La alegría y el carisma de Katherine Martínez Sarmiento se acabaron. Esa mujer de 41 años que era la felicidad y el sustento de su familia murió víctima de un atentado que no era para ella, pero que demostró una vez más que las balas no tienen nombre.
Sentada en su lugar de trabajo, la caja 11 de la tienda Olímpica de la calle 82 con carrera 53, pasó las últimas horas de su vida. Uno de los clientes del local era el objetivo de por lo menos cuatro sicarios que lo estaban siguiendo quién sabe desde cuándo. Era Libardo de Jesús Parra González, un exnarcotraficante a quien alguien quería muerto.
Justo cuando Parra, a quien conocían como ‘El Guajiro’ o ‘El Flaco’, se acercó a pagar unos artículos los delincuentes decidieron atacarlo con toda la sevicia de un sicario bien pagado. Fueron varios los proyectiles que lo impactaron. El hombre agonizante cayó al piso a un lado de la caja. Katherine cayó del otro lado, boca abajo y sobre un charco carmesí. Ella también había recibido un proyectil en el abdomen.
Sus compañeros intentaron ayudarla, la cargaron. 'Ella les decía que no la dejaran, que no la soltaran', dijo Yomaira Sarmiento, su mamá. Y así fue, sus amigos no la abandonaron, la llevaron hasta la Clínica Bonnadona donde los médicos la llevaron de urgencia al quirófano. La cirugía se extendió hasta la madrugada, pero cuando ya no había más por hacer lo único que quedaba era trasladarla a la unidad de cuidados intensivos, de donde solo un milagro la sacaría. Hacia las cuatro de la tarde de ayer, casi 20 horas después del atentado, la esperanza se perdió, Katherine no pudo luchar más y falleció a las 4:12 de la tarde de este miércoles.
Parra había muerto antes, minutos después del atentado. Él también fue llevado a un centro asistencial, pero no pudieron hacer nada para salvarlo. Los sicarios le cumplieron a quien mandó a matarlo.