Los danzantes chocaron los maderos de guayacán y el sonido se mezcló con la música de los redoblantes y la dulzaina. ‘‘Esa es la danza del paloteo’’, gritó alguien desde la multitud que retrocedía a las aceras para abrir espacio a la ejecución de los 32 danzantes provenientes de Normandía, no de la provincia francesa, sino de la urbanización del municipio de Soledad.
Los integrantes de la danza El Paloteo reformado fueron los únicos exponentes de esta expresión cultural en el universo folclórico de los 173 grupos que desfilaron ayer en la Batalla de flores del Carnaval de la 44.
Niños y jóvenes entre los 4 y 26 años hacen parte del semillero que coordina Lorena Pérez, que los considera un motivo de orgullo y además la garantía de la supervivencia de la danza de relación en los próximos años.
‘‘El grupo fue fundado por Willian Pedroza, el abuelo de mi esposo, en 1982. Es un legado familiar que estamos manteniendo, mi hija y hasta mis nietos participan’’, comentó mientras observaba a las 16 parejas, en plena danza, enfrentarse representando los antiguos duelos de espadas con los golpes de palos cortos de guayacán.
Durante la danza realizaron movimientos circulares.
Los jóvenes soledeños, en su baile, expresan la historia de la guerra de independencia entre españoles y criollos por el dominio del territorio colombiano.
Lina Vizcaino, de 15 años, es consiente de ese contexto y dedicó, junto a sus compañeros, 4 horas diarias de preparación, durante dos meses, para ejecutar de forma perfecta la coreografía a lo largo del corredor de la 44.
‘‘No me importa el cansancio, me gusta sentir que pongo un granito de arena para que se mantenga la tradición’’, expresó Lina que además reconoce la importancia de la danza que figura como unas de las expresiones del Carnaval de Barranquilla declaradas por la Unesco como Patrimonio Oral e inmaterial de la humanidad.