Luna de septiembre que siempre me acompañas, por favor decíme donde está mi morenita... se abrían paso los acordes de la popular canción del folclor vallenato de un reproductor musical que sonaba a todo timbal en medio de la feliz algarabía que producían los trabajadores de la construcción que a la una de la tarde de ayer, ya se encontraban instalados en las mesas de la tradicional caja de cambio y tienda Los Paragüitas.
Un albañil entusiasmado y de manera espontánea recordó a voz en cuello, “¡Hoy está cumpliendo años mi compadre Diomedes Díaz, el Cacique de la Junta!” Sus compañeros de mesa y de trabajo celebraron con un brindis espontáneo la emotiva alusión.
“Es que las canciones de Diomedes son las propia acaba quincena”, gritó otro alborozado.
La escena se repite todos los sábado desde la una de la tarde cuando se reúne una gran cantidad de trabajadores del área de la construcción para cambiar el cheque de su pago o en busca de un abono o adelanto. Pero, detrás de este trámite o más bien del dinero recién desempacado, se congregan otros subgrupos; cobradores de todo tipo, prestamistas, esposas, hijos, madres, vendedores y las señoras que les fían los almuerzos de la semana, entre otros, lo que convierte al lugar en una especie de ecosistema particular donde todos y cada uno cumplen un rol específico y se hace necesario e indispensable para el otro, en una dinámica de interacción que se repite cada sagradamente cada ocho días.
Según el administrador de Los Paragüitas, Jaime Quintero, el negocio comenzó hace 30 años.
“Nuestros primeros clientes fueron los empleados del Country que venían a cambiar sus cheques y se quedaban tomándose las cervezas. Ahora mismo contamos con más de 300 empresas que utilizan nuestro servicio porque ofrecemos seguridad, seriedad y buen servicio ”, aseguró.
Voy a pone' una tiendecita pa' vender cerveza para yo tomarme una de vez en cuando...
La canción de Diomedes es recibida entre batir de palmas y coros improvisados de emoción en medio de un vocerío que conversaba sobre trabajo, el Junior, ‘tu papá’ y los pequeños placeres cotidianos de la vida.
Atravesando la calle, sobre los muros del Parque Parrish, otro grupo nutrido espera su turno, mientras se entretienen degustando el popular ‘Arroz de payaso’, servido en hojas de bijao o simplemente, conversan mientras les llega su turno para cobrar.
“Lo que pasa es que uno sale cansado del trabajo y como aquí es que cambian los cheques, uno se queda con los compañeros tomándose las cervecitas para relajarse”, aseguró Osman Pérez, un obrero que se desempeña en el área de cielo raso.
“Vea compadre uno en el banco tiene que hacer cola y aquí es más rápido, además que acá tenemos la tienda, el restaurante y las cervecitas para recrearse sanamente”, afirmó, Frank Castro, compañero de Pérez.
“Una de las cosas por las que a nosotros nos buscan es por nuestra seguridad”, agregó el administrador Jaime Quintero.
Cuenta que tienen 2 vigilantes permanentes y un sistema de alarma conectado con una empresa de seguridad así como 16 cámaras que cubren todo el área. Además del CAI de la Policía y de los agentes que siempre están patrullando”.
Para Luis Martínez, un vendedor estacionario de cigarrillos y confitería que lleva 6 años ubicado frente de Los Paragüitas, este es un negocio tradicional que a él le ha ayudado para ganar unos pesos de más, sobre todo los sábados que es cuando a él le va mejor.
Martínez ha sido testigo de muchas situaciones que se presentan cada sábado con la llegada de los obreros. “Yo me he pillado mujeres llorando porque el marido cobra temprano y se les pierde y ellas se quedan aquí esperando. A veces me ha tocado darles hasta pa’ los pasajes porque el hombre se les perdió y las dejó metidas”, relató.
Por su parte el administrador agregó que, “mi señora me contó que una vez un taxista le preguntó cuando iban pasando por acá que si era que aquí vendían droga, porque el hombre no entendía por qué el negocio se llena tanto, a mi propia esposa figúrese, y ella simplemente le contestó que aquí lo que se cambiaban es cheques”, recordó sonriente.
Lo que sí es cierto es que muchos barranquilleros todavía se preguntan qué es lo que sucede en Los Paragüitas que cada ocho días se prende como una verbena en pleno carnaval. Perdóneme señorita si en algo llego a ofenderla, pero es que usted es tan bonita que no me canso de verla... Suena otro vallenato insigne, mientras otro de los obreros explica en medio del barullo que, “esto es ya una tradición, venir aquí a tomarse las ‘frías’ el día de pago y es que los sábados los bancos cierran temprano y a uno después le toca esperar hasta el lunes”, dijo Rubén Guzmán.
Por Carlos Polo