como fatiga, malestar, dolor vago en el cuadrante superior derecho.

Los factores de riesgo de estas dolencias son la obesidad, la hipertensión y la diabetes, entre otras.
La forma más común de presentación es una elevación de las enzimas hepáticas detectada de manera casual en exámenes de laboratorio de rutina o como un hallazgo incidental de infiltración grasa a través de una ecografía abdominal.
¿Cómo se diagnostica?
Al no presentar síntomas definidos, el diagnóstico se hace con base en la evidencia de infiltración grasa en el hígado, ya sea mediante imágenes radiológicas o por biopsia hepática. 'Siempre se deben excluir otras causas o enfermedades preexistentes, entre ellas, el consumo importante de alcohol, medicamentos, enfermedades virales y hereditarias, entre otras', agrega la especialista del HUN.
Para demostrar el depósito de grasa en el hígado al paciente se le realiza una imagen radiológica, un método confiable, por lo que es considerada la primera prueba diagnóstica.
Estilo de vida saludable: el mejor tratamiento. Al no presentar síntomas evidentes, es importante que la comunidad empiece a adoptar hábitos saludables para prevenir esta enfermedad.
La primera línea del tratamiento consiste en la modificación de los estilos de vida, principalmente sobre la dieta y el ejercicio, además de tratar las otras enfermedades asociadas al desarrollo de la enfermedad como la obesidad, diabetes y colesterol alto.
De acuerdo con la doctora Cáez, todos los pacientes en riesgo o con enfermedad por hígado graso no alcohólico, ya sean obesos o con peso normal, deben saber que una dieta sana tiene varios beneficios más allá de la disminución de peso.
'En los pacientes obesos o con sobrepeso, se debe conseguir una reducción gradual y equilibrada, pues la pérdida rápida de peso es contraproducente y puede incluso empeorar la enfermedad. Es preciso resaltar que pérdidas pequeñas de peso sí pueden contribuir significativamente a reducción de la grasa hepática', agrega.
En cuanto al tratamiento farmacológico, se han investigado varios medicamentos para tratar la enfermedad, dentro de los cuales la vitamina E podría utilizarse en un subgrupo de pacientes seleccionados, siempre bajo indicación y a consideración del médico especialista tratante.
Recomendaciones
Los expertos entregan algunas recomendaciones básicas para disminuir el riesgo de padecer la EGHNA. En primer lugar, es necesario reducir la comida con contenido de grasas trans/saturadas y aumentar aquella que contenga ácidos grasos poliinsaturados (para reducir colesterol).
También se debe evitar el consumo de alimentos con alto contenido de fructosa o que contengan el edulcorante a base de jarabe de maíz; no consumir cantidades excesivas de alcohol; bajar de peso gradualmente con dieta sana indicada por profesional en nutrición y realizar ejercicio aeróbico regular (por ejemplo caminar, trotar, nadar, montar en bicicleta).