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Franco Epinayú guarda la esperanza de que su sobrina Diana, de un año de edad, 'se salve'. Desde el pasado 7 de enero la menor llegó remitida de Riohacha a Barranquilla con un cuadro de fiebre, gripa y problemas respiratorios, algo que puede considerarse normal dentro de los padecimientos que pueden tener los bebés de esa edad.

Sin embargo, la niña también es víctima de un mal que está azotando al departamento del norte del país: malnutrición. En lo que va corrido del año seis menores de la etnia wayuu han muerto por causas relacionadas deficiencia alimenticia. El año pasado fueron oficialmente 37 y en 2014 la cifra llegó a 48.

Epunayú, de 35 años, esperaba en la puerta de la Clínica de la Costa que su sobrina no engruese la lista de fallecimientos. Animado, afirma que ha visto como ha venido recuperándose.

'La estaban atendiendo en el Centro Nutricional de Riohacha pero allá le dio gripa. La remitieron a la Clínica Renacer, pero allá no tenían un neumólogo y por eso la trajimos hasta acá', relata el wayuu.

Andrés Cadena, director científico de la Clínica de la Costa, indica que el estado de la niña es de 'extrema gravedad por secuelas de malnutrición'.

El galeno explica que el plan que tienen con Diana es 'intentar una recuperación nutricional', pero le preocupa que al regresar a su territorio, una vez se le de el alta, 'no reciba el apoyo social que necesita'.

El tío de la menor, que se dedica al empleo informal, señala que viven en una ranchería llamada Atachonkt, en la zona rural de Manaure, y que las ayudas no llegan hasta allá.

'No tenemos comida ni recursos, no hay agua ni pozos, ni siquiera un molino de viento. No llegan las brigadas y hasta los animales se están muriendo. No tenemos nada', cuenta con desespero Epinayú.

El hombre afirma que está solo en la ciudad, por lo que se queda en una casa hogar de la localidad Norte-Centro Histórico.

'La mamá de la niña se quedó porque está cuidando otros tres niños. Le toca coger un burro para ir varios kilómetros a buscar agua y algo de comida', relata.

Naibelis Epiayú Gómez expresa que la situación no solo se presenta en los niños, los adultos mayores también están pasando por un problema similar.

En el mismo centro asistencial está internada su abuela de 77 años con un problema de cálculos y malnutrición. 'No recibimos las ayudas suficientes en Manaure. Tenemos cuatro días de estar acá y ya solo comemos jugo y café con pan, porque todo es muy caro', dice la artesana de 20 años.

El médico Cadena explica que reciben unos seis pacientes mensualmente de la etnia wayuu, y aunque los cuadros son diferentes, 'todos tienen en común la malnutrición'.

Visita

El gobernador de Atlántico, Eduardo Verano, estuvo ayer en la clínica visitando a la menor.

'Los menores han llegado en un estado muy lamentable. Puede haber responsabilidades culturales y políticas, pero nada va a disminuir el dolor que sentimos en estos momentos al ver el cuadro tan dramático de niños desnutridos', señaló el mandatario en rueda de prensa.

Una de las medidas que busca promover Verano para frenar la situación crítica es reunir a los gobernadores de la región Caribe para recuperar la agenda de ‘Caribe sin hambre’ y el desarrollo rural, además de las inversiones en manutención alimenticia.

'No estamos produciendo nuestro propio alimento. Aunque sea primordial, se trata de algo más allá de simplemente un plato de comida: el dinero es sagrado y debe llegar pleno a los platos de comida', manifestó Verano en la clínica.

Soluciones a largo plazo

Ante la crisis que se vive en el departamento de La Guajira, Tatiana Orozco, directora del Departamento de la Prosperidad Social, dijo que cerca de 11 entidades del Estado 'están trabajando para mejorar la calidad de vida en las comunidades guajiras'.

Orozco señaló que esta situación de hambre y falta de agua en las comunidades wayuu no es nueva y anunció planes para mejorar esta situación.

'Estamos pensando en los soluciones de largo plazo. Entre los proyectos que tenemos está la puesta en operación de 222 pozos que están entrando en operación en todo el norte de La Guajira', dijo y recordó que el DPS 'ha duplicado la inversión en seguridad alimentaria a través de la construcción de huertas caseras: entre el año pasado y este se han invertido 25 mil millones de pesos en seguridad alimentaria'.

Minsalud

En una rueda de prensa conjunta el viceministro de Salud Pública, Fernando Ruiz Gómez, y directora (e) del ICBF, Margarita Barraquer, se pronunciaron sobre 'la situación de los niños en La Guajira'.

Ruiz indicó que la disminución de la desnutrición ha sido de un 34 a un 26%, entre más de 8.000 niños atendidos, y aseguró que se investigan las causas de las últimas tres muertes.

El funcionario habló de los dos casos que se presentaron la última semana y dijo que 'en uno de ellos hay muerte debida a paro respiratorio por un desajuste metabólico asociado a desnutrición secundaria, a una malformación, no se pudo compensar para hacer la cirugía; el segundo caso es en Barranquilla de un niño que muere por un síndrome respiratorio', lo que para Ruiz no es asociado a la malnutrición.

'Hay un caso con desnutrición secundaria, el segundo caso fue en el borde de la desnutrición y lo que quiero decir es que las causas no eran causa directa de desnutrición, el otro está en estudio', agregó Ruiz.

A su turno, Barraquer explicó que 'desnutrición es grave en La Guajira por condiciones de tipo geográfico y climático de esta región del país'.

Situación de los niños en La Guajira

El niño wayuu que murió en Manaure, al parecer por causas relacionadas con la desnutrición, tenía varios días de estar enfermo, no comía y lloraba mucho, según afirmó su tía Sayudi Epieyú.

La mujer también contó que el menor fue llevado al hospital, donde lo atendieron, pero fue devuelto a su ranchería. La comunidad de Naunashitao, en donde residía el menor con su familia, está ubicada a diez minutos del casco urbano de Manaure, no tienen agua potable y la única que consiguen proviene de un molino, pero es salubre.

El bebé murió el miércoles a mediodía y fue sepultado en la tarde, completándose así seis muertes por desnutrición de niños wayuu, cuatro en territorio guajiro y dos en clínicas de Barranquilla.

Mientras tanto el líder Javier López Uriana, quien denunció este nuevo fallecimiento de un menor por las mismas causas, aseguró ayer que debe salir de La Guajira ante nuevas amenazas contra su vida, las cuales según él se producen 'porque no quieren que salga a la luz la situación de los niños indígenas'.

Sostiene que las amenazas provienen de un grupo al margen de la ley y que la investigación está en manos de las autoridades. 'Hablan de un plan para atentar en mi contra y por lo tanto debo abandonar el territorio', indicó.

El secretario de Salud departamental, Stevenson Marulanda, confirmó que recibió la notificación desde Manaure de la muerte de este bebé que nació el 12 de diciembre del 2015 y que este presentaba fiebre y vómitos.

'El problema de la desnutrición en los niños indígenas, no es un asunto médico, sino de hambre y falta de agua en las comunidades, por lo que se requiere de un gran esfuerzo por parte del Estado para asistirlas', aseguró el funcionario.

En algunas comunidades indígenas, lo único que comen los niños es lo que brinda el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar a través de sus programas de alimentación, sin embargo este servicio no ha comenzado a implementarse, porque no se ha completado el número de operadores que trabajarán en esta región.

Según informó la directora regional, Nohemí Benavides, ya se escogieron los 32 que no pertenecen a las comunidades indígenas y están listos para comenzar a operar, mientras que los indígenas aún están en concertación para la selección.