Entre las frutas y hortalizas de un local del mercado público de Barranquilla, la Policía desenterró ayer 10.800 traquitraqui; ocultos allí con todo un arsenal de pólvora, listos para llegar hoy a manos de niños como Carol Jaraba.
Ella es la bebé que el 8 de diciembre de 2009 se llevó a la boca un papel sucio de traquitraqui, mientras gateaba entre las piernas de una tía en la terraza de su casa en el barrio El Bosque. Su familia pasó la Navidad en los pasillos de la Clínica de la Costa. Carol estuvo allí por 23 días, luchando por sobrevivir en la unidad de cuidados intensivos, mientras aparatos le extraían y limpiaban la sangre.
Carol cumplirá 3 años el 14 de enero. Los tratamientos a los que tuvo que ser sometida para ser salvada de los efectos de la intoxicación con pólvora, le dejaron un par de cicatrices en su pecho regordete. Cada 2 meses le realizan exámenes de sangre y pruebas, para comprobar que su hígado funciona bien.
Por más campañas de prevención que se han emprendido, en la ciudad persiste el comercio ilegal de la explosiva sustancia: el ingrediente principal para que se repitan dramas como el de Carol. Situaciones que se busca erradicar con acciones como el golpe dado ayer por la Policía Metropolitana de Barranquilla a los expendedores clandestinos de pólvora. Es fruto de un trabajo de inteligencia adelantado en las últimas semanas, que requirió agentes infiltrados
INCAUTACIONES. Paola Martínez, jefe del grupo especial de protección de la Infancia y Adolescencia, explica que el operativo es parte de un gran plan denominado “Cuadrante seguro, Navidad segura”.
Con funcionarios de la Personería Distrital y la Inspección General, la Policía incautó un total de 30.354 unidades de pólvora en el operativo, por medio de tres distintos hallazgos. En un cargamento en un camión, confiscaron 15 mil unidades. Y en un negocio de venta callejera, detectaron 2.664 ‘chispitas’.
Los 10.800 traqui-traqui hacen parte del hallazgo de ayer en la calle 30 con la carrera 42, en el Mercado Público el Playón, en el sector de la Magola.
Adentro, bajo una sábana de hojas de lechuga, había también 1.000 volcanes pequeños y 96 grandes; 90 voladores normales, 360 de cinco tiros, y 344 misiles pirotécnicos.
Las autoridades encontraron el peligroso cargamento en un local sin número ni aparente dueño, ubicado al lado del 170. No hubo capturas. Algo preocupante, advirtió Martínez, es que hayan puerto sustancias tan tóxicas cerca de alimentos.
La prueba del peligro está en la voz de Kelly Guzmán, madre de Carol, la bebé intoxicada: “casi se me muere mi niña, nada más por un pedacito de papel. Las mamás tienen que estar pendientes para que los niños no se acerquen a eso”.
Carol no mostró afección ni el primer ni el segundo día después de lamer el papel. Pero al tercero, empezó a vomitar y vomitar y vomitar. Kelly aún recuerda como quedaba “fría, como muerta”, atravesada por catéteres que le hacían las diálisis. Esos cachetes rosados que ahora contrastan con los mechones castaños de la bebé, se le ponían azulosos.
Rafael Ortíz, el médico con discapacidad visual que en los últimos 10 años ha liderado las campañas contra la pólvora, explica que esta contiene fósforo blanco, “una de las sustancias más tóxicas que existe”.
Se absorbe fácil y rápido. Una vez entra al organismo, afecta con celeridad las células del hígado, el riñón y el cerebro. Algo que lo hace más peligroso es que “hasta el momento no existe antídoto”. Además, está ese otro riesgo más obvio: que el juguete estalle en manos de los que pretendían usarlo para celebrar la Navidad.
Para denunciar el uso o la venta de pólvora, puede llamar al 123 ó el 300 3439589.
Por: Iván Bernal Marín

