“Con la televisión privada, los grandes productos en el país desaparecieron”
Jorge Alí y Rodrigo Triana celebran 10 años de haber creado Dramax y el premio Vida y Obra de Mincultura al jefe de la familia.
Mencionar el nombre de Jorge Alí Triana es hablar del pasado, el presente y el futuro de las artes visuales en Colombia. Su nombre ha estado ahí casi siempre. Desde que fundó el Teatro Popular de Bogotá o como director en los años dorados de la televisión nacional, entre 1980 y el 2000, hasta acá. Los pecados de Inés de Hinojosa, Bolívar, el hombre de las dificultades y Maten al león, por hablar solo de la pantalla chica, son tres ejemplos. En el cine Edipo Alcalde o Tiempo de morir (ambos con guiones de Gabriel García Márquez) son filmes que les mostraron el camino a los grandes cineastas colombianos de hoy como Ciro Guerra. De hecho, ese recorrido fue reconocido recientemente por el Ministerio de Cultura al otorgársele el Premio Nacional Vida y Obra 2020, junto a la pianista y docente Teresita Gómez.
Hace 10 años Jorge Alí creó junto a sus hijos, Rodrigo y Verónica, la productora Dramax. Entre los tres están haciendo cosas muy interesantes, como la serie Verdad oculta, basada en la novela de Germán Castro Caycedo, Una verdad oscura. Sin embargo, como él y su hijo lo afirman, lo mejor está por venir.
Por un accidente en bicicleta que sufrió Rodrigo, y que le significó una seria lesión, debieron abandonar el retiro fílmico y de literatura que hacían en la finca de su primogénito en Sutamarchán, Boyacá.
“Rodrigo es un deportista furibundo, se levanta a las 6 de la mañana a montar en bicicleta por esas montañas de Boyacá, y por supuesto se le atravesó una gallina. Por suerte tenía un casco muy poderoso, pero se rompió los ligamentos del hombro, lo cual nos obligó a salir inmediatamente hacia Bogotá para lograr una cirugía. Naturalmente me preocupé muchísimo, los hijos siempre serán los hijos… toda la vida”. De seguro esta anécdota será incluida, ya sea en una novela, una serie o un filme.
Jorge Alí y Rodrigo hablaron de cosas como estas que les suceden a todas las familias, pero sobre todo de su trabajo artístico que les “alegra la vida”. A continuación reproducimos algunos apartes de la conversación.
Posdata: Barranquilla es la ciudad donde siempre han querido vivir.
Entre los tres (Jorge, Rodrigo y Verónica) suman 102 años de experiencia en las artes audiovisuales, ¿cómo complementan eso en su trabajo?
JA. Eso se fue dando de forma natural. Yo comencé con Rodrigo desde mis giras por todo el país, era la manera de vernos, tenía menos de 10 años cuando comenzó a viajar conmigo, se sabía los textos de todas las obras, se anticipaba a la risa, el chiste que le gustaba, vivía tras escena, entre bambalinas, en los hoteles y en los buses. Después trabajó conmigo en una película como actor, un largo que hicimos cuatro directores que se llamaba Las cuatro edades del amor. Él hacía de un seminarista que salía y se encontraba con la tentación del mundo, el demonio y la carne. Posteriormente trabajamos mucho en varias series en las que él ocupó diferentes roles, desde técnico hasta tercer asistente de dirección, segundo, primero, casi que como una carrera militar por grados, hasta que finalmente llegó a ser asistente de dirección mío y posteriormente, por primera vez, llegamos a coodirigir Comando élite, la serie que hace algunos años sacamos basada también en un libro de Germán Castro Caycedo. Esta es la segunda vez (Verdad oculta).
Con Verónica sucede algo similar. Ella comenzó conmigo en Bolívar soy yo en el año 2000, precisamente rodando por allá en Santa Marta y Barranquilla. Desde niña también estaba yendo a los rodajes, a las giras teatrales, a ver los estrenos. La vida de ellos, la manera de verme era conectados con el oficio. En ningún momento yo los dirigí a que escogieran esa profesión, pero era inevitable que viviendo en ese universo no les gustara, eso se fue dando y hoy en día nuestra colaboración está en el orden de lo profesional, por supuesto llena de afecto, somos muy conscientes de que el tema familiar y el profesional son distintos y prima el afecto, pero sobre todo el respeto que tenemos uno del otro y la admiración. Yo admiro tremendamente el trabajo de Rodrigo como director, que tiene su sello propio, su manera de verlo. Hoy en día aprendo de él. Lo mismo sucede con Verónica que es una persona muy actualizada en todo lo que está sucediendo en la industria, en el mundo, es la que hoy en día me indica qué debo estudiar, qué es lo que debo leer, es mi fuente de sabiduría.
Rodrigo, ¿cómo fue esa primera codirección, y con el paso de los años cómo se dio ahora con ‘Verdad oculta’? ¿Se presentaron conflictos entre ustedes como en cualquier historia?
