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Mbappé, Griezmann, Pogba, estrellas que tientan a la élite del fútbol. Modric, Rakitic, Perisic, Mandzukic, aquellos que llegaron de abajo y se hicieron un lugar en la cumbre europea. La final del Mundial Rusia 2018 entre el glamour francés y los ‘obreros’ croatas.

Campeones del mundo en 1998 y segundos en 2006, los Bleus llegaron a Rusia en primera clase, exclusiva para los favoritos al título, un prestigio bien ganado por la calidad de sus figuras y el respaldo de la historia.

Armado línea por línea con millonarias figuras del mercado europeo, el seleccionado de Didier Deschamps confirmó sin manchas los vaticinios que lo consideraban como finalista.

Ganó el Grupo C con victorias ante Australia (2-1) y Perú (1-0) y empate ante Dinamarca (0-0). Maravilló al mundo con su espectacular triunfo ante Argentina, en octavos (4-3), y ante Uruguay (2-0), en cuartos, se dio un paseo por el parque.

Bélgica, una de las sensaciones de la Copa y que con su victoria ante Brasil (2-1) en los cuartos reforzó la posibilidad de meterse entre los finalistas, apenas sacudió a los franceses en las semifinales y cayó 1-0.

Pero los franceses saben lo que Croacia significa en el fútbol europeo: sufrimiento hasta la última gota de sudor y guerra sin cuartel sin importar el escenario.

'La fuerza de los croatas es su mentalidad, son luchadores', advirtió el holandés, Marco Van Basten.

Croacia le dio a Inglaterra, el miércoles en la segunda semifinal del Mundial de Rusia, una lección de esfuerzo y de determinación para morir con el hacha al hombro. Así firmaron el 2-1 en el tiempo extra, trabajando a destajo, sin pausa.

Los balcánicos dominaron el Grupo D con tres sólidas victorias ante Nigeria (2-0), Argentina (3-0) e Islandia (2-1). Dinamarca (3-2) y Rusia (4-3) fueron sus víctimas por penales en octavos y cuartos luego de empates 1-1 y 2-2 en 120 minutos, respectivamente.

De la mano de un Luka Modric cerebral, que tras fichar por el Real Madrid en 2012 se fue abriendo un lugar en la élite europea, Croacia ha hecho gala en Rusia de un fútbol de posesión, propositivo y elegante.

Los nuevos ajedrezados, en su quinta participación en una Copa del Mundo, superaron a aquel equipo de Suker, Boban y Prosinecki que terminó tercero en Francia 98 en su primer Mundial tras la independencia del país. Y fútbol y esfuerzo les sobra para ir por más ante Francia.