El Heraldo
Barranquilla

“Comportamiento homosexual es abominación y falta gravísima”: manuales de convivencia

Casos que demuestran sesgos de discriminación en normas vigentes de conducta en colegios de la Costa, a los que tuvo acceso EL HERALDO.

Las opiniones se mantienen divididas ante las directrices del Ministerio de Educación, tras una sentencia de la Corte Constitucional que ordena la revisión de todos los manuales de convivencia de los colegios del país para garantizar el libre desarrollo de la orientación sexual de los estudiantes.

Comunidades académicas, religiosas y políticas han protestado en contra de la que llaman “ideología de género”. Argumentan temer por la confusión que podría causar la implementación de esto en los menores (ver infografía).

Falsas cartillas, guías y cuestionarios han sido protagonistas de la controversia en las últimas semanas, a lo que el presidente Juan Manuel Santos respondió con la desaprobación del uso de la guía ‘Ambientes escolares libres de discriminación’.

EL HERALDO presenta cuatro historias en las que una mujer y un hombre transexual y dos gais reviven su etapa escolar en instituciones de Barranquilla, Ciénaga y Montería. Sus relatos muestran una de las caras de esta polémica: la convivencia con la discriminación, el fantasma que aún ronda las aulas de clases.

Este medio tuvo acceso a través de la Corporación Caribe Afirmativo, que trabaja por los derechos LGBTI, a ocho manuales escolares de la Región Caribe, que de acuerdo con el líder de esta organización, Wilson Castañeda, “niegan el respeto y ponen en riesgo la integridad” de esta comunidad.

En algunos textos se consideran las manifestaciones homosexuales como una “falta de disciplina”, por lo que cada uno de sus rectores fueron consultados tras la denuncia. Dos de los colegios ya realizaron las correcciones a los textos.

¿Qué dice la Corte?

En la Sentencia T-478 de 2015, la Corte Constitucional ordena a Mineducación que implemente el Sistema Nacional de convivencia Escolar en un plazo de 1 año. Lo anterior implica una revisión exhaustiva de todos los manuales de convivencia escolar del país para que “sean respetuosos de la orientación sexual e identidad de género” de los estudiantes. Cada institución educativa goza de autonomía en la elaboración de dichos textos, cuyos contenidos son elaborados en conjunto con la comunidad educativa, bajo “los límites fijados por las leyes, normas y disposiciones”, en concordancia con la ley 1620 de 2013 y la Constitución Política.

Paul Santana: transgénero hombre

Yo nací siendo transexual y lo sé porque desde pequeño imitaba la forma de caminar de mi papá. Teniendo 12 años pensaba que era lesbiana, pero cuando empecé a entender el tema de la transición logré tener claridad.

Ponerme el uniforme femenino era muy incómodo para mí, de hecho, trataba de ir siempre con el uniforme de educación física, inventándome cualquier excusa para no tener que verme como niña. Sentí ganas de romperlo, pero nunca lo dañé porque mi mamá lo iba a ver raro.

Intentaba imitar el saludo masculino y acostumbrar a mis compañeros para que me saludaran con un apretón de mano, pero eso nunca fue problema.

Todo empezó cuando tenía 16 años, en 2011. Le confesé mis sentimientos a una compañera y ella se encargó de comentarle a todos sobre mi orientación sexual.

El cuento se regó en el colegio y desde ese momento no podía acercarme a una mujer porque pensaban que le iba a coquetear. Sabía que la gente me miraba y hablaba de mí.

Su amigo, que era gay, un día me gritó frente a todos: “a mi amiga no le gustan las vaginas”.

Era tanta la presión que todos los objetos que veía eran un arma útil para acabar con mi vida. Pasar por un puente era el camino al suicidio.

Al año siguiente decidí contarle a mis papás, quienes me apoyaron, y fue así como pasé a otra institución de Barranquilla. En este lugar una compañera decía que yo la miraba mucho y su forma de molestarme era pegándome chicles en el cabello, pero afortunadamente eso acabó después de que la regañaron. Fueron momentos duros, pero marcaron el camino para decidirme e iniciar mi proceso de transformación.

Anthonella Conde: transgénero mujer

Cuando estaba en octavo de bachillerato estudiaba con un grupo de niños que me gritaban  “llegó la marica”, “maricona” y cosas así.

Nunca pensé que la situación pasara al punto de una agresión física, pero sí sucedió. Un día un compañero encontró una jeringa vieja y me la ensartó en la pierna.

Estaba tan temerosa que corrí por el patio desesperada hasta que un profesor me llevó a una clínica en mi municipio natal, Ciénaga, para que me vacunaran contra el tétano.

Tenía dos amigas porque me sentía una tercera niña en el grupo. Amaba usar el uniforme de educación física porque podía verme más parecida a ellas.

Cuando había una niña linda mi sentimiento era de admiración. Quería tener el cabello largo, maquillarme y tener novio.

