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La expansión del evangelio en las comunidades indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta amenaza el pensamiento tradicional y contraviene el principio de la cosmovisión.

Hoy, para muchos aborígenes serranos, el pastor de la iglesia es el líder espiritual, su guía y oráculo y no la emblemática figura del mamo, al que algunos le aplican el calificativo de brujo o hechicero.

Lo cierto es que el desbordado crecimiento del credo evangélico entre koguis, arhuacos y kankuamos, choca frontalmente con las responsabilidades que a las etnias les ha otorgado la ley de origen.

Así, pues, un indígena que suplanta esta ley por la Biblia y al mamo por el pastor evangélico, ha dejado de compartir la cosmovisión. La opinión generalizada es que el cambio de mentalidad religiosa implica, necesariamente, un proceso profundo y radical de sustitución cultural.

En concepto de la Corte Constitucional, si bien las autoridades tradicionales tienen autonomía para establecer sus faltas, la sanción a una persona por el mero hecho de profesar el culto evangélico es arbitraria.

“No obstante, la creencia en el evangelio puede implicar que se incumplan normas tradicionales de la comunidad por ser incompatibles con los mandatos bíblicos. En este caso las autoridades están en su derecho de sancionar a quien no obedece en los términos en los que deben obedecer los restantes miembros de la comunidad”, precisa el informe del alto estamento judicial.

JESUCRISTO ES EL GUÍA. Karina* es arhuaca y desde hace 10 años está en el evangelio. Pertenece a la Iglesia central y su pastor es Plutarco Torres. Para ella Jesucristo es su Dios.

Sostiene que una cosa es identificarse como indígena y otra creer o no en El Señor. “Lo primero es conservar las costumbres y eso no tiene nada que ver con el evangelio”, afirma.

Dice que dentro de los indígenas se ha estado luchando por la conservación de la identidad, pero señala que ha habido cosas que se salen de ese principio como por ejemplo, el alcohol. “Eso no es nuestro, sin embargo ya hace parte de la cultura”, comentó.

Asegura que a los indígenas evangélicos se les discrimina y se les cercenan algunos privilegios, como el de participar en el saneamiento del resguardo. “Lo que pasa es que los mamos sienten que les están haciendo oposición”, dijo.

Karina comenta que los evangélicos de la etnia han sido castigados y les han negado beneficios como la salud y la educación, sin embargo las autoridades tradicionales rechazan lo anterior y sostienen que es una falacia.

La indígena manifestó que se está conformando una organización de aborígenes cristianos evangélicos, lo cual hará más fuerte su lucha por la evangelización.

PROSELITISMO RELIGIOSO. La posición de las autoridades indígenas sobre el tema quedó plasmada en una respuesta a un derecho de petición que hiciere el kogui Virgilio Gil Lozano, quien reclamó al Cabildo Gobernador por habérsele prohibido la práctica de su creencia religiosa.

En esa ocasión el gobernador del resguardo Kogui – Malayo Arhuaco, José de los Santos Sauna, le respondió que lo que no se le autorizó fue la evangelización a los demás miembros de la comunidad.

“El hecho de que usted profese de manera individual un culto religioso, no le da pie a vulnerar el derecho colectivo de preservar la integridad cultural del pueblo Kogui…”, le respondió la autoridad indígena.

En este aspecto la Corte Constitucional señala que “la militancia o el proselitismo de otras religiones, dentro de territorio arhuaco, independientemente de que se realice por miembros de la comunidad o por terceros, pertenece a un género de conductas que por atentar contra el núcleo de las creencias de la comunidad, pueden ser objeto de serias limitaciones por parte de las autoridades internas”.

“La comunidad indígena, resguardada bajo el principio de la diversidad cultural, puede autónomamente controlar su grado de apertura externa”, precisa la instancia judicial.

LA MISIÓN CAPUCHINA. La intromisión de los evangélicos en la Sierra Nevada es la resultante de los proyectos de evangelización que desde hace muchos años se han venido llevando a cabo en el macizo intertropical.

La historia señala que la evangelización comienza en el año 1918 cuando los capuchinos, a instancias del gobierno nacional organizan el orfelinato ‘Las Tres Avemarías’ a fin de redimir y educar en la fé católica a los niños indígenas.

Dicen los indígenas que actos como la reclusión, prohibición a hablar la lengua nativa, castigos, apropiación de las mejores tierras del resguardo; usurpación del gobierno propio mediante el nombramiento de cabildos, comisarios e inspectores de policía; persecución y asesinato de autoridades indígenas tradicionales, constituyeron el prontuario más evidente de la aculturación propiciada por los capuchinos durante más de 60 años.

La resistencia a estas arbitrariedades nace desde la propia llegada de los primeros padres procedentes de La Guajira y culmina en 1982 cuando, luego de una toma pacífica, el consejo Indígena Arhuaco conmina a los capuchinos a que salgan definitivamente de San Sebastián de Rábago.

Por Agustín Iguarán G.
Santa Marta.