Viviana García"“l989 fue un año difícil para la familia. Papá sabía que las medidas tomadas traerían consecuencias”, dice Carolina.s:3:"a

 El pasado 25 de diciembre, el ex presidente venezolano Carlos Andrés Pérez (mejor conocido en Venezuela como CAP) falleció en Miami. Desde ese día, Pérez ha estado en la palestra pública por una disputa entre sus dos familias, debido a que sus hijos con la señora Blanca Rodríguez, su primera esposa, desean que su padre sea enterrado en Venezuela, mientras que sus dos hijas de su segundo matrimonio -con Cecilia Matos- quieren que esto ocurra en Estados Unidos. La discusión está actualmente en tribunales, donde se decidirá en los próximos días si las dos familias van a juicio.

Detrás de la vida de CAP, hay muchas historias desconocidas, sin embargo, ¿qué más que el relato de una de sus hijas para conocer un poco de la vida del político?

Carolina Pérez Rodríguez es la menor de seis hijos del matrimonio entre Pérez y la señora Blanca Rodríguez. Sonia, Thais (quien falleció en 1994), Martha, Carlos Manuel y María, son sus hermanos. Carolina nació en 1963 en Caracas. “Martha y Carlos Manuel nacieron cuando mis padres estaban exiliados en Costa Rica. Sonia, Thais y yo somos caraqueñas. María nació en Táchira, es la única gocha de la familia”.

Su primer destino fue Europa, después de que su papá ganara las elecciones de 1973. “No estuve esos cinco años acá, me fui a Francia, aprendí otro idioma y recorrí toda Europa”.

Actualmente, reside en Caracas, pero no fue sino para el segundo gobierno de su padre, en el 89, cuando su mamá la convenció de quedarse en el país. En 1989, vino al país de vacaciones, pero el proyecto de ayudar a personas necesitadas la entusiasmó. “Yo era una intermediaria entre mi madre y lo que pasaba en ciertos barrios de Caracas”.

Mi papá es el presidente. Carolina y sus hermanos nunca se preguntaron qué hubiese pasado si su papá no incursionara en la política. O si no hubiera aspirado a la reelección.

Porque la cosa en el 89 fue difícil para la familia. “Mi tío, Norberto Rodríguez, fue secuestrado por la guerrilla colombiana; y mi hermana Thais cae enferma cuando el Caracazo. El 27 de noviembre de 1992, cuando el golpe, ella estaba hospitalizada, y en diciembre cae en coma. En menos de un año fallece, la velamos en la casa porque mi papa tenía casa por cárcel en ese entonces”.

Con respecto a la situación que enfrenta a la familia Pérez Rodríguez con la familia Pérez Matos, Carolina sólo siente tristeza. “Él quería ser enterrado en Venezuela. Nunca fue un hombre de conflictos. Él quería que fuéramos un país de primer mundo, y que América Latina fuera demócrata. La miopía del país entero no acabó con CAP sino con la democracia. Él creía que con su liderazgo y carisma iba a poder hacer los cambios que se planteó, pero el país había cambiado”.

Afirma que está segura de que su padre será recordado como un hombre democrático. “Él aceptó un juicio que todos sabemos que fue arreglado. Nunca huyó. En el 99 se va porque lo hubiesen metido preso. Si traemos el cuerpo de mi papá demostraremos que en la unión está la fuerza. Él ayudará a unir a Venezuela nuevamente. La salida siempre es democrática. A Chávez hay que sacarlo con votos”.

Por efectos secundarios de una enfermedad ella pierde la vista en el 97, pero gracias a la ayuda de su familia, nunca decayó. “Primero sientes la frustración. Yo perdí la vista en 3 meses. Hay que aprender todo de nuevo, cómo comer, cómo vestirte. Mi familia me ayudó. Sonia y mi mamá organizaron mi cuarto con el sistema braille. Lo importante es superarse”.

Carolina ha dedicado su vida a Bandesir (Banco de Sillas de Ruedas). En esta fundación se ayuda a las personas con discapacidades y bajos recursos para que puedan realizar sus tratamientos y rehabilitaciones. “Aquí los escuchamos. Les damos a las personas una esperanza. Nuestro lema es: Un puente sin barreras, si tienes algún problema debes luchar por superarlo”.

Una infancia muy feliz

En la primera presidencia de su padre (1973) ella era una niña de 11 años que no quería dejar sus amigos, ni mudarse a La Casona, pero recalca que esto no impidió que tuvieran una infancia muy feliz.

“Siempre íbamos a la playa, o almorzábamos los domingos en familia. A mi papá le encantaban los juegos de mesa, ludo, Monopolio, damas chinas, así como el fútbol y el béisbol. Era magallanero”.

Para el segundo mandato todo cambió, Carolina comenta que la situación del país era otra. “La economía del país estaba muy mal. Él venía con ideas modernas, tenía que tomar decisiones fuertes.

Por Viviana García Especial para EL HERALDO

Caracas.

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