En mi casa no podía evitar querer usar los accesorios de mi mamá. Ella lo sabía y cada vez que volvía a la casa revisaba su closet para ver si le faltaba algo que yo hubiera agarrado.

A mis 15 años me encontró un día maquillado y con tacones. Supongo que le causó rabia y por eso me golpeó.

Yo, como muchos a esa edad, estaba confundido. Pensaba que era gay porque me gustaban los hombres, pero realmente era transexual porque quería ser una mujer.

Era feo cuando escuchaba a mi papá lanzar comentarios como “es mejor tener un hijo drogadicto y matón que marica”. Vengo de una familia conservadora y tengo tres hermanos varones, por eso tardé hasta los 18 años para confesarme. Hablaba grueso y hasta tenía novias, pero decidí dejar de ocultarme a mí misma.

Prefiero que me odien por lo que soy a que me amen por lo que no soy.

Todo ha sido un proceso, mi papá no me habló durante 6 años, pero nos reconciliamos cuando tuvo un accidente y perdió uno de sus ojos.

Luisfer Grajales: Hombre gay

A mis 14 años me la pasaba escondiéndome de mis compañeros, porque les tenía miedo. Yo sufrí de acoso sexual en el colegio de la ciudad donde nací, en Montería.

“Agárralo”, “tócalo”, “siéntelo”... Era lo que me decía repetidamente un compañero de clases mientras me mostraba su miembro. Lo peor era que lo hacía delante de mis otros compañeros. Inclusive, alcanzó a rozarme con su genital.

A mí me gustaban los hombres, pero era un niño y estaba confundido.

Aunque muchos me molestaban, la actitud de él era la que más miedo me daba. Pensaba que en cualquier momento me cogería en el baño. Sucedió en noveno y no puedo contabilizar las veces que se repetía esa escena, porque eran constantes.

En un principio mis amigos me defendían, pero después se convirtió en un juego para ellos; para mí nunca lo fue.

Yo preferí no comentarlo en el colegio y mucho menos en mi casa. Mis padres aún desconocen lo que ocurrió.

Trataba de tener una actitud normal para que mis papás no sospecharan de que me pasaba algo. Tuve que enfrentar muchos miedos y no quería salir solo a la calle.

Aunque en esa etapa de la adolescencia las hormonas están revueltas, yo nunca sentí placer o tuve deseo hacia mi compañero, todo lo contrario.

A mis 18 años logré aceptarme y aceptarlo ante la sociedad. Fue ahí cuando mis papás se enteraron. En ese momento yo ya no estaba en Montería y ya me había graduado.

Recientemente me enteré que ese compañero actualmente es novio de una amiga transexual. Quizá él también estaba confundido y por eso actuaba así.

*Ángel: hombre gay

Esto de que me gustan los hombres lo he sabido toda la vida, tal como le pasa a los chicos heterosexuales, que un día sencillamente se sienten atraídos hacia las niñas. A mí me empezaron a gustar los modelos guapos de las revistas como Zac Efron y Taylor Lautner.

Siendo pequeño me lo negaba a mí mismo porque estaba convencido de lo que decían los demás, que “no era algo normal”.

Mi experiencia en el colegio no fue diferente a la de cualquier otra persona. ¿Qué si me hicieron bullying? Lo normal, pero nunca por mi orientación sexual.

A mis amigos decidí contarles que era gay, al igual que a los profesores y jamás pasó nada raro.

Debo confesar que en el colegio nunca me gustó ningún compañero de clase, así que no tuve amores colegiales.

Asumo que lo “común y corriente” de mi vida escolar se debe a que por mucho que me gustaran los hombres, nunca hice nada fuera de lo que mis compañeros de clase consideraban “normal”.

Nunca anduve de la mano con otro chico, ni tampoco acudí al colegio con uniforme femenino, y de alguna manera ese es el nivel que los otros, los que “sí son normales”, están dispuestos a aceptar.

Me gradué con honores, mis pruebas Icfes fueron excelentes y me ofrecieron becas en universidades.

Nunca me sentí como un marginal en el colegio. Está claro que en ocasiones sí tuve que hacerme respetar, pero no fue repetitivo.

No me siento especial por ser gay, tampoco soy “anormal” por serlo y no considero que merezca un trato diferente al de cualquier otra persona.

*Mi nombre real no es Ángel, pero a mis padres no les gusta el exhibicionismo y a mí tampoco. Sin embargo, ellos me apoyan y me entienden.

Manuales polémicos en el Caribe

Ocho casos de colegios “con sesgo” discriminatorio, según Caribe Afirmativo. Dos de ellos realizaron cambios.

Sagrada Familia: El colegio religioso, inspirado en la filosofía Franciscano – Amigoniana, presenta el lesbianismo en su manual escolar como una situación A3 (de alta gravedad), en conjunto con la brujería y el satanismo,  prácticas que “afectan la moral cristiana”.

De estas acciones se dice en la página 32 que “ponen en peligro gravemente la integridad personal y el buen nombre de la institución”.

