Están adelantando los Casting para la serie televisiva que se hará sobre la vida de Helenita Vargas, "La Ronca de Oro", que será sin duda una interesante historia.
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Joel Consuegra, representante de Discos Fuentes para la Costa, me visito para entregarme el CD, más un DVD que recopila todos sus éxitos. Me alegra sobremanera tener este material para recordar siempre a quien fue una gran amiga.
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Conocí a Helenita a través de la persona que le puso el distintivo de "Ronca de Oro", que fue el ídolo radial de Cali, el cubano José Pardo Llada. Gracias a él pude entrar a la vida de Helenita con mucha cercanía, tanto que en varias ocasiones me aloje en su casa para los días de feria en diciembre.
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Helenita pertenecía a la alta sociedad de Cali, e inclusive fue reina del Departamento. Tuvo una sola hija y dos maridos. Conocí al último el médico Gonzalo Zafra, que físicamente era idéntico al ex Presidente López Michelsen, como dos gotas de agua. Era un gran bongosero, le gustaba la música tropical.
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Heñenita sabía comportarse en todos los ambientes. Ella lucia con orgullo su collar multicolor, que decía se lo habían entregado las pu..de Medellín. Pero, a la vez, era muy requerida por el mundo social, político y gobiernista.
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Recuerdo muchas tenidas en casa de Helenita. Una de ellas con el ex Gobernador y el ex Ministro cartagenero, Augusto de Pombo Pareja, donde tuvo un duelo musical con el Dr. Zafra, con los bongos.
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En casa de Helenita, y por supuesto muchísimo antes que me casara, conocí a una dama caleña que fue durante mucho tiempo mi gran amor. También en su casa hice amistad con una de sus compositoras preferidas: Graciela Arango de Tobón, nacida en Ovejas, Sucre.
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Notas Liliputienses: amores de internet…a veces si…a veces no..mala puntería. El drama local…marejada..volcán.
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Y continuando con mis Memorias: ANTES DE QUE SE ME OLVIDE, hoy la segunda parte de la vida y obra profesional del Dr JORGE DAZA BARRIGA, NEURÓLOGO, EL SERVICIO MI RAZÓN DE SER...
La Universidad de Cartagena
La Universidad de Cartagena fue un extraordinario centro de sabiduría para mí. A ella también llegué con los ojos vendados y me acogió ¡de qué manera! Mis compañeros, mis amigos y mis profesores contribuyeron para desarrollar mi capacidad de liderazgo, mi entrega al estudio y, posteriormente, mi entrega a mis pacientes. Afirmo con orgullo, que la Universidad de Cartagena hizo de mí lo que soy hoy en día.
Hay que recordar que esta es una institución de más de 150 años de historia y es un centro reconocido a nivel internacional. Pienso que, a pesar de todas las escisiones que se le han hecho sigue siendo un centro de educación superior de indudable fortaleza académica, para el Caribe y para Colombia.
Muchos galenos que ejercen en Barranquilla, La Guajira y Córdoba, por ejemplo, proviene de la única Facultad de Medicina que existía en toda la costa Atlántica, antes de la década del 80.
Conservo también gratos recuerdos de la Universidad del Atlántico, donde casi me formé como biólogo. En esa universidad pública tuve la oportunidad de entender el mundo y adquirir otros conceptos acerca de la libertad de expresión y del conocimiento de la problemática social a nivel mundial.
Esa era la época de los "tira-piedra", donde abundaban los discursos de los "compañeros libertarios", personas de escasos recursos económicos, pero con unos deseos grandes de transformar el ejercicio político, social, económico y ¿por qué no? En el campo científico, en nuestro país.
La Universidad del Atlántico les brinda a las personas un sentido social para la prestación de servicios. Pienso, sin embargo, que a pesar de que la Universidad de Cartagena es un poco más conservadora también le aporta a sus estudiantes este sentido social, aunque con un tinte un poco diferente.
La neurología y los profesores inolvidables
Yo diría que el destino me abrió las puertas para darme una de las más grandes satisfacciones. Uno de mis mentores, mi padre, quería que yo fuera neurocirujano, pero realmente las neurociencias no habían sido mi fuerte.
Fue cuando veo la luz en las especializaciones médicas en el Hospital Militar, donde encontré al profesor Eduardo Palacio, quien me acogí como un padre.
