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La estridencia de sus cantos y de sus reclamos nupciales es como la tarjeta de presentación de estas plumíferas, la primera señal de su presencia que percibe el habitante de la ciudad.

Porque las Aratinga Pertinax, más conocidas en nuestra región bajo los poco elegantes nombres de cotorras Cara Sucia o de pericos Cara Sucia, tienen el hábito de montar una tremenda algarabía mientras se acomodan, al finalizar la tarde, sobre los árboles en los cuales pasará la noche la colonia.

Barranquilla tiene la suerte de ser durante estos días el lugar escogido por una bandada de estas ruidosas aves, que suelen instalarse en varios sectores de la ciudad. Como por ejemplo, la carrera 43 con calle 72, la carrera 49C con 82, calle 99 con 43, o en los patios de las casas con árboles frondosos como San José, el Carmen y Boston, entre otros. Indiferentes al bullicio y ajetreo de la ciudad, estas visitantes son miembros de la especie más popular de cotorras que se encuentra en la región de la Costa Caribe. No sólo la colombiana.

Sus dominios se extienden desde las Guyanas hasta las costas panameñas y por las islas antillanas. Se reporta su presencia en Panamá, Colombia, Venezuela, las Antillas Holandesas, Guyana, Guyana Francesa, Surinam y Brasil.

Y aunque no es un ave migratoria, las colonias sí acostumbran a hacer desplazamientos relativamente cortos durante ciertas épocas del año, en busca de los recursos hídricos más abundantes. Es precisamente durante la temporada lluviosa que suelen cambiar su morada de lugar.

Cuando ingresan a los entornos urbanos, los humanos suelen olvidar que estas aves simplemente están reclamando entornos que siempre fueron suyos, mucho antes de que construyéramos nuestras ciudades. Sus voces y la concentración de sus excrementos en los lugares en donde fijan sus viviendas temporales suelen ser las principales fuentes de quejas. También pueden causar problemas en ambientes agrarios para ciertos cultivos de granos, especialmente los de maíz.

Pero, tal como lo recuerda la bióloga Andrea Echeverry (quien al presentarse aseguró no tener nada que ver con la cantante de rock), de la Fundación Zoológico de Barranquilla, es un contrasentido que los seres humanos se quejen de las alegres voces de estas aves en vez de hacerlo del incesante ruido generado por los automotores, contra los que parecemos estar inmunizados.

La especialista de la Universidad del Magdalena, quien actualmente cursa un posgrado en la Javeriana, asegura que es necesario ‘cambiar el chip’ de los citadinos y aprender a valorar la magnífica oportunidad de tener como vecina a una de las pobladoras más pintorescas y divertidas del reino animal en la Región Caribe, ofreciéndonos con su presencia un incomparable vislumbre de las costumbres y hábitos de la fauna autóctona.

Además, indica que todas las molestias o incomodidades causados por estos pájaros no durarán más que unos cuantos días, semanas a lo sumo, ya que siempre están en movimiento y, así como llegaron, también se irán.

Las Araginta pertinax (Aratinga es una voz de la lengua Tupi de la selva amazónica, y significa ‘ave brillante’; mientras que pertinax viene del latín y significa ‘insistente’, ‘terco’ o ‘tenaz’) son monógamas de conductas muy sociales. Aparte del ser humano, las especies que representan peligro para su vida son las de aves rapaces, los felinos silvestres y los lagartos de mayor tamaño, así como los ofidios. Suelen aprovechar las oquedades de los troncos arbóreos para establecer sus viviendas aunque también arman sus viviendas con barro.

Se adaptan a casi todos los terrenos de la región Caribe, incluyendo la sabana, con predilección por instalarse sobre cactáceas, acacias y manglares y, en general, en los llamados bosques de galería, que son los que crecen a la margen de los ríos. Las atrae especialmente la presencia de colonias de termitas bajo las cortezas de estos vegetales, ya que, además de frutas y semillas, los insectos son parte de su dieta habitual. No suelen sobrepasar los veinticinco centímetros de longitud y los veinte de envergadura de alas.

A pesar de que no es un ave en peligro de extinción, suele ser muy apetecida para asignarle el papel de mascota doméstica, gracias a su facilidad para convivir con el ser humano. Por lo tanto, los cazadores furtivos van frecuentemente en pos de ella.

La bióloga Andrea Echeverry recordó que tener a estos animales como mascotas es ilegal en Colombia, al tiempo que se suprime la labor benéfica que cumplen para el medio ambiente: esparcir las semillas y el polen y controlar las plagas de insectos.

Recomendó a quienes tienen la buena suerte de haber sido escogidos temporalmente como nuevos vecinos por estos pájaros que aprovechen su presencia para aprender un poco sobre nuestra fauna y educar a los niños acerca de la necesidad de proteger la naturaleza. 'Sobre todo', dijo Echeverry, 'hay que borrar la impresión de que la llegada de estos lindos plumíferos pueda representar un problema… porque en realidad son una bendición'.