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Otra ilusión que se esfumó. Otro sueño que se escapó. Junior cerró el 2020 con una victoria triste. A pesar de vencer anoche 1-0 al Coquimbo Unido, en el estadio municipal Francisco Sánchez Rumoroso, el equipo rojiblanco se despidió de la Copa Sudamericana en los cuartos de final al perder 2-1 en el partido de ida en el estadio Metropolitano. El cuadro chileno avanzó a la semifinal por los dos goles de visitante.

Un tanto de Miguel Borja, de penalti, a los 7 minutos del primer tiempo, le dio la victoria con sabor amargo a los rojiblancos, que llegaron a este encuentro en medio de grandes adversidades. Solo contó con los once titulares y dos suplentes (los dos defensas).

Fabián Ángel resultó positivo por Covid-19 y las autoridades de salud del país austral solicitaron aislarlo junto a otros tres jugadores que tuvieron contacto cercano con él (Reinaldo Fontalvo, Luis Sandoval y Michael Rangel).

Desde que aterrizó en territorio chileno, los rojiblancos se dedicaron más que todo a solucionar los insistentes y exigentes requerimientos de las autoridades locales. No pudieron entrenar el martes. Aparte de eso, Teófilo Gutiérrez, su principal faro creativo, estaba a media luz por jugar con una lesión muscular. En el banco solo se encontraban David Murillo y Jefferson Gómez.

Pese a toda esa corriente en contra, el onceno dirigido por el entrenador de arqueros, José María Pazo (Luis Amaranto Perea y su asistente, Luis Grau, estaban en sus casas en Barranquilla contagiados por coronavirus), salió brioso al alto gramado del Sánchez Rumoroso.

Le puso ganas y determinación desde el pitazo inicial y rápidamente encontró premio: Matías Cano derribó a Edwuin Cetré de la misma forma que tumbó a Miguel Borja en el partido de ida y penalti claro, aunque el árbitro peruano Víctor Carrillo dudó y no lo sancionó hasta que acudió al VAR.

Después, lo de siempre, Borja frente al punto blanco y ejecutó con seguridad. Un día más en la oficina.

El comienzo fue alentador, prometedor. Mucho más después de una clara mano en el área de un zaguero local, al minuto 10. El juez central no lo pitó, pero el VAR, el tan sonado VAR, avisó Carrillo, pero este se negaba a verlo y se mantenía en que no hubo nada. 

Sin embargo, accedió a la sugerencia de los encargados del videoarbitraje, fue a observar la acción, la revisó desde varios ángulos y no cambió de opinión.

Ahí se escapó la posibilidad de igualar los dos goles de visitante anotados por Coquimbo en Barranquilla. 

Junior siguió controlando el balón  y tratando de profundizar, pero con Teófilo a media máquina era complicado. Hacía falta más inspiración, más gambeta, más habilidad, más desequilibrio ante un oponente cuya principal virtud es la combatividad.   

Coquimbo Unido reaccionó un poco y con sus amplias limitantes (las que lo tienen como uno de los coleros de la Liga de Chile) procuró llegar al arco de Viera, pero sin descuidar el suyo.

Junior bajó la intensidad inicial y cerró el primer tiempo conforme con la ventaja 1-0 y con la ilusión de conseguir el segundo tanto en la etapa complementaria.

En medio de imprecisiones en la entrega y falta de continuidad en su juego, los Tiburones alcanzaron a fabricar algunas opciones de gol, pero Cetré y Borja no fueron certeros. El primero alcanzó a meter una, pero la acción fue invalidada por un claro fuera de lugar.

Coquimbo, atrincherado en su campo, aprovechó cualquier falta, saque de banda o de meta para quemar tiempo, bajarle el ritmo al partido y dejar que el reloj progresara ante un árbitro permisivo en ese sentido.

Junior careció de variantes para superar a un equipo inferior. Lo intentó, luchó y sudó, pero por el Covid, ni siquiera tuvo un recambio ofensivo en el banco para tratar de mejorar. Hinestroza, de tiro libre, agotó el último chance antes de que Carrillo se llevara el pito a su boca y sentenciara un 1-0 triste.