Yo no conocía la neurología, pero el profesor vio mis inquietudes y me indicó el camino a seguir, el de la neurología. A partir de ahí, emprendí con tesón y dedicación mi formación como neurólogo.
Otro gran profesor, el doctor Hernán Torres Iregui, también contribuyó mucho en mi formación. El profesor Torres, un extraordinario médico internista, me imprimió una fortaleza grande, el rigor académico, el investigativo, el de la disciplina y el de la competitividad.
Sacrificio de la familia de un médico
Después, al terminar mi pedagogía me vine para Barranquilla. Acá hay una persona queme acoge en su hogar, mi suegra Catalina de Páez. Para ella tengo sentimientos de gratitud, igual que para mí adorada esposa Socorro, a quién debo parte delo que soy, por su luz, por sus consejos, prudencia, sabiduría, por su tolerancia, por su amor. Con ella trasegamos la Universidad casi simultáneamente. Ella ha sabido comprender lo que es entregarse a una profesión como la medicina. Son largas las noches de espera y los amaneceres de no tenerme junto a ella. Inicialmente, pensamos que eso solo iba a suceder en las épocas de estudio, pero no ha sido así. En mi profesión toca sacrificar la familia para continuar en este ejercicio. Mis hijos han aprendido eso y por ello, le doy gracias a Dios y a ellos por comprenderme, apoyarme, y por haberme dado el aliento necesario en mi camino de la formación y del ejercicio profesional. El señor me ha dado unos hijos maravillosos, quienes están también en el ejercicio médico, en el comercio, y otro, ya terminando su carrera.
Un hospital militar trasladado hacia la Guajira
Cuando ingresé por primera vez al Hospital Militar, me dije: "Este hospital lo llevo a la Guajira". Afortunadamente, logré hacerlo y así pudo realizarse una de las jornadas científicos-asistenciales más grandes en salud que se hayan hecho en Colombia.
Fueron conmigo a la Guajira alrededor de 75 profesionales en salud en el año 1985: el jefe del servicio del departamento médico y quirúrgico del Hospital Militar, con ellos los mejores internistas, neurólogos y pediatras, entre otros.
Establecimos tres sitios de acción, cubriendo todo el sur de la Guajira. La duración de la campaña de salud, que fue una semana, no nos alcanzó. Para esa campaña conté con "unos pesos" que ganaba mi mujer en Bogotá. Yole había dicho a ella: "Mi amor, tengo una obligación moral con mi pueblo, hay muchos hermanos sufriendo allá y sé que la sabiduría de esta institución, les puede brindar grandes soluciones en salud a mis paisanos", ella me responde, y "y que necesitas? Cuenta conmigo; ¡haz lo que tengas que hacer!".
Entonces, fui y convencí al General de entonces que era Director del Hospital, le presenté el proyecto, me fui a la industria farmacéutica… nos llevamos casi 20 toneladas de medicamentos. En la primera campaña de salud, el transporte fue en vuelos chárter de las Fuerzas Aéreas, resultando uno de ellos con ciertas dificultades, porque a uno de ellos se le daño el tren de aterrizaje. Todo el personal médico estuvo alojado en el Grupo Rondón. Gracias a las autoridades locales se hizo durante cinco años consecutivos esa jornada de salud.
Estuvimos realizando la campaña hasta el último año de mi especialización. Eso se logró gracias a Belisario Betancur, que en esos momentos era Presidente de Colombia; al general Vega Uribe; al general Gabriel Pontón, que era el Director del Hospital Militar y a todo el cuerpo médico y residentes que nos estuvieron acompañando. Atendimos a más de 7.000 personas e hicimos más de 520 cirugías de campaña. En una zona donde mucha gente habitualmente no tenía acceso a la salud. Fue mucho lo que hizo el Ministerio de Defensa en ese entonces.
Luchando contra la enfermedad de Huntington
Otras de las grandes satisfacciones es el trabajo realizado en Juan de Acosta. Allí organizamos a la población para el manejo de la enfermedad de Huntington. Con la gente de ese pueblo del Atlántico compartí muchos ratos de alegría, de ciencia y de entrega al servicio social. Desafortunadamente, no hemos encontrado aún el apoyo suficiente ni el país, ni en el departamento del Atlántico para hacer una verdadera labor educativa. Aunque, desde el punto de vista médico, ya hay ciertos enlaces internaciones que al fin están cristalizándose para apoyar a esta población. Es importante señalar, que por circunstancias de la vida y el destino algunos miembros de la población portan ciertos genes que han ocasionado perturbaciones serias en el sistema nervioso central y en el movimiento, que conducen finalmente hacia una muerte temprana.
