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La primera vez que Yaneris Cotes, directora del programa PAN de la Gobernación de La Guajira, visitó a Isolina Silva en esta ranchería para hablarle de los alcances del programa recibió un 'portazo en la cara', recuerda.

El segundo encuentro con otros líderes indígenas fue más productivo porque a medida que la funcionaria hablaba a Isolina se le iluminaba el rostro: 'Soy Isolina, ¿No se acuerda de mí? ¿Cómo hago para que mi comunidad se beneficie?', preguntó entonces con los ojos bien abiertos y una enorme sonrisa.

Pese a la ayuda del PAN que comenzaron a recibir, la líder indígena, que es maestra de esta zona rural de Manaure, uno de los Municipios guajiros con más alta incidencia de desnutrición infantil, no duda en reclamar: '¡Cómo no voy a dudar si aquí vienen, llenan unos papeles y no vuelven!'.

La crisis volvió a agudizarse esta semana por la muerte de un menor de dos meses que vivía en la ranchería Naunashitao, a solo diez minutos del casco urbano de Manaure. Otros cinco menores fallecieron en los primeros 35 días de 2016, por la misma causa.

PROMESAS INCUMPLIDAS

Para Isolina esta agonía lenta de los niños wayuu obedece 'principalmente al abandono estatal'.

'Aquí ellos, la comunidad, no creen en ayuda estatal porque han venido con promesas que luego no cumplen', dice al recordar que el exalcalde de Manaure Deivis Díaz le recomendó levantar un censo poblacional de las rancherías de su jurisdicción para un programa nutricional, pero después de entregar los resultados el entonces mandatario no volvió.

También recuerda a funcionarios de los ministerios de Agricultura y Salud. Del primero llegaron para un programa agropecuario y del segundo para conocer el número de mujeres embarazadas. Pero, otra vez, llenaron unos papeles, prometieron volver y no lo hicieron.

Por eso, Isolina Silva y Lorena Pushaina, quien vive en la ranchería La Cachaca I, coinciden en que muchas de esas visitas, bien sean estatales o de Organizaciones No Gubernamentales, quedan en promesas, mientras los niños siguen sufriendo. Los incumplidos son funcionarios públicos o particulares que llegan a indagar qué comen, de dónde sacan el agua o si sus hijos estudian.

En Pesuapá, por ejemplo, las 22 familias que habitan la ranchería se surten del agua de un pozo artesanal de 28 metros de profundidad. En La Cachaca I la reciben de carrotanques que 'vienen cuando les da la gana', reclama Lorena.

También coinciden en que mientras no tengan agua no pueden sembrar para el autoconsumo familiar, como ocurría hasta hace cinco años porque dejó de llover en esta zona de La Guajira.

Al lado de Isolina permanece Rosario Epiayú, de 85 años, una de las wayuu que sembraba y recolectaba patillas jugosas. 'Yo cultivaba plátano, maíz (con el que hacían mazamorra, bollo y arepa), melón, yuca, pero ¿cómo lo puedo hacer ahora si no llueve?', pregunta.

Se estima que el 90% de los wayuu padecen de escasez cíclica de alimentos.

El antropólogo Wleider Guerra explica que el hambre en La Guajira es estacional. Cuando hay lluvias producen cereza, fríjol y melón, entre otros cultivos.

'Las familias se autoabastecen, pero también comercializan, como vimos en diciembre en algunas carreteras en las ofrecían melones. Entonces, cuando pasan muchos años de verano como el actual, se mueren los animales y los wayuu no pueden sembrar ni recoger frutos silvestres, como la aceituna y la cereza'.

De acuerdo con el Instituto de Hidrología Meteorología y Estudios Ambientales el déficit de lluvias en el Departamento es del 70%.

SIGUE EL RIESGO

La sicóloga Yaniris Cotes destaca que a través del programa PAN en 2015 lograron distribuir 45.000 paquetes alimentarios para 16.000 familias wayuu. En la investigación detectaron 697 niños con algún grado de desnutrición. Los casos más graves fueron trasladados a hospitales de Riohacha o al centro de recuperación nutricional.

También lograron la caracterización social de las comunidades beneficiadas, de tal manera que saben el número de mujeres embarazadas, de escolares y las fuentes que los abastecen, entre otros aspectos.

