
A sus 65 años de edad Ventura Díaz Mejía regresa al radioperiodismo después de haber sido, en los últimos seis años, Gobernador del Atlántico, cónsul en Aruba y embajador en Jamaica.
Ahora solo lo acompaña en el manejo de su Emisoras ABC su hija Carmencita, porque sus otros hijos están en otro viaje: Edwin Nicolás es un próspero empresario en Guatemala (“ya habla como guatemalteco”); Manuel es el brazo derecho de la contralora general de la República, Sandra Morelli, (es Secretario General de esa entidad, y Ventura asegura que no es por recomendación suya, pues ya ni movimiento político tiene), e Iván Eduardo está dedicado a sus negocios particulares en Bogotá. Lo primero que aclara es que no viene a “hacer sicariato moral, ni periodismo extorsivo para conseguir cuñas”.
¿Regresa al periodismo para quedarse por siempre o es mientras pasa el temporal para volver a la política, que parece que lo dejó trasquilado?
No, no me dejó trasquilado. Tengo muchas satisfacciones de la política. Simplemente regreso al periodismo, de donde salí, para quedarme.
Ya que estuvo en ambas orillas, ¿cómo se ve la corrupción, con ojos de periodista, desde la administración pública?
Sería inexacto decir: “la corrupción nace de aquí”. La inmoralidad se ha generalizado. Lamentablemente está metida en todas partes, como se ve en esas denuncias de estos tiempos. Y no quiero mencionar nombres para no herir susceptibilidades. Todo eso se ve en personas naturales y jurídicas vinculadas a uno u otro sector. Lo que pasa es que cuando uno llega a la administración pública con ojos de periodista se encuentra con que son dos ritmos distintos. Hay términos y tiempos distintos. Hay unos pasos, una tramitología, que deben cumplirse en la administración pública. Y en la diplomacia es peor. Hay un tiempo mucho más lento.
Usted empezó en la radio en los años 60 del siglo pasado. De ese tiempo acá, ¿qué ha mejorado y qué ha empeorado en la radio barranquillera?
Lamento mucho la radio que se hace fuera de la banda AM (Amplitud Modulada), con algunas excepciones que valoro y pondero. Porque hemos creído, y lo digo con dolor y tristeza, que es mejor locutor quien más grita. Si así fuera, a mí no me ganaría nadie. Porque tengo voz para gritar. Muchos no piensan que lo importante es el contenido, e incurren en la vulgaridad.
¿Qué trae de nuevo en su regreso al radioperiodismo?
Los oyentes conocen a Ventura Díaz como una persona seria. Es lo que vengo a hacer: periodismo serio. Tal como lo señala el propio lema del noticiero (‘’La ciudad necesita seriedad’’). No lo he cambiado porque a la ciudad le sigue haciendo falta seriedad en muchas cosas. Mantendremos en el noticiero los niveles de calidad, puntualidad y exactitud en la información. No vengo a hacer sicariato radial. Y esto no va dirigido contra nadie en especial. Es mi filosofía. Mantendré siempre un respeto por la gente. Y cuando en el noticiero se diga algo es con fundamento. No voy a condenar a nadie, porque no soy juez, antes de que no se conozca una sentencia judicial.
¿Cree que en algún sector se hace ese periodismo muy agresivo?
Respondo por mí. No utilizo la agresión. Me parece reprochable y bochornoso. Condeno a quien lo haga. La publicidad debe llegar por sí sola, por nuestra credibilidad y por la calidad periodística del noticiero. (Ventura recuerda con gratitud las enseñanzas de dos maestros de la radio el difunto Marcos Pérez Caicedo, y el veterano Gustavo Castillo García, hoy dedicado a su merecido descanso y quien fue su socio en sus comienzos).
“Vengo a hacer lo mío”
De todas las peloteras de campaña política asegura que no quedaron heridas. “No soy hombre de rencores. Ni de estarme rasgando las vestiduras o guardando resentimientos. Pasaron cosas en política, que ya las superé. Por el contrario, doy mis gracias al pueblo atlanticense y barranquillero, a sus dirigentes, que me dieron tanto apoyo para llegar a la Gobernación del Atlántico.
Hicimos cosas. Lo más importante, que es lo que menos se ve, fue el saneamiento fiscal, que ha sido la base para que quienes me reemplazaron en estos años pudieran endeudarse y emprender grandes obras. Yo construí, pero no inauguré”. Ni siquiera queda un recuerdo amargo de cuando Alex Char lo llamó ‘Pelo ’e burra”.
En aquel momento “lo consideré una falta de respeto. Procuré hacer una campaña con altura, con una excelente relación con mis contradictores. Por eso esa salida me pareció fuera de tono. Esa fue la causa de mi denuncia ante la entidad competente. Eso finalizó casi que en tablas. En mí no dejó amarguras. En mi alma no se anidan esos sentimientos negativos”.
Por Rafael Sarmiento Coley
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