Hoy, 5 de julio, Grecia firma otro capítulo en su historia al celebrar su octavo referendo desde 1828, cuando fue fundada como Estado.
Las anteriores siete consultas griegas, celebradas en el siglo XX, versaban casi todos sobre la misma cuestión: si Grecia debía ser una república o una monarquía. Esta vez, el tema varía. Los griegos deciden sobre la propuesta de ajustes y reformas que los socios y acreedores han presentado al Gobierno, tras una breve campaña que ha estado marcada por la polarización y bajo la presión del corralito
Dos concentraciones multitudinarias de signos opuestos la cerraron el viernes en el centro de Atenas, pero la sensación en ambas era que, a pesar de que la pregunta es si se acepta o no la propuesta de los acreedores, lo que está en juego es el futuro de Europa.
Mientras en la céntrica plaza Syntagma, el primer ministro, Alexis Tsipras, pedía a los ciudadanos decir 'no' a los 'ultimátum' y al 'miedo', lanzando así un mensaje de 'dignidad', unas calles más allá, en el antiguo estadio olímpico de Atenas, el alcalde independiente Yorgos Kaminis hacía campaña por el 'sí'.
El referendo ha dividido la sociedad griega, que se encuentra confusa ante una pregunta larga y compleja sobre una propuesta que se retiró de la mesa de negociación tras expirar el programa de rescate el pasado martes.
La falta de claridad fue uno de los argumentos esgrimidos en el recurso de inconstitucionalidad que el Tribunal Supremo desestimó el viernes al considerar que no puede pronunciarse sobre decisiones gubernamentales de esta naturaleza.
La campaña encabezada por el partido gubernamental Syriza ha dedicado sus esfuerzos a comunicar que la victoria de un 'no' en el referendo daría una posición de fuerza a Grecia en las negociaciones con los socios.
La del 'sí', en cambio, respaldada por la columna vertebral de la economía griega, los principales partidos de la oposición y los demás líderes europeos, con un actitud que ha sido denunciada por los propios ciudadanos como una 'provocación', se ha presentado como la única forma de garantizar que Grecia siga dentro del euro.
Tsipras ha reiterado que su Gobierno llegará a un acuerdo con los acreedores el próximo martes, sea cuál sea el resultado y ha insistido en que no se plantea la permanencia de Grecia en la eurozona, que es un 'hecho dado'.
El 'no', por otra parte, ha puesto de acuerdo a grupos tan opuestos ideológicamente como la izquierda extraparlamentaria y el partido neonazi Amanecer Dorado, que consideran necesario asestar un golpe a los socios.
El partido comunista KKE se posicionó contra todo acuerdo entre Grecia y los socios europeos y llama al voto nulo, con una papeleta del propio partido en la que rechazan la propuesta de los acreedores, pero también el tercer rescate que está dispuesto a firmar Tsipras.
Hoy están llamados a votar 10.837.118 griegos, y para que el resultado sea válido, debe participar al menos el 40% del electorado.