Emojis de balón de fútbol y círculos con los colores rojo y blanco son la constante en los trinos y publicaciones que vienen de cuentas junioristas. En Instagram, José Luis Chunga, arquero del equipo tiburón, comparte imágenes con sus compañeros, incluso de su uniforme y el de María Celeste, su hija que viene en camino.
Las redes sociales se han convertido en esa ventana para mostrar más allá de lo que vemos en la cancha. Conocer a los jugadores y su entorno, dejarles mensajes en sus publicaciones y recibir respuestas por parte de ellos. Pero también lo son de reclamos, reproches y mensajes no tan positivos que trascienden los 90 minutos de juego. ¿Cómo afrontar eso un día antes de la final?
Los investigadores Christakis y Fowler definieron en 2009 que estas plataformas juegan un papel central en nuestra actividad y vida social, 'están presentes e influyen en una gran variedad de fenómenos sociales como los intercambios económicos, los procesos políticos u otros aspectos de la vida aparentemente distantes de la interacción social, como la salud o la felicidad'.
Likes, follows, bloqueos, favoritos, son algunas de las palabras que se usan en estos tiempos de interacciones 2.0 y que han tomado un significado trascendental, en algunas ocasiones. Subir una imagen y después borrarla no la hará desaparecer del radar, así como eliminar un trino. Los famosos pantallazos quedan y los usuarios lo saben. Es por eso que en situaciones como esta, ad portas de jugar el título de la Liga Águila ante Pasto, los jugadores de Junior deben tener muy claro cómo es el manejo de las redes, qué puertas le abren a sus seguidores y qué comentarios ver.
'La red que más abro es Twitter. Me gusta abrirla como si fuera un periódico diario donde me actualizo con toda la información del fútbol, la sociedad y también con mensajes espirituales', cuenta Sebastián Hernández. En la parte del deporte sigue a los clubes y jugadores que admira y confiesa que le gusta aprender de Diego Latorre, comentarista argentino con el cual se identifica 'por su manera de ver el fútbol'.
Hay un aspecto espiritual en sus redes sociales. Le gusta leer al padre Alberto Linero con sus comentarios y al papa Francisco. 'También sigo periódicos para mantenerme informado', agrega.
En Instagram también tiene cuenta. Ahí, confiesa, le gusta seguir entrenadores, nutricionistas, equipos de fútbol y mensajes bíblicos. 'Intento no estar todo el día en las redes, trato de abrirlas un rato en la mañana y otro rato en la noche'.
¿Y en cuanto a los mensajes de los seguidores? En Twitter, Hernández no tiene notificaciones, no le llegan los mensajes y en Instagram tiene una persona que le ayuda en el manejo de la cuenta. 'Acepto las críticas y me motivan a seguir mejorando (críticas constructivas) los elogios me motivan, pero los tomo con tranquilidad sabiendo lo cambiante que es nuestro deporte. Intento en que ni lo primero ni lo segundo cambie mi actitud en el día a día', afirma.