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Una obra del artista antioqueño Fernando Botero llegó en un viaje de placer, en el buque crucero Costa Luminosa, que cruzó el océano Atlántico, desde Italia, y atracó en el muelle de este puerto colonial.

Podría decirse que esta escultura es una prima menor de la Gorda de Botero, como se le conoce popularmente a la obra del maestro que lleva por nombre Gertrudis, y que es la atracción de los turistas en la plaza de Santo Domingo, en la ciudad vieja.

La escultura del barco se titula Mujer Acostada, reposa en el tercer puente (o piso) del buque, en medio de un amplio bar iluminado con lámparas de murano. Es una especie de zona de recepción del buque.

Como su ‘prima’ Gertrudis, de Cartagena, esta del Costa Luminosa se convirtió en un amuleto para los viajeros, pues es la atracción para el registro fotográfico, la buena suerte durante el crucero, y el buen amor y la vida. Como la de Cartagena, la escultura tiene peladas la nariz y las manos, que es la parte que más tocan los turistas.

A diferencia de Gertrudis, (que se encuentra reclinada), su prima navegante está boca abajo y parece menos circunspecta que la de la plaza de Santo Domingo, quizá por culpa de permanecer siempre en el mar y por, tal vez, tener un amor en cada puerto.

El capitán italiano de la nave construida en el 2009, Pietro Sinisi, dijo que 'es asombroso cómo todos quieren con la Mujer Acostada de Botero', y agregó que fue la línea la que se decidió por esta obra.

En realidad, este particular crucero, que tocó por primera vez puerto cartagenero, tiene un diseño contemporáneo y dedica un significativo espacio al arte figurativo contemporáneo con 288 obras originales y 4.733 réplicas a bordo. En cada piso, el viajero que encuentra con una obra.

El concepto del barco, dijo el capitán, está pensado para adultos y especialmente de Europa. El crucero demora 98 días y tiene, de acuerdo al lujo o comodidad del camarote, un valor entre los 15.000 y 60.000 euros.

Llegaron en el Costa Luminosa viajeros de Italia, España, Alemania y Francia. El buque tiene una capacidad para 2.800 pasajeros, pero esta vez solo iban a bordo 1.700.

Desde Italia, España y otros puertos de Europa llegaron al Caribe, a Cartagena. De aquí a Panamá, México, Costa Rica, y de allí a Estados Unidos.

Las autoridades de Cartagena le entregaron placas de bienvenida al capitán y les hicieron saber el deseo de volverlos a recibir en este muelle de la Sociedad Portuaria de Cartagena. Con este acto se dio inicio a las relaciones con la línea italiana Costa Cruceros, que cuenta con una tradición de 65 años en el sector.