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No poder salir a la calle por culpa del nuevo coronavirus no le cayó bien al abogado Aurelio Mantilla Correa, mi abuelo. En el ejercicio de la profesión lleva 66 años.

Los primeros recuerdos que tengo de él lo ubican en mi mente como el líder de la familia. Amoroso y malhumorado, conservador y socialista, cada mañana refunfuña con mi tía Beatriz y mi madre Marina por no poder ir al Centro, tomarse un tinto con Argemiro, el señor que se los vende, y rebuscarse la vida porque la plata de su pensión no le alcanza. Sin embargo, una vez ellas le hablan de la situación y él lee EL HERALDO recapacita y comprende que es por el bien de su salud.

Siempre viste de blanco y tiene 89 años. Fue reservista del Ejército, alcalde de varios pueblos en Santander (como Jordán) y se pensionó del Poder Judicial en 1995 ejerciendo como juez encargado del Juzgado Noveno Penal del Circuito. 

Tiene media docena de casos. La mayoría están relacionados con procesos laborales y administrativos. En uno de ellos defiende a un exempleado del Estado que fue 'echado sin justa causa', 'atropellado en sus derechos', dice. También se especializa en tutelas y procesos contra empresas de servicios públicos.

La decisión del sistema judicial de parar en Colombia lesiona sus finanzas y no lo oculta, sobre todo porque uno de sus hijos aún depende de él económicamente.

'Obviamente la crisis por el nuevo coronavirus me ha afectado, no solo a mí sino a todos los que estamos en la función pública del Derecho. En este momento los juzgados están cerrados, no hay acceso al público, o sea que está interrumpido el trabajo'.

Antes de la pandemia del Covid-19, mi abuelo había frenado las bajadas diarias al Centro de Barranquilla, a las afueras del Centro Cívico (calle 40 con carrera 44). Un tratamiento en su ojo izquierdo, a causa de la subida de la presión ocular, lo obligó. Octavio, otro de sus seis hijos, le ayuda a revisar los procesos para cumplirle a sus clientes.

Aurelio Mantilla Correa sobrevivió a la época de la violencia, a una isquemia cerebral y a una craneotomía. Sufre de artritis, es hipertenso, la próstata lo 'molesta un poquito' y su audición se ha deteriorado. 

Confía en que Colombia superará al Covid-19 y él no será una víctima. 

El 30 de diciembre festejará sus 90 años, ese día, dice, espera poder hablar con su familia reunida, que el amor venció en los tiempos del coronavirus.