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El carnaval no todo lo consume. La otra ciudad con sus habitantes y visitantes que buscan escape y ocio, también van a cine, a playa; ayudan a que las obras civiles sigan el guion de su programa. Aprovechan los cultos, las ceremonias de comunidades y confesiones creyentes para congregarse. Unas cierran sus puertas, no ofrecen sus servicios, otras en cambio prefieren la intimidad con el Todopoderoso.

Este lunes de carnaval cuando empezó la agonía del fuego festivo, las actividades comerciales y de servicios de la ciudad mantuvieron su dinámica. Aunque no todos los negocios abren, los que lo hacen recibieron clientes como el de las grandes plataformas y los restaurantes.

El ama de casa, vestida de monocuco salió del centro comercial Panorama en la calle 30 con su carrito de compra. En las llamadas grandes catedrales de entretenimiento, a diferencia de un fin de semana, mantuvieron el flujo y circulación de clientes.

En el norte de la ciudad, el centro comercial Buenavista permitió ver una tarde tranquila para que adultos mayores caminaran con sus bastones y en compañía de sus seres queridos por unos pasillos más despejados.

Había familias y parejas con el plan de ir al cine con sus hijos. 'El lunes y el martes son los días con más asistencia de la semana', destaca un administrador de los cines del Buenavista.

En una hilera de 11 espectadores antes de comprar su entrada en taquilla, cuatro son mayores de 50 años. Todos visten colores oscuros o suaves, solo una mamá que se encontraba con dos niñas, una adolescente y cuatro adultos acompañantes, tenía un vestido de mangas de bolas blancas y rojas de negrita puloy. El rito fue observar varios minutos la pantalla, elegir la película, la sala y los precios que oscilan entre $18.000 y $21.000. 'Siempre en carnaval viajo, esta vez cambié. Quise venir al cine. No me gusta participar de las fiestas', admitió antes de entrar a ver la película La La Land.

Con dos batidos de helado color café con leche en la mano, Rachid Farid Náder, jefe de la Secretaría Jurídica de la Gobernación, ingresaba a una de las salas para ver la ganadora del Óscar, Luz de Luna. 'Me gusta el arte y la cultura como el carnaval', dijo y reconoció que era hora de olvidar el carnaval. 'Lo disfruté el sábado y domingo, ahora toca disfrutar días como estos, que son pocos por el trabajo exigente que tengo en la Gobernación'.

En el sur, en el Cineland del centro comercial Panorama, el movimiento de espectadores fue más lento. La taquilla no tenía las hileras del Buenavista, pero Íngrid Santander, administradora, dijo que tuvieron asistencia de un 60% y 70% en sus tres salas con capacidad para 300 personas. 'Adentro tenemos gente disfrazada viendo película', agregó.

En la taquilla, José Luis Cruz, su esposa y dos niñas habían elegido La Gran Muralla. 'Vengo a cine porque somos poco folclóricos. No compartimos la fiesta de carnaval. Es un buen día para venir a cine'.