El Heraldo
Ayer, varios vecinos se acercaron hasta su vivienda a presentar las condolencias.
Judicial

La de Audrey es la crónica de un feminicidio anunciado

Familiares de la mujer asesinada por su pareja aseguran que todo el tiempo la maltrataba. Hoyos se entregó la noche del crimen a las autoridades.

A las 9 de la  mañana del viernes partió Audrey Mercedes Nieto Ortiz de su vivienda en el barrio El Pasito  de Soledad, en la calle 11 con carrera 16, con su bebé de 8 meses en brazos. Iba acompañada de Eder Hoyos, el padre de la pequeña y su pareja desde hace 3 años.

De acuerdo con los vecinos del sector, una vez la pareja llegó a la esquina empezaron a discutir, altercado que se constituiría en una especie de  prólogo de una tragedia anunciada, o en el primer ensayo de la muerte que terminaría alcanzando a la indefensa mujer de 37 años, 5 horas y 20 minutos después en una habitación a puerta cerrada en el  barrio La Sierrita. 

Según Inés Nieto, su hermana iba rumbo a una cita en la Clínica San Ignacio, con la firme idea de desconectarse, pero no iba sola porque su cuñado, al que calificó de drogadicto, celoso-obsesivo y controlador, no la dejaba ir sola a ningún lado. “Ella no podía hablar con nadie y menos si era un hombre. Nosotros no tenemos claro si a él no le gustó que ella quisiera desconectarse, pero tampoco sabemos por qué la mató. Sí sabíamos que era un celoso enfermizo que le destruyó la vida”, contó la mujer.

Del cómo terminó la pareja en la carrera 11 con calle 51A en el barrio La Sierrita, en donde residía Hoyos, ni su familia, ni las amigas cercanas a la familia tienen claro lo que sucedió.

El ataque. La pareja y el bebé arribaron a La Sierrita después de mediodía y, de acuerdo con el reporte de la Policía, se encerraron en una de las habitaciones y en medio de una acalorada discusión, a las 2:20 de la tarde, Hoyos acabó con la vida de Audrey, a la que le propinó varias puñaladas.

El hombre huyó de la escena del crimen, mientras que la suegra de Audrey intentó socorrerla trasladándola hasta las instalaciones de la Clínica de Salud Total en la Cordialidad, pero en el camino la mujer expiró.

Hoyos se entregó ante las autoridades el viernes en la noche y fue llevado a la Unidad de Reacción Inmediata de la Fiscalía, en donde se encuentra a la espera de las audiencias preliminares. El hombre deberá responder por el delito de homicidio agravado.  

Audrey Mercedes nació en Soledad, era madre de 4 hijos, dos varones de 17 y 12 años, de una relación anterior que culminó hace 8 años. También era madre de dos niñas de 3 años y 8 meses, hijas del hombre con el que compartió 3 años de su vida y quien se convirtió en su verdugo. Audrey era la segunda de 5 hijos.

En 1996 recibió grado de bachiller en el Liceo Metropolitano de Soledad, también realizó un curso técnico de marroquinería, pero estaba dedicada a ayudar a su madre y a cuidar de sus hijos.   

Para sus parientes y sus vecinos, la relación que sostenía Audrey con Hoyos era tormentosa y tóxica. 

“Cuando ella tuvo su fracaso duró unos años sola y se entregó a la religión. Hace por ahí tres años se conoció con este tipo que era vigilante en el Minuto de Dios, donde ella se congregaba. Vivieron como 2 años aquí en la casa, pero hace como 5 meses lo echamos porque el tipo es vicioso, la maltrataba y le daba muy mala vida”, contó Jorge Nieto Jiménez, padre de Audrey.

Siete feminicidios. Con Nieto Ortiz van 21  mujeres asesinadas en lo que va del año en el  Atlántico, de esa cifra van 7 que perdieron la vida a manos de su pareja o expareja, lo que  encaja en la modalidad de feminicidio.

De estos, 17 ocurrieron en Barranquilla, 3 en Soledad y uno en Luruaco. De estas, 14 fueron baleadas, 6 atacadas con arma corto punzante y una estrangulada.

De acuerdo con la Secretaría de la Mujer del Atlántico, a esta fecha en 2015 se habían registrado  solo 12 casos, de los cuales 4 encajaban en la modalidad de  feminicidio. El  2015  cerró con la cifra de 35 mujeres asesinadas.

De acuerdo con los familiares de Audrey, ella nunca quiso escuchar consejos.

LA MALTRATABA. “Nos cansamos de decirle que ese tipo no le convenía, que era un mal ejemplo para sus hijos y además la maltrataba física y verbalmente, pero ella contestaba que no nos metiéramos en su vida”, recordó su hermana Inés.

Los vecinos la recuerdan detrás de la sartén y la mesa que sacaba todos los días a las 5 de la tarde cuando empezaba a sofreír las empanadas y los fritos que preparaba su progenitora, y que ella ayudaba a vender. Con ese dinero que ganaba sostenía a sus hijos y aportaba en  la economía de la casa.

Sus restos serán sepultados en la tarde de hoy en el cementerio central de Soledad.

En la mañana de ayer, a un lado de donde funcionaba el puesto de frituras,recostado contra un  árbol en la terraza de la casa, su padre repetía con insistencia un doloroso y rabioso estribillo: “Ese vicioso desgraciado mató a mi hija... mató a mi hija...”.
 

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