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Mientras viudas y disfraces de Carnaval inundaban la carrera 54 con la melancolía del fin de las fiestas, por la calle 84 con carrera 41 se vivía otro tipo de procesión: la de quienes despedían a Deivis Martínez Medina. Una caravana con decenas de motos, carros y un bus se movilizaba detrás de los caminantes. Seguían el féretro del difunto.

En una de las motos iban Liliana y Alex. En el bus, de 35 puestos, alrededor de 60 dolientes. La empinada carretera, ante el paso lento de la multitud, hizo que los frenos del vehículo de transporte se recalentaran y cedieran. Debajo quedaron las vidas de los padres de dos hijas y una relación de 20 años.

'Yo no quiero que a esos pelaos me los separen ni en la tumba', dice la madre de ella, María Delcis Galvis, entre las lágrimas de un adiós que le pesa como madre y como suegra. 'Yo iba a ir al sepelio, pero tenía un mal presentimiento y me quedé lavando en mi casa, allá me dijeron que se había accidentado', evoca Yomaira Rodríguez, madre de Álex.

Amor hasta la muerte

Liliana Arias se mudó junto a su madre, luego de que esta se separara de su padre. Viajaron de Cali a Barranquilla cuando ella tenía 2 años.

En esta ciudad vivió en el barrio San Felipe, suroccidente, en el lecho de una familia con estabilidad económica, gracias a un negocio de arriendos de inmuebles.

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Álex Didí Navarro era el tercero de cuatro hijos, todos ellos, tal y como él, bautizados con nombres de futbolistas debido a la afición de su padre por este deporte. También residía en San Felipe. Álex heredó el gusto por el balón y vivió sus primeros años jugando en equipos aficionados.

Hace 19 años, cuando Liliana tenía 15 y Álex 14, se conocieron. Y se enamoraron. 'Mi yerno era como un hijo para mí. Me llegó de 14 años, yo lo terminé de educar. Lo bueno, lo malo, lo bonito y lo feo, todo lo vivimos', recuerda María Delcis con un acento que entremezcla el Valle con sus 33 años de vida en la Arenosa.

Liliana disfrutaba bailar

Sus raíces vallunas se mostraban a la hora de escuchar una salsa. Él disfrutaba mirarla, tomando, desde donde podía observar sus movimientos. Cuando los tragos le hacían efecto se animaba y se atrevía a compartir la pista con ella.

Se mudaron juntos dos años después a una de las casas que la madre de ella arrendaba. Desde allí vivieron la tragedia y la felicidad.

El 15 de abril de 2004 mataron al hermano de él en la sala de la casa de su madre, de cuatro tiros en el pecho. Un mes después nació su primera hija. Mientras ella terminaba estudios como auxiliar de enfermería, él se desempeñaba como oficial de construcción. Y tuvieron a su segunda hija en el 2011.

Hace un año ella se unió a Mujeres de Paz, una fundación que vela por los intereses del género femenino en sectores menos favorecidos de la ciudad. Su mayor preocupación: los embarazos a temprana edad de las niñas en su barrio.

Lunes melancólico. En este carnaval, los vecinos del barrio San Felipe recibieron el lunes la mala primera noticia: el atentado a tiros que cobró la vida de Deivis Martínez Medina, de 25 años, conocido por muchos por vender fritos en un puesto en la calle 65 con carrera 31.

El parrillero de una moto le dio a Martínez cuatro tiros por la espalda. El mismo lunes, vecinos del barrio hablaban en las calles exaltados por lo que sucedió.

Entre estos estaba Liliana y su hija mayor, a quien le dijo frente a varios vecinos: 'Cuando yo me muera no me vayas a llorar, te vistes de rojo'.