Ante esto, EL HERALDO consultó con la rectora, la hermana Claudia Chaux, quien aseguró que “estamos trabajando y en proceso de revisión de manuales”, al tiempo que precisó que estos son elaborados en conjunto con los estudiantes y padres de familia.

En diálogos anteriores, la sor había manifestado que en Cosafa, cuando se presentan los casos “se actúa siempre en respeto a los derechos de los niños y pensando en los valores”.

“Para los acontecimientos nosotros tenemos una comisión de convivencia, llegamos a acuerdos y conciliamos”, aseguró la hermana Chaux.

Colegio Colón: El colegio con enfásis en Ciencias Naturales, ubicado en el barrio El Recreo, contempla en la página 37 de su texto institucional vigente, bajo el título ‘otras consideraciones’ que si las conductas homosexuales son “reiterativas, interfieren los procesos en el aula y/o afectan el colectivo, se considerarán faltas graves”.

De presentarse el caso de un estudiante gay, la institución establece que “se iniciará un seguimiento por parte de un profesional del departamento de orientación escolar, previa citación a padres de familia y/o acudientes para llegar a acuerdos y compromisos”.

Este medio intentó comunicarse en reiteradas ocasiones con el rector del colegio, Miguel Peña Lejarde, quien en uno de los llamados dijo “no estar autorizado por la junta directiva” para referirse al tema.

Guillermo Carey: La institución cristiana sostiene en su manual escolar del año 2014, en el artículo 3.4, que el comportamiento homosexual es “abominación”, por lo que constituye una situación tipo 3 (gravísima). En este grupo también mencionan el porte de armas y la comercialización y venta de estupefacientes.

Según el texto, estas acciones resultan “presuntos delitos contra la libertad, integridad y formación sexual”. Este medio se intentó contactar en varias oportunidades con las directivas del colegio para conocer si el manual había sido actualizado, pero aseguraron encontrarse ocupados.

Otros casos en la Costa

Bolívar: El artículo 31 del manual escolar 2016 del colegio Salesiano San Pedro Claver de Cartagena, relaciona las prácticas homosexuales y heterosexuales con los “actos que atentan contra la moral cristiana”.  En un comunicado, la institución rechazó el señalamiento de Caribe Afirmativo. El director del colegio, Mario Restrepo, explicó que se trata de tomar medidas que no estén en contra de la moral y los principios dentro del colegio. “No vamos a permitir que las personas conviertan el colegio en  un escenario donde se venga a hacer el amor en cualquier parte. Esto es para todo el personal en general”, sostuvo el rector.

Cesar: Dentro de las “faltas graves” del manual de convivencia del Colegio Manuel Germán Cuello de Valledupar, que aplicaba en 2009, se mencionaba el homosexualismo y lesbianismo como “conductas aberrantes dentro o fuera del plantel portando el uniforme”. Así lo establecía la página 65 del texto al que tuvo acceso este medio, pero que luego de consultar con el rector José G. López se pudo constatar de las correcciones. En el texto vigente dicha página se refiere a temas que tienen que ver con el desempeño escolar. “Garantizamos el libre desarrollo de la orientación sexual de los estudiantes”, dijo López.

Córdoba: En el colegio La Salle de Montería el manual de convivencia en la página 12 subnumeración 14 considera como falta grave las “manifestaciones afectivas inadecuadas de noviazgo o de homosexualidad”. Dentro del mismo segmento están el hurto, acoso sexual, venta de droga y porte de arma.  Funcionarios de la institución dijeron que se pronunciarían a través de un comunicado, pero tras una reunión de las directivas en Medellín, determinaron que no se manifestarían al respecto.

La Guajira: En la página 40 del manual de convivencia del colegio La Sagrada Familia de Riohacha se considera  que el lesbianismo afecta la integridad física, sicológica y social de los miembros de la comunidad educativa a la ética y la sana convivencia institucional así como “la práctica de brujería, satanismo, prostitución, o cualquier otro aspecto que afecte la moral cristiana”. Las acciones están agrupadas con los casos de embarazo y/o aborto, porte de armas, visita a moteles, robo y exhibicionismo. Este medio se trasladó en tres ocasiones hasta las instalaciones del colegio, pero el periodista no fue atendido por las directivas, ni recibió respuesta al respecto.

Buen Consejo

Con un modelo pedagógico católico, el colegio Nuestra Señora del Buen Consejo, localizado al norte de la ciudad, expresaba en su manual escolar que los comportamientos homosexuales eran “acciones que lesionan gravemente la integridad física y moral”.

En diálogos con el rector de la institución, Dairo Orozco, se pudo corroborar que se efectuaron cambios en el texto. “Nosotros llevamos más de siete meses trabajando en el manual”,  dijo.

Ahora, tras el llamado que le hizo la Secretaría de Educación Distrital por vulnerar el derecho al libre desarrollo de la personalidad, el Buen Consejo asegura en su manual que “recibir el mismo trato respetuoso sin discriminación por raza, sexo, género” es un derecho fundamental del alumno.

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