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El mayor deseo de Navidad de los cerca de 4.000 habitantes de Mesolandia, en Malambo, es volver a tener un fluido constante de agua potable. Desde hace 26 días, denunciaron, no han podido gozar del placer de una ducha fría, o de un vaso de agua fría para mitigar el calor. Pero además, dicen que llevan cerca de dos años sin poder abrir los grifos de las casas, el mismo tiempo que les ha tocado madrugar a las 2:00 y 3:00 de la madrugada para recoger -en pimpinas- los pocos chorros de agua que les llegan exclusivamente a esa hora.

Conectados directo a una motobomba, de esas pequeñas y de motor ruidoso, los hogares de este sector de Malambo han 'sobrevivido' por todos estos días, tiempo en el que han tenido que ser extremadamente rigurosos con el uso del agua. A pesar de la inseguridad y la pobreza, el mayor miedo de estas personas es que se les acabe el agua, que acumulan y atesoran como pequeños cofres llenos de joyas. Cada madrugada, como si sonara un despertador, ancianos, jóvenes y niños corren hasta el tubo más cercano, del que esperan que brote agua para así abastecerse de agua para el resto del día.

Cuando escuchan que el agua está cerca, pegan la boca a la punta del tubo y chupan, para sacar el aire, y para agilizar -dicen ellos- la llegada del agua a ese punto del barrio. Como los que lo hacen -generalmente- son hombres, en Mesolandia su gente dice que 'los hombres chupan mejor que las mujeres', debido a esta práctica que, comentan, ha terminado por enfermar a unos y por generarle heridas a otros.

Como el agua que le llega a su casas es escasa, han tenido que romper tuberías cercanas para abastecerse de estas, pues -denuncian- la presión de agua para el sector es 'insuficiente'. Quienes han hecho negocio con esta situación han sido los pimpineros, que, en carros de mula, circulan por las calles destapadas vendiendo tanques de agua a $1.000. En contraste a esta situación, y como ayuda para los habitantes de esta zona, las Fuerzas Militares los han provisto de un carro tanque cargado de agua, una gran ayuda -sin duda-, pero que también los pone en una encrucijada.

'No queremos que piensen que solo con eso podemos vivir. Es una ayuda, sí, pero son pañitos de agua tibia. Así no se puede, hay veces en que no tenemos plata para pagar las pimpinas, por lo que toca rezar para que salga el agua, que siempre es a las 2:00 o 3:00 de la mañana', dijo Ronald Suárez, líder del sector.

Según denunció Suárez, hace cerca de dos años viven este 'infierno', pues el dinero del acueducto, que dice fue girado por el Gobierno Nacional a la Administración de Malambo, 'nunca ha llegado a Mesolandia', al igual que tampoco lo ha hecho el agua. Adicional a esta situación, manifestó que de manera puntual les han llegado los recibos con recargos de hasta $100.000 mensuales.

'Uno cómo va a pagar un recibo si uno acá no tiene ni dignidad. Es inadmisible que la gente tenga que arriesgar su salud tomando el agua de esa forma, o madrugando para conseguirla, cuando a uno le llegan recibos hasta por esos valores. Nadie se explica qué es lo que está sucediendo', dijo

Frente al tema, el gerente de Aguas de Malambo, Walter Moreno, aseguró que la razón principal del problema recae en la 'poca colaboración' de la comunidad, que -incluso- 'no les han permitido el ingreso al barrio', por lo que no han podido arreglar las tuberías que, manifestó, están dañadas desde hace meses.

'Nosotros pagamos 40 millones mensuales a la Triple A, a quienes le pagamos el agua como si fuera estrato cuatro y allá la gente tiene recibos de estrato uno. Va a llegar el punto en que la situación va a dejar de ser sostenible, pero nuestra intención nunca ha sido cortarles o suspender el servicio. Pero necesitamos de su colaboración', concluyó el gerente.

El alcalde de Malambo, Efraín Bello, manifestó que el tema 'es responsabilidad del operador', pero también reconoció que es consciente de la problemática social que se vive en Mesolandia. 'Tenemos que trabajar para que el tema se solucione', dijo.