El hecho de reunirnos los tres a crear una empresa, Dramax, que lleva ya 10 años haciendo cosas, es también un poco la necesidad de hacer las cosas que a uno se le ocurren. Nos llaman muchas veces a hacer obras por encargo, y no está mal eso, pero no hay nada más grato y más emocionante para uno como artista, y en todo esto siempre nos influenció mi padre, y es poder nosotros tener el control de contar la historia que queremos contar. Yo creo que esta fue un poco la disculpa de crear esta empresa. Desde otro lado, muy sabiamente Jorge Alí reúne tres generaciones, él como el hombre más vivido, la persona con más experiencia, más historia, y trae a sus dos hijos que vienen también de dos generaciones diferentes, hace un salpicón muy bueno, porque como dice Jorge Alí, nos aportamos los unos a los otros. Entonces nos llenamos de sabiduría y nos reunimos en una cosa que nos fascina y que nos une, que es el hacer artístico desde diferentes puntos y nos convertimos los tres en realizadores, en productores de nuestras propias historias. Eso hace a Dramax muy importante porque no es una empresa sólo con fines económicos sino que hay algo que nos mueve mucho más allá qué es el contar historias, el poder realizarnos como artistas y ver más este oficio, no desde el lado económico sino desde lo artístico para poder llegarle al público y compartir estas historias, y que ese público las viva y las reciba como nosotros las hemos vivido y las hemos hecho.
¿Y la codirección?
Eso se ha venido dando indirectamente desde hace muchos años. El hecho de acompañarlo en las giras, de estar en sus montajes, ya eso era como participar de su trabajo. Él se sentaba y me preguntaba cosas desde niño y yo sentía que cuando yo me reía de algo él se estaba probando a él mismo y decía —logré en un niño una emoción—. Creo que eso lo alimentaba y le daba elementos para creer que estaba haciendo bien las cosas. Discusiones grandes nunca ha habido, sí hay formas de pensar distintas, de hecho eso también se da con mi hermana Verónica que escribe y tiene una manera de ver su historia. Se trata de lograr que mi idea la entienda Jorge Alí, Verónica y viceversa. Entramos entonces en estas conversaciones donde toca sostener la idea y saberla refutar, saberla hacer entender a los otros dos en esa dinámica que funcionamos. Hemos sabido también dividirnos muy bien el trabajo, hasta dónde va uno, hasta dónde aporta el otro y saber cómo cada uno le aprende al otro. Hemos hecho una tripleta maravillosa.
¿Jorge Alí, qué es lo que más extraña de esos días en los que por ejemplo rodó ‘Los pecados de Inés de Hinojosa’ y otras series y novelas muy exitosas, qué extraña de esos días que ahora no puede hacer?
Yo creo que la televisión colombiana vivió en los 80 y 90 su época de gloria, el sistema era completamente distinto, no existían los canales sino las programadoras, o sea que eran cerca de una veintena y eso permitía una competencia muy buena y creativa, cada programadora tenía un espacio dramatizado, al menos a la semana. Como en Colombia esas programadoras no tenían grandes estudios y grandes capitales, por supuesto tenían que sacar las cámaras a la calle, grabar en locación, esto cambió la dramaturgia de estudio, esto cambió la manera de narrar el estilo actoral. Un actor montado en una moto en la calle no puede hablar como lo hace ante un micrófono de emisora. También cambiaron las temáticas.
Segundo, había otro aspecto, cuando se acercaban las licitaciones el Instituto Nacional de Radio y Televisión diseñaba la parrilla de programación, entonces las programadoras se volvían muy culturales y proponían grandes proyectos para ganar esas licitaciones relacionados con la historia, hacer a Benedetti, a Vargas Llosa, a García Márquez, entonces eso permitió unas producciones de gran calidad, no solamente en el contenido sino también en la realización. Creo que cuando se privatiza la televisión esto cambia su estructura de programación, de la parrilla, muy al estilo de la televisión mexicana, de Televisa, entonces el concepto de ese tipo de programas que eran grandes especiales como La casa de las dos palmas, como Azúcar, como las Hinojosa, todos esos que eran seriados muy interesantes en producción y contenido, en esta nueva programación por franjas no tienen cabida. A partir de la creación de la televisión privada, si uno examina, los grandes productos televisivos desaparecen completamente.
Rodrigo, ¿cuáles son sus sueños como director teniendo como espejo la vida de su padre?
Siempre sueño con el proyecto que viene y cuando lo termino sueño con el próximo. Los sueños se van organizando a medida que va transcurriendo la vida, de hecho tengo una película escrita y espero poderla hacer. Sueño con que Dramax se vuelva una de las productoras más importantes y más grandes del país, no digo en cantidad sino en calidad, que haga proyectos que signifiquen mucho para nosotros como artistas y para el público. A veces eso no se mide en rating sino en calidad. Como persona también sueño en divertirme mucho haciendo las cosas que hago.
Jorge Alí, ¿cómo toma su inclusión en la Academia de Hollywood?
Viendo la composición de sus miembros, creo que la Academia está tratando de ser más universal, más representativa de todos los sectores y todas las culturas. Que incluyan a un colombiano en esto significa también que nuestra cinematografía tiene una presencia en el contexto de la industria mundial, es un reconocimiento a esa cinematografía que en los últimos años ha tenido un desarrollo muy significativo en festivales y en el mismo premio Oscar, entonces desde ese punto de vista es un reconocimiento a esa cinematografía. Personalmente es un honor que recibo de manera muy divertida. Estar obligado a ver todos los años las películas que propone la Academia y tener voz y voto sobre ella me parece un ejercicio que ejerceré con mucha responsabilidad y placer.¿