Con motivo de la restauración que la alcaldesa distrital doctora Elsa Noguera le está dando al viejo edificio de la antigua Intendencia Fluvial de Barranquilla, y por haber conocido este lugar cuando era muy joven, en aquel lejano tiempo esto era un emporio ya que no soy de la tercera sino de cuarta edad, se me ha encendido la chispa de los recuerdos. Aquí era el final de la navegación por el Río Magdalena, aquí llegaban toda clase de barcos y lanchas a coger y dejar cargas, también los barcos de turismo, entre otros; el de lujo el David Arango, el Olaya Herrera, estos barcos eran impulsados por medio de unas gigantes ruedas de madera movidas a base de vapor producido por calderas alimentadas con leña que se aprovisionaban en las riveras del Río. Algo nunca visto en esta región, un barco de la Armada llamado Hércules, mientras se aprovisionaban con leña, una potente dinamita colocada en un grueso leño estalló haciendo añicos la caldera, y naufragó el barco y se hundió en las turbias aguas del Río, pereciendo ahogada toda la tripulación de militares y civiles. Como decían nuestros abuelos, “el tiempo pasa, la historia queda”, este acto de terrorismo sucedió en el lejano año de 1921 entre los municipios de Sitio Nuevo y Remolino (recordar es vivir).
Godofredo Cervantes Mejía
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