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“Quisiera compartir algunas reflexiones a raíz de los pares señalizados en los cruces de las calles 82 y 84 donde, en razón a los andenes altos construidos como protección a los arroyos, los conductores, para tener libre la visual y poder continuar la marcha, terminan pisando las líneas de pare dibujadas en el piso, infringiendo la norma y convirtiéndose automáticamente en objeto de sanción, léase ‘comparendo’ y todo lo que conlleva”.

El punto central de la reflexión que surgió de este tema, es la forma irracional y casi que esquizoide, en la que se están aplicando las normas del código de tránsito en Barranquilla, sin ninguna revisión y adaptación a las particularidades del espacio urbano, caso específico de los arroyos que corren por la mayoría de las calles de la ciudad en el invierno.

Pero es que además, esa aplicación, ciega, sorda y muda, de las normas, está desconociendo unos principios básicos del funcionamiento de las aglomeraciones urbanas de cierta magnitud como Barranquilla.

Desconoce, por ejemplo, algo tan elemental como la jerarquización vial, que ya mencionaba Jorge Bermúdez en una nota en EL HERALDO, para aplicar la norma del código de transito que dice que la velocidad en las zonas residenciales es de 30 Km/hora.

Porque hay vías regionales, vías arterias, semiarterias, conectoras, casi todas pasando por zonas residenciales, con diferentes velocidades de circulación con el fin de facilitar y agilizar los desplazamientos de bienes y personas, cosa que se está volviendo cada vez más difícil en esta ciudad, con 10 veces más carros que hace 20 años y prácticamente –con excepción de la ampliación de la circunvalar y la 30 por allá en los años del cura Hoyos– sin ninguna vía arteria nueva.

Me voy acercando aquí a los ya tristemente famosos comparendos electrónicos por exceso de velocidad y su impacto en el mejoramiento de la calidad de vida de los habitantes de la ciudad que es, en última instancia, la razón de ser de las instituciones de gobierno.

Si nos ponemos a pensar en serio, el problema de la circulación hoy en Barranquilla, no es precisamente de exceso de velocidad sino todo lo contrario.

La velocidad promedio de circulación en el área urbana se ha reducido notoriamente, lo que equivale a un incremento de los tiempos de desplazamiento, por las razones de congestión y falta de vías que explicaba antes.

Un caso para ilustrar lo anterior es lo que pasa en la calle 30 donde se movilizan cientos de miles de personas que trabajan en Barranquilla y viven en Soledad, en Malambo o más allá. Cuantas horas se están gastando en los –mínimo– dos viajes diarios que hacen, de la casa al trabajo, cinco o seis días a la semana? Vale la pena sacar la cuenta…

¿Y será que el dispositivo de control de velocidad y generador de comparendos que colocaron en la calle 30 con la 8 está mejorando esa movilidad?, ¿no será exactamente lo contrario?, ¿y el Señor Secretario de Movilidad Distrital y su equipo lo habrán tenido en cuenta antes de instalar dicho dispositivo? Francamente, lo dudo.

En este punto, se podría decir que estoy aprovechando el pretexto de esta carta para desahogarme del malestar que me han producido los comparendos. Y si, hay algo de eso. Ya van tres. Con los dos primeros acepté mi responsabilidad, hice el curso, pagué la multa y, lo más importante, jamás me he vuelto a pasar un semáforo en amarillo, esa multa duele. El tercer comparendo si fue de antología.

Primero había superado la velocidad máxima permitida que era de 29 Km/hora, según el comparendo. Alguien en los alrededores ha visto en alguna parte ese límite de velocidad?

Yo no, pero OK, iba a 31,5 km/ hora, me pasé del límite. Pero lo más interesante del comparendo es que la infracción la cometí en la calle 72 con la carrera 73, es decir, más o menos en Palermo, departamento del Magdalena; esa dirección en Barranquilla, no existe.

Afortunadamente el comparendo se anuló, no sin antes reclamar y argumentar con el apoyo de algunas personas de la secretaría de movilidad que me conocían y me dieron la razón. De otra forma, o habría pagado la multa o habría acudido a los recursos que establece la ley, que con la reconocida “celeridad” de nuestro sistema judicial, ¡no se hubieran solucionado jamás!

Creo sinceramente que esta situación en la Secretaría de Movilidad está pasando de castaño a oscuro y nos está afectando a todos los ciudadanos. Debemos manifestar nuestro malestar a ver si las cosas cambian”.