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Pese a que la Policía atendió 4.200 riñas durante el Carnaval, 5 de los homicidios que ocurrieron en Barranquilla tuvieron por causa este factor desestabilizador de la convivencia comunitaria.

En el Carnaval de 2012 fueron reportados 2.261 incidentes entre vecinos por las autoridades policiales. “El aumento fue considerable, pero gracias al incremento del pie de fuerza hubo más capacidad de atención y reacción por parte de la Policía”, ha dicho el Comandante metropolitano, general José Vicente Segura.

Al mismo tiempo, debe destacarse que por efecto del mayor control policial disminuyó el hurto a personas. Los atracadores o se dedicaron a divertirse o fueron disuadidos por la presencia policial en las calles. Sin duda, el reforzamiento del pie de fuerza actuó como un disuasivo antidelincuencial. Pero no hay que dormirse porque los ladrones volverán a retomar sus cotidianas fechorías. Quedaron sin plata y volverán al fleteo y al hurto callejero. La Policía ha pedido a la ciudadanía mayor información y ha prometido redoblar su acción.

Por supuesto, ni con toda la Policía del mundo se podrían conjurar las riñas vecinales si estas son de amplio espectro. Las mismas corresponden a problemas estructurales de sociedad que escapan al control de la Policía. Frente a las riñas se requieren diseños y tratamientos más complejos, porque en el fondo de estas disputas –que, en medio de las fiestas y bajo el estímulo del alcohol e incluso de drogas, derivan a veces trágicamente en lamentables homicidios– hay un problema de intolerancia. Hay que tener claro también que en el mal trámite de las diferencias entre vecinos, en la base de estos delicados conflictos, en la generalidad de los casos, hay una apabullante realidad de bajo nivel educativo y cultural, adicciones, informalidad y desajustes familiares.

Es decir: una gigantesca problemática que sí exige la intervención del Estado pero en el marco de un esfuerzo interinstitucional que obliga hoy al Distrito a fortalecer la llamada ‘Justicia Cercana al Ciudadano’, integrada por la red de inspectores, jueces de paz e incluso las alcaldías locales y las JAL. Se ha anunciado ya, por cierto, por parte del secretario de Gobierno, Modesto Aguilera, que en breve se pondrá en marcha el proceso que conducirá a la construcción de las sedes de las alcaldías, donde se ofrecerán múltiples servicios a la comunidad.

Además, el Distrito se propone, según lo ha informado el alto consejero para la Seguridad, Guillermo Polo, agregar al Plan de Seguridad y Convivencia un nuevo producto: la implementación de una metodología de detección y prevención de lesiones y homicidios en los sectores de la ciudad en los que las riñas tienen un comportamiento más reincidente.

Con la financiación del BID, Findeter y la Alcaldía, el propósito es que Barranquilla aplique, por insinuación del BID y teniendo en cuenta nuestras características culturales, la metodología ensayada en Chicago para resolver diferencias vecinales con base en el diseño de la organización Cure Violence. Para asesorar a Barranquilla, esta entidad ha pedido información de contexto, estadísticas, mapeo de indicadores y trabajo con comunidades, insumos que reposan en el Fondo de Seguridad y Convivencia, que dirige Jorge Ávila.

Está previsto que viaje a Chicago el consejero Polo con funcionarios del BID para lograr la asesoría que se les ha recomendado a las autoridades distritales, orientada a la prevención y tratamiento de las disputas entre vecinos. Es una iniciativa de suma importancia, y sus resultados deben contribuir a obtener un clima de mayor tolerancia en las comunidades barranquilleras.