Hoy en Pesuapá mujeres y hombres hablan bien del PAN, el que, entre otras cosas, no ha sido renovado para 2016 debido al cambio de administración departamental. 'Es de las cosas positivas en medio de esta crisis. Y pensar que al principio le cerramos las puertas', reconoce Isolina.

PROCESO LENTO

Javier Rojas, líder indígena que pidió medidas cautelares ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos para proteger la salud de los niños de Uribia, Manaure, Riohacha y Maicao, se queja por la lentitud del proceso.

Recuerda el fallo se conoció el 17 de diciembre y que solamente este 12 de febrero se cumplirá la primera reunión sobre avances en materia de acceso al agua, la salud y la educación para la etnia.

Asegura que mientras, por un lado, el Gobierno Nacional anunció programas de recuperación nutricional para 7.000 niños, por el otro, el censo de su comunidad arroja que 34.000 menores están en graves problemas de desnutrición.

'TURISMO HUMANITARIO'

El secretario de Salud de La Guajira, Stevenson Marulanda, planteó acabar con lo que él llama 'turismo humanitario', con carrotanques, alimentos y ayudas que no solucionan el problema de fondo que es de hambre y no de salud.

'Hay que llevar agua potable, pero también proyectos productivos con los que pueda sostenerse ese medio millón de habitantes de este Departamento', asegura.

Sostiene que el Estado, 'desde la Presidencia para abajo', debe 'acabar con el abandono' que por muchos años ha tenido a La Guajira, que además es golpeada por un fenómeno natural severo como lo es el de El Niño.

Opiniones

Oneida Pinto, gobernadora de La Guajira: 'En Uribia 20 carrotanques repartirán agua en las rancherías. En Manaure reactivaremos las plantas desaliniza-doras. A finales de este mes una debe estar trabajando. Le suplicamos al Minvivienda viabilizar el proyecto para llevar agua al área urbana de Manaure. Los recursos del Departamento están listos y solo falta el aporte nacional'.

Soraya Escobar, defensora del Pueblo de La Guajira: 'Hay inconsistencias en el manejo de la información. No hay una caracterización real de la población, la estructura de salud es deficiente, el personal de los entes territoriales frente a esta crisis es insuficiente y se encuentra disperso en varias Secretarias que manejan un día a día de urgencias y desarticuladas'.

Wleider Guerra, antropólogo: 'El enfoque asistencialista que se ha aplicado muestra evidentes fallas. Podríamos estar generando una población super dependiente de la ayuda estatal, una especie de modelo venezolano. Podría mantenerse cierta ayuda, pero el enfoque de bienestar debe estar dirigido al fortalecimiento de la productividad y la economía tradicional'.

Yaniris Cotes, directora del programa PAN: 'Logramos resultados con las 16.000 familias que recibieron paquetes de alimentos. Les hacíamos seguimiento y los resultados se ven porque tienen otro semblante, pero aún no sabemos si el programa se extiende este año. Al principio había incredulidad de los wayuu que se sentían manoseados'.

Lucy Epineyú, tía del menor que murió en Manaure: 'El niño nació con buena salud, pero dejó de comer cuando se enfermó. En la ranchería no hay agua potable por lo que tenemos que tomarla de un molino que está cerca, pero es salubre. Los papás del niño no tienen empleo y a situación es crítica porque tienen otros cinco hijos'.

Lorena Pushaina Epiayú: Esta líder de la ranchería La Cachaca I, en jurisdicción de Maicao, dice que 'el Gobierno Nacional tiene marginada a la población indígena. No la tiene en cuenta. No podemos pescar porque faltan espolones contra la erosión. Ojalá pongan en práctica los proyectos productivos para autoabastecernos, es la única manera de que subsistamos'.

Isolina Silva, líder ranchería Pesuapá: 'Los wayuu necesitan que el Gobierno Nacional les impulse proyectos productivos para el autoconsumo como hasta hace algunos años, que está sujeto al suministro de agua permanente. Antes los hombres se iban a Venezuela a trabajar, pero con el cierre de la frontera van a Bolívar y Córdoba. Ya no es lo mismo'.