Con Juan de Acosta estamos pendientes de cumplir una misión grande. Ojalá podamos encontrar el apoyo de las autoridades departamentales para hacer la educación y la guía tutorial desde el punto de vista genético, social y de manejo de ese padecimiento.
También hemos cumplido otras tareas sociales, desde el Hospital Universitario de Barranquilla, ya como especialista o como gerente, y desde la Secretaría de Salud Distrital.
También hemos cumplido otras tareas sociales, desde el hospital Universitario de Barranquilla, ya como especialista o como gerente, y desde la Secretaría de Salud Distrital.
Reconocimientos científicos:
Lenguaje oculto de superación
Haber alcanzado los premios de: Mejor Interno en 1980 en el Hospital Universitario de Barranquilla, Mejor Residente del Hospital Militar Central en 1986, Mejor Premio de Investigación en 1985 en el Hospital Militar, y el de haber alcanzado las altas esferas en las asociaciones científicas como la de la Asociación Colombiana de Neurología, Asociación Colombiana para el Estudio del Dolor; las de haber producido tres libros: Guías de Neurología, Manual de Neurología y El Dolor: Estrategias Diagnósticas y Terapéuticas; haber escrito diversos capítulos en libros de neurología; haber realizado y publicado carias investigaciones, revisten no solo un enriquecimiento del ego, como en alguna ocasión trató de insinuarlo un amigo, sino un compromiso que adquirí allá en mi pueblo: contribuir con el desarrollo científico de mi región y promover con un lenguaje oculto, que mis alumnos y paisanos, visualicen valores y motores de superación y liderazgo; a fe, lo he logrado.
La cultura y la música vallenata
Mis ocupaciones académicas, científicas y asistenciales, me impedían asistir a uno de los eventos magnos de nuestro folclor: el Festival de la Leyenda Vallenata, el cual disfrutaba casa año, como un niño, pegado a la radio, para conocer su desenvolvimiento y disfrutar de la riqueza musical y poética de dicho certamen cada año. Sin embargo, al del año anterior, el del año 2007, definitivamente me decidí asistir: fue un júbilo. Pero lo más hermoso que pudo acontecer fue plasmar mis sueños en más de 50 canciones grabadas en cuatro discos compactos; mi último trabajo: "Sentimientos", en el que alcanzo una calidad interpretativa lírica, que me llenó de inmensas satisfacciones. Escogí una forma muy particular de difundir la cultura vallenata desde una óptica diferente, y creo que estoy construyendo y contribuyendo a observar una nueva artista en este género: subrayar cómo nuestros juglares y poetas han forjado un proceso musical y poético de enormes dimensiones para el país.
Gratitud a Dios
Siempre procuro dar lo mejor de mí a mis semejantes. Estoy tras la luz del ser supremo para que me guíe a ese punto justo que es mi proyecto de vida, la búsqueda incesante de la felicidad.
Soy un ser profundamente creyente en Dios y estoy inmensamente agradecido con Él, por esa mente creadora que nos ha dado a su imagen y semejanza; sin esa energía suprema no tendría razón de ser la existencia del hombre.
Creo que la mente es lo más trascendente en el ser humano para alcanzar sus metas y para dar todo lo que tiene dentro de sí, porque es la que crea todo lo existente. Por ello mi familia, pasa por mi mente y lo que vendrá también ha sido debatido ampliamente en mi interior, meditando y asistido por el creador para lograr ese plan.
Todo lo mío es de Él, no hay una cosa que pueda hacer sin que Él esté presente. He cometido errores como humano, pero no han sido premeditados, porque siempre he buscado el sendero del bien, del servicio, siempre estoy en función de ser útil y de dar lo mejor de mí a los demás, es decir, no podría existir sin el don del servicio.
Por estar en esa tónica de serle útil a Dios, a semejantes, a la naturaleza, he encontrado mi felicidad. Considero que el ser humano sin felicidad no tendría razón de ser.
Tengo dos cosas claves para la superación: el perdón y el amor. Tenemos que perdonarnos a nosotros mismos para poder perdonar a los demás. Cuando uno adquiere ese equilibrio, encuentra la armonía consigo mismo y con Dios, en profundo amor.
Por Édgar García Ochoa