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El cuerpo de John Jairo Sayas, Sayayín, la estrella de la champeta que murió 19 días después de haber sido baleado en Sincelejo, fue trasladado ayer a Cartagena, su ciudad natal, en compañía de su madre Luz Marina Díaz, otros familiares y amigos.

Sobre las 5:03, el féretro con los restos del cantante fue ingresado, con permiso del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario, Inpec, a la Cárcel de Ternera, donde está recluido su hermano Orlando quien le dio el último adiós. Muchos de los reclusos, que eran fieles seguidores del artista, aprovecharon para despedirlo.

A las 7 de la noche, el cuerpo del Sayayín fue llevado por una romería de gente hasta la calle El Tancón, del barrio Olaya Herrera, donde tantas veces caminó a pie descalzo. En el barrio, más que tristeza, se respiró algarabía. Una tarima fue instalada en medio de la calle para que vecinos y amigos pudieran verlo por última vez.

La calle de El Tancón se volvió un mar de llantos de mujeres que lo vieron crecer, pero también una fiesta de jóvenes que en vez de derramar lagrimas decidieron poner la música del Sayayín, bailar, fumar cigarrillo y beber una que otra cerveza. La despedida del Saya se entremezcló en Olaya Herrera con los festejos en honor a la Virgen del Carmen.

Todos guardaban en sus corazones una noble razón para manifestarle ese aprecio a un grande de la champeta que se fue sin llegar a dar lo mejor de sí, pero que dejó un gran legado para las nuevas generaciones de este género.

Uno a uno llegaron los amigos de siempre. Los de parranda. De la fiesta brava. Las noches inolvidables a ritmo de los grandes y emblemáticos picós de la ciudad, con los que muchas veces fue amenizado cada uno de los bailes del Sayayín, se recordaron ayer al ritmo de esas potentes máquinas que volvieron a retumbar en cada esquina. Todos le rindieron un homenaje a su manera.

Así mismo, hoy a las 9 de la mañana, los restos del artista estarán en cámara ardiente en el estadio de sóftbol de Chiquinquirá, con entrada libre.

Hasta el cierre de esta edición no se había fijado fecha para el sepelio pues la familia está a la espera de una pariente cercana que viene del exterior y quiere estar presente en el acto fúnebre.

Por Rubén Rodríguez García